La comparecencia, por tanto, se produciría en la segunda quincena de junio, aunque todavía prevalece una nube de misterio y de reserva en torno a los detalles del proceso. La sede presidencial eludía ayer cualquier comentario al respecto, mientras que distintas fuentes informativas francesas, particularmente la emisora France Info y el canal TF1, aseguraban que la cita en los tribunales era segura e inevitable.

La cuestión consiste en saber en qué grado o bajo qué responsabilidad comparecería el actual jefe del Estado. Podría hacerlo como simple testigo. Podría ser llamado en condición de acusado. O podría sentarse delante del juez en calidad de testigo asistido, una situación intermediaria entre las anteriores que requiere, en todo caso, la presencia de un abogado defensor.

Jacques Chirac se arriesga a emborronar su discreto expediente político. Los años en el Elíseo (12) y su inmunidad presidencial le han preservado de acudir a los tribunales y han jugado a favor de la prescripción de varios supuestos delitos, aunque Chirac tiene pendiente dar la cara en un proceso cuyas dimensiones de Estado le costaron al ex primer ministro Alain Juppé (en 2004) un castigo de 14 meses de prisión más un año de inhabilitación.

Se trata del escándalo de los sueldos ficticios. Es decir, que varios cargos del partido de Chirac se beneficiaban del dinero del Ayuntamiento de París simulando una actividad laboral que nunca ejercían realmente.

Era una manera ingeniosa de financiar el partido a caballo de los años 80 y 90, aunque el juez Philippe Philibeaux (Nanterre) consiguió desmantelar la trama sin miedo a denunciar a Juppé y a varios colaboradores de altura del RPR. Son las siglas y la matriz del actual partido gubernamental (Unión para un Movimiento Popular).

Nadie parecía acordarse de ellas, pero el regreso de Chirac a la vida ordinaria implica demostrar si las sospechas del tribunal de Nanterre acerca del todavía presidente francés están o no justificadas.

El primer intento de sentarlo en el banquillo se produjo en 1999 a partir de unas pruebas documentales que teóricamente acreditaban las irregularidades en que había incurrido el otrora alcalde de París. Fue inútil presentarlas. El Consejo Constitucional, primero, y el Tribunal Supremo, después, recordaron que el jefe del Estado gozaba de unos privilegios de inmunidad derivados de la definición de su propio cargo.

Chirac dejará de ejercerlo el 16 de mayo, a medianoche. A partir de entonces, goza de un periodo de despresurización de un mes que podría caducar delante del juez Philibeaux.