Viernes, 16 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6298.
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Impresiones
El Gobierno, en evidencia en su intento de controlar la 'Sala del 61'

El Gobierno ha orquestado una maniobra de distracción para ocultar su fracaso al intentar colocar al magistrado Luciano Varela, amigo de la vicepresidenta De la Vega, en la llamada Sala del 61 del Tribunal Supremo. Esta instancia se encarga de los procesos de ilegalización de los partidos. El Gobierno está convencido de que la Sala del 61 podría actuar de oficio si Batasuna se presenta a las próximas elecciones. Por ello, pretendió saltarse el artículo 347 de la Ley Orgánica del Poder Judicial para colocar a un juez de confianza. El citado artículo establece que los juristas de reconocido prestigio -es decir, los que no sean jueces de carrera- que entren en el Alto Tribunal serán los últimos en su escalafón y, por tanto, los que accedan a la Sala del 61. En esta situación, se encuentra el fiscal Manuel Marchena, recientemente nombrado magistrado de la Sala Penal, y no el juez Varela, que tiene 32 años de servicio en la judicatura. La minoría socialista del Consejo del Poder Judicial pretendió bloquear la designación de Marchena para la Sala del 61, pero fracasó. Ahora el Gobierno intenta dar la vuelta a la historia y acusa al presidente del Supremo, Francisco José Hernando, de haber cambiado la composición de la Sala del 61 hace dos años. Alega que entonces ordenó retrasar dos nombramientos para que fuera el magistrado Antonio Salas quien formara parte de la misma. La acusación es una pura falsedad, ya que Hernando no tuvo nada que ver con la composición de la Sala del 61 ni en esa ocasión ni en ésta. En 2005, fueron el propio Salas y su compañero Seijas los que pidieron que se retrasara su toma de posesión en el Supremo por tener que atender causas pendientes. El propio secretario del Consejo lo ha explicado reiteradamente. Nadie cuestionó entonces la limpieza del procedimiento. El Gobierno ha resucitado esta vieja historia -con la complicidad de los medios afines- para tapar su vergonzosa e indigna maniobra que ha quedado al descubierto.

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