Viernes, 16 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6298.
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Los conspiradores
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

Además de su infame comportamiento, desinformador y liberticida, la prensa polanquista y asociada está repitiendo a propósito del 11-M exactamente las mismas mentiras que en torno al GAL. Naturalmente -decían-, el Gobierno del PSOE no podía haber encargado asesinatos a funcionarios. Naturalmente, de eso -dijo González- «ni hay pruebas ni las habrá». Naturalmente, los que fueron cayendo detenidos habían actuado por su cuenta. Naturalmente, cuando empezaron a cantar fue porque algunos malvados los habían engañado, o comprado, o inducido a mentir. Naturalmente, todo era una campaña contra Felipe González. Naturalmente, era una campaña de Pedro J. Y el PP. Naturalmente, todo era mentira. Naturalmente, nadie iba a condenar a miembros de un Gobierno democrático y progresista. Naturalmente, nunca iría a la cárcel el ministro del Interior. Naturalmente, nunca tendría que declarar ante el juez el presidente del Gobierno. Naturalmente, el único crimen real era el del Sindicato del Crimen, que así bautizó el encubridor Cebrián a quienes sí investigaron los crímenes del GAL.

Una década larga después, la fórmula machaconamente repetida casi por la misma banda de estafadores informativos es que hay una «teoría de la conspiración» que busca sombras donde sólo hay luz, porque está clarísimo que la masacre del 11-M fue una venganza del terrorismo islámico por la participación española en la Guerra de Irak. Los «conspiradores» o «conspiranoicos» somos unos seres mitad malignos, mitad locos, casualmente los mismos o muy parecidos a los que hace diez años cometieron el crimen de denunciar las mentiras del Gobierno del PSOE; y por supuesto, para favorecer al PP. Lo más ridículo en ambas epopeyas desinformativas, la de ayer y la de hoy, suele venir de Barcelona. Ayer era el pacto de los editores Polanco-Godó-Asensio-Mario Conde para tapar los delitos del PSOE. Hoy, se trata de sostener la Versión Oficial del 11-M que hace agua por los cuatro costados. «El juicio del 11-M desmonta la teoría de la conspiración», titulaba ayer La Vanguardia. Justo el día en que comprobamos que el jefe de los TEDAX mintió en la Comisión del 11-M y ahora reconoce de hecho todas sus falsedades: la Goma 2 ECO (que «dedujo», pero nunca analizó ni mandó analizar, dice), la mochila de Vallecas (que nunca estuvo en los trenes), las cien pruebas de la Renault Kangoo (providencialmente secuestrada y documentalmente falsificada en Canillas) y hasta el supuesto suicidio de los islamistas en Leganés dizque cercados por la policía tras un tiroteo. Todo falso. Ya no hay, pues, una «teoría de la conspiración». Hay una conspiración nada teórica para impedir que se averigüe la verdad sobre el 11-M. Como en tiempos del GAL. Y los conspiradores de verdad son los de entonces. Los mismos.

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