Tampoco los tenía ella cuando se refugió en Londres en 1944, epílogo de una oposición antinazi cuyas dimensiones heroicas dieron lugar a la realización de un filme, Lucie Aubrac, interpretado por Carole Bouquet y estrenado en 1997 con la finalidad de ubicar histórica y sentimentalmente al símbolo femenino de la resistencia francesa.

Los méritos de la protagonista consistían, precisamente, en mantener en pie las células que operaban en Estrasburgo y Lyon. En la ficción, ella era una brillante profesora de Historia. En la realidad, Aubrac se dedicaba a imprimir un diario clandestino, organizaba el refugio de sus compañeros y se las ingeniaba para liberar de prisión a su propio marido.

Lo hizo en dos ocasiones con enorme mérito. No sólo porque era bastante difícil despistar a los carceleros que había puesto en circulación Vichy. También porque su compañero sentimental, Raymond Aubrac, incurría a título redundante en los delitos intolerables de judío y de comunista.

La pareja podía haberse marchado a EEUU con pasaportes legales al empezar la II Guerra Mundial, pero decidió quedarse por las razones que la noble anciana explicaba hace unos meses en la televisión francesa: «No éramos héroes ni patriotas. Éramos resistentes. Con la perspectiva de los años me doy cuenta de que la Resistencia nunca habría cuajado. Era un juego infantil... y mortal», decía titubeando.

La heroína había nacido en 1912 en la región de Borgoña, pertenecía a una familia ilustrada y pudo dedicarse precozmente al magisterio de la Historia. También fue prematura en la decisión de inscribirse a las Juventudes Comunistas (1930) y en sus primeras manifestaciones anticapitalistas.

Fue una manera de entrenarse camino de los avatares que se produjeron con el inicio de la contienda en 1939. Lucie Aubrac participó, por ejemplo, en la creación del diario clandestino Libération, coordinaba grandes evasiones carcelarias y formaba parte de los resistentes más perseguidos por los sabuesos de la Gestapo. Un motivo de peso que dio lugar a su huida milagrosa a Gran Bretaña, aunque madame Aubrac regresó con su marido en 1945, desempeñó algunos cargos políticos y quiso significarse particularmente después en la defensa de la paridad de las mujeres.

La vigencia del compromiso explica que el presidente Chirac elogiara ayer solemnemente su trayectoria. Dijo que Aubrac representaba una variante «audaz y valiente» de la Resistencia. También valoró su contribución a la defensa de los valores modernos de la República francesa.

La señora Aubrac deja marido y dos hijos. Porque Raymond Aubrac ha sobrevivido a su esposa, con 92 años cumplidos y con un mensaje ineludible para las generaciones venideras: «Si no tenéis medios para reivindicar un derecho, utilizad las tizas en las paredes», decía la heroína.

Lucie Aubrac, activista de la resistencia antinazi en Francia, nació en Borgoña en 1912 y falleció el 14 de marzo de 2007 en París.