Una empresa es una jungla. Una jungla de personas encadenadas, que preferirían estar en cualquier otro lugar pero que, por culpa del mundo que las espera al otro lado de la puerta de la oficina, no se atreven a huir. El debut literario de Laurent Quintreau, Margen bruto (El Aleph), es un puñetazo al capitalismo que se ha propuesto devorarnos. «No sé de qué nos extrañamos, el capitalismo es un sistema depredador y está creando depredadores», dice el escritor que forma parte, como Michel Houellebecq, de la generación que creció entorno a la revista Perpendiculare.
«Era una publicación de vanguardia. Pretendíamos atravesar los discursos convencionales. Si había que elegir entre el blanco y el negro, nos quedábamos con el gris», recuerda. La revista se cerró en 1999. Entonces Quintreau se puso a trabajar en una empresa de comunicación. Y el año pasado su Margen bruto llegó a las librerías francesas y escandalizó. La idea era darle la vuelta a La Divina Comedia de Dante, desde la oficina. Con una reunión de ejecutivos como punto de partida.
La reunión tiene como fin decidir a qué lugar viajarán los mismos once ejecutivos próximamente. La intención es fomentar el «espíritu de equipo» sin gastar demasiado. Pero lo cierto es que nadie presta atención a lo que dice el señor Rorty, el director. «Cuando alguien piensa en una reunión, ve un diálogo, pero no sólo es eso. Una reunión también son un montón de monólogos interiores», dice Quintreau. De ahí que su novela sea una sucesión de monólogos.Nueve de ellos se desarrollan en el Infierno, uno en el Purgatorio y otro en el Paraíso, en clara referencia a Dante.
«En La Divina Comedia había el mismo número de gente en el Infierno, en el Purgatorio y en el Paraíso. Hoy en día no creo que eso sea así. Creo que hay más gente en el Infierno», dice Quintreau, refiriéndose a todos aquellos que, como nueve de los once protagonistas, siguen llevando una vida que no les gusta sólo porque un día cometieron «el error» de decir que sí, que aceptaban el trabajo.Y el trabajo les atrapó. «El capitalismo genera insatisfacción (que desaparece momentáneamente consumiendo), y la insatisfacción hace que estemos tristes y tengamos la sensación de estar viviendo en nuestro propio infierno», considera el escritor.
Ese mundo cruel no dista tanto, en opinión de Quintreau, del que existía hace millones de años. «El ser humano ha mejorado mucho materialmente, pero mentalmente sigue en la Edad de Piedra», dice el autor. «No es que el sistema ahora sea inhumano, es que el ser humano lo es. Siempre ha tenido una parte cruel e inhumana», añade Quintreau que, desde hace dos años es sindicalista (coordina nada menos que el ramo publicitario del sindicato económico más importante de Francia) y tiene claro que «todavía estamos a tiempo de luchar por la colectividad».
El cada vez mayor y más extremo individualismo que aqueja al mundo occidental, no es irreversible, porque «las nuevas generaciones están concienciadas de que se debe hacer algo a nivel global, pero existe un grueso importante de población que fomenta un individualismo radical», según Quintreau. Mientras este individualismo exista, habrá lobos y corderos «y cualquier empresa será un microcosmos que imitará los mecanismos de poder del mundo», sentencia el escritor.
«La novela de empresa podría ser un género»
Igual que la novela romántica, la histórica o la negra, la novela de empresa, de oficina, podría ser un género en breve. «¿Por qué no?», se pregunta Laurent Quintreau, que no encuentra «nada ridículo» la más que posible fundación de un género literario que desmontara el mundo de la empresa, «el Reino del capitalismo», según el escritor, que admira a autores tan dispares como John Kennedy Toole, James Joyce y Herman Melville.
«No podemos escapar del trabajo, así que, ¿por qué no hablar de él a través de la literatura?», insiste. Tan posmoderno género tendría como heroínas a las mujeres, puesto que «el hecho de haber sido sometidas durante siglos, las ha hecho más astutas.Tienen más y mejores mecanismos de defensa contra un sistema como el capitalismo», según el autor.