Hagamos memoria: el 15 de enero de 2007, Tim Robbins montó en cólera y dijo sentirse utilizado. Ocurrió después de que el actor tuviera que estrechar la mano del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, al que reprochó en público su ausencia en la manifestación contra el terrorismo del 13 de enero, convocada por los sindicatos y por una asociación de inmigrantes ecuatorianos. Dos meses después, Susan Sarandon, compañera sentimental de Robbins (y referentes ambos de la izquierda de Estados Unidos), llegó a Las Palmas de Gran Canaria (también regida por una alcaldesa del PP) para recibir la Lady Harimaguada de honor y el homenaje de su Festival Internacional de Cine, que ayer abrió su octava edición.
¿Se repetiría la melé política en Las Palmas? Sonriente, la protagonista de Atlantic City quitó hierro al asunto y le dio un respiro a los organizadores del festival. «No tengo una cuota de poder tan grande como para ser utilizada por ningún político», dijo Sarandon. «Ojalá me utilizaran políticamente, pero no creo que yo interese en ese sentido, aunque reconozco que tengo la oportunidad de proyectar una voz que es recogida por la prensa y que puedo hacer llegar las cosas que otros se guardan para arrojar un poquito de luz».
Sarandon, a estas alturas, ya no tiene miedo a ser censurada en la meca del cine. «Quizá haya gente que no quiere trabajar conmigo porque puedo ser molesta, pero Hollywood no se mete en política. Si quieres meterte en verdaderos problemas en Hollywood, vuélvete gordo y viejo», comentó risueña.
«Creo que la mejor forma de no sentirse utilizado es, precisamente, hacer uso de esas oportunidades que uno tiene con la prensa», confesó la actriz, sabedora de que en Europa, al contrario que en su país, se le premia (también) por su posición contraria al presidente norteamericano. «La relación con Bush sigue siendo muy cercana», dijo en tono irónico. «Yo le recomendaría ir de vacaciones a Guantánamo, especialmente para que le diera el pésame a las familias de los soldados que han muerto. Pero parece que Laura [por Laura Bush] no le deja leer las malas noticias y Bush no sabe lo que está pasando allí».
Susan Sarandon tampoco quiso olvidarse de la Guerra de Irak y de la actitud de los políticos norteamericanos de uno y otro bando. «Tampoco es que la cosa esté para tirar cohetes. Los demócratas no se han molestado en promover el retorno de las tropas a casa; ni siquiera han brindado apoyo a los soldados que han regresado del frente. Sin duda, hay muchos políticos valientes pero, de momento, no son concretos ni muestran ese apoyo necesario porque están más preocupados por mantenerse en el cargo que por hacer algo realmente específico a este respecto». A cambio, la actriz ensalzó la implicación de los actores europeos, como los españoles, en la batalla mediática. Susan Sarandon sabía que las gentes del cine español «en la Gala de los Goya se pusieron un lazo o un pin para reivindicar su oposición a la guerra, algo que en mi país no se atreven a hacer porque puede acarrear consecuencias».
«La mayoría de los ciudadanos estadounidenses, entre los que me incluyo», continuó Sarandon, «tenemos una idea muy poco natural de qué pasa en el mundo o cómo se percibe a EEUU; y eso ocurre porque nuestros medios no registran esas sensaciones». Y de nuevo surge la comparación con Europa: «Cada vez que he venido a España a recoger un premio, me he sorprendido con el apoyo y la complicidad de la prensa y con la diferente perspectiva que existe de cómo se trata el problema de Irak». Según Sarandon, cuando alguien expresa opiniones políticas o sociales en Estados Unidos «siendo artista» y cuando éstas difieren del parecer mayoritario «te condenan a una especie de ostracismo y te llaman cosas tan poco amistosas como 'amiguito de Bin Laden'».
También hubo tiempo de hablar de cine con Sarandon, que se animó incluso a poner hitos inesperados en su admirable carrera. Por ejemplo, Los búfalos de Durham (Ron Shelton, 1988). «El personaje que interpreté era mucho mayor que yo. Es una película muy americana con béisbol y todo, pero mi personaje era inteligente, practicaba el sexo y, al final, no moría. En serio, vean la película, no se asusten por el béisbol», continuó la actriz. Y agregó: «En realidad, habla de que merece la pena mantener un sueño y luchar por él. Yo también pensé que iba ser una pesadilla, pero encontré la máxima consideración y, además, conocí al padre de mis dos hijos pequeños. Lo mejor que me ha podido pasar».
Hablando de hijos: uno de los proyectos futuros de Sarandon es una colaboración con su descendencia: «Mi hija mayor es actriz y voy a hacer un pequeño papel en una película que comenzaremos a rodar en verano; y mi hijo es músico y hará una película también hacia agosto; estaré con él». Además, hay rodajes previstos con Larry Kasban, Jennifer Garner y Lian Neeson, una película de acción para los productores de La vida de los otros. «Y hay un proyecto en noviembre que es secreto y no puedo decir nada», dijo, definitivamente encantadora.
Comprometida con el cine y la sociedad
La actriz norteamericana cree imprescindible estar comprometida con el cine americano independiente «porque al sistema económico le gusta pisar sobre seguro y no quiere reconocer algo que no haya sido probado antes».
Susan Sarandon asegura que la mayoría de los estudios prefieren ir en busca de una trayectoria más segura y probar cosas que han tenido éxito en el pasado y no arriesgarse con lo nuevo. «Ahora estamos viendo películas independientes que están siendo más comprometidas y suponen un desafío mayor », matiza.
Sarandon también se reconoce como una actriz comprometida con la sociedad que le ha tocado vivir. «No veo por qué si te conviertes en una artista tienes que renunciar a tus responsabilidades como ciudadano, ya que como artista, en nuestro trabajo, es necesario siempre cuestionar el 'status quo' y ofrecer una visión diferente de la realidad. Es un deber ofrecer a los demás una visión diferente», afirma con rotundidad.
Para la protagonista de 'Atlantic City', la peor censura que existe es la autocensura. «Como artista, es mejor conducir el propio arte para que la gente se plantee preguntas», matizó.