Han pasado ya 40 años desde que Luis Eduardo Aute (Manila, 1943) publicara su primer disco. Él mismo dice que no se lo cree, que parece que fue ayer, pero reconoce que el espejo no miente y, en su último trabajo discográfico, dedica una atrevida y laberíntica canción, Tic Tac, al transcurrir del tiempo, «al paso del incierto ahora que nunca se demora porque ya pasó».
«Al tener conciencia de que cada vez me queda menos tiempo, tengo más ansias de correr, de apresurarme, de derrochar la vida en el mejor sentido. No de malgastarla, claro, sino de vivirla», asegura un Luis Eduardo Arte embriagado de proyectos artísticos y feliz del resultado de su A día de hoy, un álbum con 14 nuevas canciones escritas en los últimos cinco años y en el que abundan los homenajes, como los que brinda a los surrealistas franceses, a Goya y Velázquez, a John Lennon, a Leonard Cohen o a su barrio madrileño con su parque de la Fuente del Berro.
Pregunta.- ¿Por qué el título de A día de hoy?
Respuesta.- Porque es el nombre de una canción que hace recuento emocional por diferentes caminos, y pensé que era el título más adecuado cuando se cumplen 40 años de la aparición de mi primer disco. Este álbum es al mismo tiempo un punto de partida, porque hay canciones que me han abierto las puertas a nuevos recorridos. Sin haberlo querido, este disco hace frontera entre un antes y un después.
P.- ¿Qué canciones son las que le han sugerido otros horizontes?
R.- Por ejemplo, Tríptico de luces y sombras, que está dedicada a Goya y Velázquez y que inaugura para mí una forma distinta de componer una canción. O el tema dedicado a la cultura francesa, J'ecris ton nom, que no es una canción al uso y en la que aparecen Duchamp, Rimbaud, Voltaire, Breton, Satie o Lautrémont.
P.- Además de J'ecris ton nom, escrito en francés, hay otro tema escrito en inglés en el disco, el titulado Alone with you. ¿Por qué tanto despliegue de idiomas?
R.- Nunca había cantado antes en francés, pero sí en inglés, porque el inglés es una lengua materna para mí. Recibí una educación en inglés en Filipinas hasta que cumplí 11 años. Escribir en otras lenguas, además, es maravilloso, porque es volver a la inocencia de las primeras canciones. Las palabras son nuevas, las rimas son distintas y hasta la forma de cantar cambia, es diferente. Con ello, puedes resucitar la inocencia.
P.- La utopía sigue vigente en sus canciones. De hecho, los textos aluden a mundos sin fronteras, al final de las guerras, a la muerte de los fanatismos. ¿Cuál es, para Vd., la gran revolución pendiente?
R.- La que ya reivindicó John Lennon en sus canciones. Yo le dedico la canción Imaginación. Le estoy redescubriendo ahora y le he colocado por encima de otros popes que he tenido y que han sido maestros absolutos para mí, como Bob Dylan, por ejemplo. A Lennon le tenía apartado y creo que es el más grande de todos. Imagine está mucho más vigente ahora que antes en cuanto a esa propuesta de que otro mundo es posible. Ésa es la gran revolución.
P.- ¿Su escepticismo y su escasa confianza en el hombre han aumentado con la edad?
R.- A la velocidad que va el deterioro de las cosas que importan y las contradicciones de este mundo desquiciado, habrá un momento en que esto hará crack. Cuando los niños empiezan a matar y el principio de autoridad se pierde, podemos diagnosticar que el mundo está esencialmente e inevitablemente enfermo. Y si uno está muy enfermo, se muere. No sé cuándo ni cómo, pero esto se acaba, salvo que inventemos ese otro mundo posible que ponga a éste que tenemos patas arriba.
P.- ¿Vislumbra con qué herramientas se podría construir?
R.- Necesitamos un nuevo Siglo de las Luces, porque vivimos en un mundo de sombras. Catástrofes naturales, contradicciones del sistema, reivindicaciones territoriales... Todo está crispado. Yo hago una reivindicación de la poesía, de la magia, como una forma de tener fe en que el hombre tiene aún capacidad de salvarse. Todavía no acabo de matarlo, pero cada vez tengo menos fe en el ser humano, prácticamente ninguna.
P.- ¿Se considera una persona religiosa?
R.- Creo en un sentido religioso de la vida, pero estoy en contra de los dogmas y el fanatismo. De hecho, en una de mis canciones se habla de escapar de las biblias, coranes y talmudes, en el sentido metafórico de huir de los fundamentalismos. Me interesa buscar el sentido último de las cosas. Eso no lo pongo en cuestión en absoluto, no así la institución eclesiástica.
P.- Hablando de dioses, dice Vd. que «Velázquez es Dios y Goya, su muerte». ¿Puede matizar esta expresión?
R.- Los dos son únicos, pero son el reverso y el anverso. Velázquez inventa el impresionismo y Goya, el expresionismo y el surrealismo. Velázquez también descubre el cine, la fotografía, la profundidad de campo, la escenografía... Retrató la decadencia de un imperio sin pretenderlo con esa corte aburrida atiborrada de infantas. Además fue el gran desmitificador y pinta a Marte como un dios desgastado. No hay mayor perfección en la pintura que Velázquez. Goya es todo eso y más, pero en sentido contrario, porque si Velázquez pintó a la corte, Goya la maltrató. Otro hombre genial, Picasso, representa el final de la pintura. Para mí, la pintura nace en Altamira y muere en Picasso. Bueno... luego llegó Duchamp.