Ahora, a sus 31 años y tras cuatro discos reservados casi exclusivamente al consumo cubano, el joven pianista se enfrenta a su primera gran producción internacional, Zamazu (Enja/Resistencia), en la que cuenta con lujosos invitados como el brasileño Carlinhos Brown o el flamenco Vicente Amigo. Es la última gran aportación de esa isla musical que es Cuba.

«Nací en una familia de músicos», comenta Fonseca. «Mi madre, mi padre, mis hermanos... A ellos les debo mi educación musical y, sobre todo, mi percepción libre y abierta de la música». Su adolescente trayectoria así lo corrobora; el pianista cursó estudios en el Conservatorio de Música Clásica de La Habana, aunque se profesionalizó como artista en el mundo del pop-rock gracias a su pertenencia al grupo Temperamento. Después, llegaría su pasión por el jazz y su respeto por la música tradicional cubana, gracias al cual ingresó en el Buena Vista Social Club.

Allí se hizo músico, para luego convertirse en el productor y arreglista de Ibrahim Ferrer, al que dirigió artísticamente en el disco póstumo del cantante, Mi sueño. «Él siempre quiso cantar boleros y al final lo consiguió, pero en sus comienzos alguien le dijo que lo dejara, que cantaba muy mal el bolero... ¡Sí, como lo oyes! Para cantar boleros se necesita mucha ternura y no he conocido persona más tierna que el viejo».

Zamazu (palabra que emplea la sobrina del pianista cuando simula hablar en otro idioma) es la particular biografía musical de Roberto Fonseca. Además de guiños explícitos a la música tradicional cubana, Fonseca apunta todas esas músicas que sustentan su pianismo actual: el jazz, la música afroamericana, la brasileña, oriental... A través de esta variedad de ritmos y melodías el joven maestro va contando su vida: «El disco es una historia sola. Empieza con mi madre cantando, luego entra Cachaíto, Vicente Amigo, Carlinhos, Omara... Todos participan en temas que me definen como músico y como persona: Congo árabe, Mil congojas, Suspiro, Ishmael [del sudafricano Abdullah Ibrahim] o El Niejo, cuya autoría comparto con Ibrahim Ferrer y que me sirve para rendirle un pequeño homenaje».

Defensor acérrimo del son montuno, desde un punto de vista pianístico el artista se define más cerca de Bebo Valdés y Emiliano Salvador que de cualquier otro intérprete cubano. Más allá de la isla, los creadores por los que el joven siente admiración ocupan buena parte de la cima pianística del jazz: Herbie Hancock, Oscar Peterson, Bill Evans o Keith Jarrett, con el que comparte estéticas y concepciones muy similares. «¡Glenn Gould, un tío por el que casi dejo la música!. ¡Cómo se vuelca sobre el teclado, qué manera de tocar!».

Fonseca presentará el próximo mes de abril su nuevo disco en Madrid (26) y Barcelona(27).