En Italia han descubierto a unos paparazzi que se dedicaban a tentar a futbolistas famosos y calentorros con chicas-trampa, para chantajearles más tarde. La banda se estaba forrando.
Berlusconi les pagó una fortuna por una fotos de su hija saliendo algo colocada de una discoteca; deber de padre. En España, esa labor de pagar un rescate por el honor de las celebridades la ejercen algunas revistas.
Estos días una publicación ha pagado a dos agencias de prensa 15 millones de las antiguas pesetas por unas fotos de Cayetano Martínez de Irujo en las cercanías de Liria. No estaba solo pero cuentan que la cosa no era para tanto ni mucho menos. El que paga, recibirá agradecimientos más tarde. Ha sido una buena inversión.
El primer paseo de Leonor por las calles de Madrid se ha cotizado menos que el no-reportaje de Cayetano, pero casi. Con la pequeña infanta a todo color y de protagonista, se rompe el sambenito periodístico de que la Familia Real no vende en las portadas.
Ésta ha sido una semana muy teatral aunque sin estrenos notables. El mismo día y a la misma hora, se entregaron, en Madrid y Bilbao, los trofeos con más solera del país. A nadie se le he ocurrido coordinar un poco las fechas para darle bombo y apoyo a cada uno de estos premios. El teatro lo necesita.
En los Mayte se vio como nunca el paso del tiempo, aunque se han llevado galardones dos actrices como Blanca Portillo y Yolanda Ulloa, de las últimas generaciones teatrales. Pero la mayoría de los asistentes al evento son ya reliquias del pasado. Merecen todos los honores Julia Gutiérrez Caba o Emmna Penella, además siempre en activo, pero faltan candidatos e invitados que representen los nuevos estilos de vanguardia y del teatro que se produce fuera de Madrid, Barcelona y Sevilla.
Al final, la fiesta de Mayte, con tufo a naftalina y la prensa preguntándole a Marujita Díaz por el cubano Dinio («No me hables de parásitos») y a Bárbara Rey que si las joyas que luce se las ha ganado con el sudor de su frente o de otro lugar de su cuerpo, se parecía más a un programa nocturno de televisión prohibido a menores que al reparto de premios del más noble y antiguo de los entretenimientos.
En Bilbao fue otra cosa. Los XXI Premios Ercilla de Teatro y Toros tienen una estética distinta -a pesar de esa fusión entre la interpretación y la barbarie- difícil de ensamblar.
Nuria Espert, Concha Velasco, Juanjo Otegui y Pedro Olea representan lo mejor del pasado y el presente del teatro y en la fiesta del hotel Ercilla no suele haber interferencias tipo Leticia Sabater y alguna otra presunta intérprete, que se cuelan entre los actores de verdad en los premios madrileños.
Isabel Pantoja recibió también trofeos de platino en la Sociedad General de Autores por las ventas de sus discos, en medio de una cordialidad poco usual en ella y también comprensible. Desde que se abrió la caza y captura de la banda de los Malaya, a Pantoja la ingresan cada semana en la cárcel, la condenan los tribunales populares y le hacen la vida imposible a su hijo.
Pero tampoco parece casualidad que le hagan este homenaje discográfico de puertas abiertas la misma semana que empapelan a la esposa y a los familiares de Juan Antonio Roca y deniegan la prisión atenuada a Julián Muñoz.
Al jaleo de Marbella todos le sacan tajada.