Sábado, 17 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6299.
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FORMULA 1 / Arranca el Mundial
El fortín privado del campeón
ALONSO, OBJETIVO DE LAS REVISTAS, CUMPLE UN RIGUROSO PLAN DE CONTRAVIGILANCIA ANTE LA PRESION DE LOS FOTOGRAFOS DE LA PRENSA ROSA
JAIME RODRIGUEZ

MADRID.- Calle Cartagena, centro de la capital, mediodía, el coche donde viajan Fernando Alonso y su pareja circula despacio camino del aeropuerto. De repente, la emboscada. Dos vehículos se cruzan en su camino, uno por delante y otro por detrás. Las ventanillas bajan y los teleobjetivos aparecen. Click, click, click. Fusilados. Saltan los flashes y las memorias digitales se llenan de imágenes de la pareja. Operación perfecta. «Te sientes impotente, ahí no puedes hacer nada», recuerda un testigo que iba junto al piloto. Éste montó en colera, pero los paparazzi obtuvieron su recompensa. «Aquello fue muy complicado de organizar. Mandamos cuatro fotógrafos y la situación resultó tensa», explican desde la agencia que logró la primera imagen de ambos juntos. Fernando Alonso, calmado, chico tímido casi siempre, no puede con la intromisión en su vida privada. Le supera. «Eso no lo perdona», dice quien le conoce.

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En las comparecencias públicas, Alonso, si tiene oportunidad, ataca a sus perseguidores. «Ha sido el peor mes de mi vida. Es una vergüenza para España», aseveró en enero en Valencia, en la presentación con su nuevo equipo. El piloto se refería a las vicisitudes que se desencadenaron a raíz de los rumores sobre su presunta boda con Raquel del Rosario, el pasado mes de noviembre. El bicampeón del mundo cumplió con la tradición anual de realizar un viaje con sus más allegados para celebrar los resultados de la temporada y descansar. Esta vez optaron por las islas Maldivas. La prensa rosa dio por hecho que era para celebrar el matrimonio, un extremo desmentido por el protagonista. «Teníamos allí a fotógrafos de agencias internacionales, pero también mandamos un refuerzo desde España», afirman desde una agencia. «Pero no pudimos conseguir ni una sola instantánea. Alonso se esconde bien», comentan. El piloto y su entorno entraron en una vorágine de pistas confusas, billetes cancelados, cambios de hotel y teléfonos pinchados que trastornó por completo el espíritu del viaje. Sus íntimos en Asturias llegaron a ser chantajeados y se ofrecieron sobornos a amigos en Oviedo para conseguir información. «Fue de película», resumen. Continuaron las vacaciones en Estados Unidos, pero siempre cumpliendo con labores de contraespionaje. Costosas maniobras para que nadie molestara a la estrella. «Cada vez que reservábamos un billete, veíamos como paparazzis compraban plazas en el mismo avión, por lo que teníamos que cambiar a última hora el vuelo», relatan desde el núcleo del deportista.

Nombres falsos, destinos improvisados, recepcionistas discretos... Guión de Hollywood para evitar fotografías, valiosas fotografías. El precio de mercado de una imagen de Alonso con su chica puede alcanzar los 90.000 euros. «Está muy cotizado. Un personaje, cuanto más se esconde, más sube su valor. Para él sería muy fácil desmontar esta dinámica si se dejara ver con mayor frecuencia», opina un experto de la prensa del corazón. Posibilidad que no pasa por la cabeza del piloto.

«Intentamos que esté centrado exclusivamente en las carreras, pero es complicado cuando te persiguen por la carretera. Y es peligroso, porque no olvidemos que él es piloto, el mejor piloto del mundo», avisan desde la empresa que se encarga de todos sus asuntos. Tras un reciente acto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el coche de Alonso fue seguido por otros cuatro vehículos hasta las afueras de la ciudad, donde tenía que grabar un anuncio. Nueva situación de riesgo. Acelerones, curvas y frenazos. «Cuando vamos tras él, siempre logra despistarnos. No duramos ni dos manzanas. Nos deja atrás fácilmente», revela un paparazzi, que detalla el valor de la presa. «Chico famoso, ídolo, que encima se echa una novia guapa, cantante... Es una golosina para las revistas».

Fuera de las pistas, la vida de Fernando sólo encuentra calma en Inglaterra, donde reside desde hace años. De Oxford, se ha trasladado al sur, más cerca de la sede de McLaren en Woking. Allí firma autógrafos, pero no sufre el agobio español. Cada vez visita menos su tierra, y le duele. Cuando se desplaza a Asturias no aterriza en el aeropuerto de Oviedo, sino en otros más alejados para despistar a los fotógrafos. Letizia Ortiz y él han disparado el negocio rosa en el Principado. La dinámica de Alonso lejos de su profesión es similar a la que sufren otros iconos del deporte mundial. Así se lo transmitieron los agentes de Tiger Woods y Roger Federer en una reunión el pasado año en Nueva York. Idéntico patrón. Él asume las hipotecas de ser un deportista famoso respecto a sus aficionados, no con los que buscan hacer dinero a costa de su intimidad.

Sabe que los restaurantes donde elija comer deben tener una salida trasera para evacuar en caso de urgencia o no le importa orinar en una botella si el paddock está demasiado poblado y no puede ir a los baños, como le sucedió en los últimos tests de Jerez. Está orgulloso del fenómeno que ha protagonizado en su país, quiere que la F1 enganche desde sus éxitos, pero que sin casco, le dejen en paz. Viajó con micrófonos hasta una base de soldados españoles en el Líbano, aunque habitualmente los actos sociales (visitas a hospitales, encuentros con niños, donaciones...) procura que no salgan a la luz pública. No va con él. Sólo quiere correr en la pista, no por las calles de Madrid huyendo de los focos.

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