EDUARDO MENDICUTTI
Babia existe. Es un lugar de las montañas de León, con un ecosistema frondoso y delicado, lleno de arroyos, lagunas, pastizales, alquerías perdidas y castillos que parecen de niebla. Por lo visto, llegas a Babia, fugitivo o divagante, y se te olvida el mundo. De ahí que estar en Babia signifique, como todos sabemos, estar distraído o como ajeno a lo que ocurre alrededor. Pues bien, se diría que la mayor parte de los deportistas, en general, y de los futbolistas, en particular, juegan, corren, saltan, comen, duermen, retozan, fornican, dicen cosas y, en definitiva, viven en Babia.
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El próximo lunes, día 19, se inaugura en Madrid, en el Centro de Arte Moderno (calle Gobernador, 25) una exposición del fotógrafo donostiarra Pedro Usabiaga, con 40 fotografías y collages en blanco y negro sobre «el mundo del fútbol». Dice el fotógrafo que se ha propuesto retratar a los muchachotes, futbolistas de Primera y Segunda División, «lejos de los campos del Edén en los que se examinan cada domingo, lejos de las poses típicas en los periódicos deportivos y las conferencias de prensa que vemos por televisión». O sea, lejos del ecosistema evasivo y desvinculado de cualquier cosa que no sea el Edén en cuestión, y del discurso consabido de sus declaraciones. Lejos de Babia.
Usabiaga es un fotógrafo muy prestigioso y muy especializado en, entre otras cosas, el desnudo masculino. Aún no he visto toda la exposición, pero ya he podido ver que saca, por ejemplo, a Sergio Ramos y a Fran Yeste con sólo una breve toalla sujeta una cuarta por debajo de la cintura. Iván Helguera, en cambio, aparece vestido y tumbado, con la cabeza apoyada en unos almohadones, con una indolencia levemente tensa y una sugestiva sombra de desasosiego. ¿Quién resulta más sexy? En mi opinión, Helguera. No sé aún cómo sale Beckham, pero espero lo mejor del modelo y del fotógrafo, sobre todo si se cumple lo que el catálogo promete como decorado de fondo para los chicos: imágenes del mundo contradictorio y globalizado que nos ha tocado vivir: atentados terroristas, el hambre, el arte y la literatura, la política, la moda, el lujo... Si exceptuamos la moda y el lujo, nada de los demás parece existir en esa Babia mental en la que los futbolistas se diría que juegan, se divierten, opinan y se acuestan, solos o en compañía.
De pronto, sin embargo, un futbolista como Oleguer publica un artículo de potente contenido político, y cualquiera diría que el hombre ha invadido Polonia. Luego, Salva se descuelga con unas declaraciones también políticas, y tan tremendas como las del barcelonista, aunque de signo contrario, y está por ver qué pasa. En el periódico alemán Dier Spiegel y en la revista RUND algunos futbolistas han revelado, de forma anónima por el momento, que son gays . Y también hay jugadores como Kanouté o Zanetti, o el mismo Eto'o, con sus fuertes y constantes compromisos sociales, o alguno con inquietudes culturales y retóricas, según la escuela de Valdano, y descubrimos que hay futbolistas que ya prefieren vivir, jugar, divertirse y fornicar fuera de cualquier armario, fuera de Babia. Que cunda el ejemplo.
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