Sábado, 17 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6299.
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 ECONOMIA
Un charlatán llamado Alan Greenspan
Tras asustar a los mercados, ahora dice que la crisis hipotecaria se contagiará
PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO

NUEVA YORK.- ¿Qué le ha pasado a Alan Greenspan? En 1998 dijo una frase para la Historia: «Creo que debo advertirle que, si creen que he sido muy claro, es que probablemente no me han entendido». Eran los tiempos en los que en Estados Unidos se utilizaba el término Greenspeech, un juego de palabras intraducible entre Greenspan y speech (discurso, en inglés), que se aplicaba a las intervenciones públicas del entonces presidente de la Reserva Federal (Fed).

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Unas intervenciones públicas caracterizadas por ser incomprensibles. Como cuando, tras una intervención de Greenspan en el Senado, en 2003, The New York Times y Financial Times declararon en primera página, respectivamente, que la Reserva Federal iba a mantener los tipos de interés y a bajarlos (Financial Times fue quien acertó con su análisis que, por cierto, coincidió con el de EL MUNDO). Eran los tiempos en los que Greenspan colaboraba con la política del dólar fuerte del entonces secretario del Tesoro, Robert Rubin. Y en los que se negaba a tocar la Bolsa, ya que la política monetaria «no debe fijarse como objetivo influir en los activos financieros». Una tesis que sigue defendiendo ahora, y que le ha valido que el economista jefe del banco de inversión Morgan Stanley, Stephen Roach, le haya acusado de transformar a la Fed «en una infladora en serie de burbujas».

Pero eso era antes. Ahora, 13 meses después de haber dejado el cargo, Greenspan se ha convertido en lo más parecido a un bocazas. Hace dos semanas, desató una oleada vendedora en los mercados de todo el mundo después de advertir del peligro de que EEUU entre en recesión en los últimos meses de este año.

Ayer, el dólar y Wall Street también caían como consecuencia de las declaraciones, el jueves por la noche, del ex presidente de la Fed en las que consideraba que la crisis de las hipotecas de alto riesgo «no es una cuestión menor», y que no puede quedarse «sin ningún contagio» al resto de la economía. Unas declaraciones que jamás habría hecho cuando dirigía la Reserva Federal.

¿Qué le ha pasado a Alan Greenspan? ¿Es que está aprovechando que habla con más libertad? ¿O simplemente que no se da cuenta de que, para los mercados, sus palabras son casi tan importantes como las de Ben Bernanke? ¿O se trata de una estrategia acordada, precisamente con el actual máximo responsable de la Fed?

Ésa es la tesis de, entre otros, el semanario Business Week, que ha especulado con la posibilidad de que, cuando habló, hace dos semanas, Greenspan estuviera tratando de desinflar la burbuja de Wall Street, cuyos índices Dow Jones y Standard and Poor's estaban en zona de máximos históricos, a pesar de que Estados Unidos está desacelerándose y la inflación permanece en una zona definida por el propio Bernanke como «inconfortablemente alta».

«Exuberancia irracional»

En otras palabras, se trataría de una forma de evitar que la Bolsa entrara en una burbuja, algo que el propio Greenspan no fue capaz de evitar en diciembre de 1996, cuando lanzó su famoso discurso sobre la «exuberancia irracional». Ahora bien, si ésa era la estrategia, aterrorizar al sector financiero sobre el contagio de la crisis hipotecaria no tiene sentido, porque en ese caso la crisis sería mucho más seria que una simple recesión.

En ese caso, afirman los cínicos, Alan Greenspan puede acabar «matando a besos» a Ben Bernanke, y el actual presidente de la Fed puede acabar encontrándose con que su predecesor se ha convertido en su mayor enemigo.

La economía estadounidense conoció ayer que su inflación aumentó un 0,4% el pasado mes de febrero, acumulando un incremento en los últimos 12 meses del 2,4%. Este resultado es producto de la subida que han experimentado los precios de la energía (un 0,9%) y los de la alimentación (un 0,8%). La inflación subyacente, que excluye tanto energía como alimentos, se situó en el 0,2%.

Pese a que el invierno estadounidense fue más moderado de lo habitual, en febrero se produjo una bajada de las temperaturas en Estados Unidos, lo que encareció los combustibles e incrementó el precio de la gasolina.

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