A. P.
Cada primavera, las sesiones de la Asamblea Nacional Popular y la Conferencia Consultiva reúnen en Pekín a cerca de 5.000 legisladores y asesores. El primero de estos cuerpos hace las veces de lo que equivaldría a una asamblea parlamentaria en una democracia, aunque la prensa extranjera lo califica como un órgano que «pone el sello» a las decisiones tomadas previamente por el Gobierno. El segundo está compuesto por personalidades e intelectuales que proceden de distintos sectores sociales, incluidos aquéllos que no están afiliados al Partido Comunista.
Ambas citas son publicitadas por la propaganda del régimen como un ejercicio de participación popular en la toma de decisión de las políticas que afectan a más de 1.300 millones de chinos. El Diario del Pueblo ensalzaba ayer el desarrollo de las dos sesiones, en referencia al nombre que reciben popularmente, porque «han demostrado la política democrática con características chinas».
En su comparecencia de ayer, Wen Jiabao explicó la «esencia» de esta «democracia socialista de China», que consiste, según el primer ministro, en «dejar al pueblo ser el amo del país y dejarle supervisar y criticar al Gobierno». «Desde mi punto de vista, la democracia, el imperio de la ley, la libertad, los Derechos Humanos, la igualdad y la fraternidad no son algo particular del capitalismo. Son valores comunes que todos los seres humanos perseguimos», apuntó. «China, tomando en cuenta sus propias condiciones, construirá la democracia a su manera», manifestó en respuesta a una pregunta del diario Le Monde.
La 'sociedad armónica'
Al Gobierno le dan menos problema, aunque sí generan interés entre la opinión pública, algunas de las propuestas de los legisladores: la de una cantante de ópera pequinesa que ha pedido leyes contra la telerrealidad; un delegado que ha pedido que las violaciones homosexuales sean tipificadas como delito -no lo son, según la ley actual-; o la de un legislador, que reclama pantalones para las azafatas de vuelo porque con las faldas «tiritan de frío».
«Los adivinos, el horóscopo chino y el feng shui se han hecho muy populares en algunas zonas, arrojando una sombra sobre la construcción de una sociedad armónica», advertía un profesor de Filosofía en la ANP. Invocar la amenaza a la sociedad armónica, uno de los eslóganes del presente Gobierno, se ha convertido en deporte nacional y también ha sido esgrimida como argumento para frenar a quienes piden, por ejemplo, leyes antitabaco. En el país con más fumadores del mundo, la falta de nicotina también desafía la paz social.
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