Sábado, 17 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6299.
OPINION
 
Editorial
NAVARRA, UNA MANIFESTACION JUSTIFICADA

Si cuando hace unos días Otegi proclamó en Pamplona «sin Navarra no queremos nada», el Gobierno le hubiese respondido con contundencia y sin ambages que en tal caso tendría que ser «nada», casi con toda seguridad que ninguna manifestación recorrería hoy las calles de la capital navarra.

Tal cosa no ocurrió, y no una sino dos marchas se encontrarán hoy en esta ciudad. Por un lado, la convocada por el Gobierno navarro con lema Fuero y libertad. Navarra no es negociable, y por otro, una organizada por el sindicato abertzale LAB por la autodeterminación de Euskadi. La delegación del Gobierno ha permitido que ambas se celebren el mismo día, casi a la misma hora y con recorridos que en algún punto apenas distan 100 metros. Se trata de una manifiesta irresponsabilidad y tendrá que dar cuenta de ello si se producen unos incidentes bien previsibles.

Por lo demás, resulta vano el empeño de ayer de la vicepresidenta al decir que Rajoy se manifestará «por un fantasma que no existe». Aunque al Gobierno le interese centrar la atención en el PP, se trata fundamentalmente de una manifestación de navarros convocada por su Ejecutivo, cuyas dudas y temores sobre la posible anexión de Navarra a Euskadi son muy reales y han sido atizados precisamente por la ambigüedad y el silencio de Zapatero. Como hoy señala en nuestra Tribuna Libre Víctor Manuel Arbeloa, ex presidente del Parlamento de Navarra, lo más grave es que nadie tiene la «seguridad de que la actual dirección del PSOE tenga las ideas claras y la voluntad firme a la hora de las incontrovertibles componendas».

A pesar de que la anexión de Navarra a la mítica Euskal Herria ha sido una exigencia de la banda terrorista en cada uno de sus comunicados, Zapatero siempre se ha ido por los cerros del proceso de paz cada vez que se le preguntaba por la cuestión. Lo mismo ha hecho cuando se le inquiría sobre la posible creación de un Organo Común Permanente entre los parlamentos vasco y navarro. Su negativa a recibir a Miguel Sanz pese a las reiteradas solicitudes de éste alimenta también la inquietud. En lo único que ha sido tajante el presidente es en decir que no derogaría la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución que mantiene abierta la hipótesis de la anexión, pese a la recomendación del Consejo de Estado. Evidentemente, si se tratara de un «fantasma», el Gobierno tendría que reconocer que lo ha alimentado a conciencia.

El hecho de que los socialistas navarros retaran ayer a UPN a suspender la marcha si no querían borrar toda posibilidad de colaboración entre ambos partidos no puede interpretarse más que como una excusa para culpabilizar a la derecha de sus futuros pactos de gobierno con los nacionalistas.

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