El cantante Juanes logró que la reciente muerte de Octavio Mesa no pasara inadvertida fuera de las fronteras de su patria, Colombia. Le acompañó en su última morada y lloró sobre la tumba de quien fuera su motor de inspiración en varias fases de su etapa creativa. Le consideraba una pieza fundamental en el folclore de la región que lo vio nacer y por esa razón tuvo una influencia decisiva en su estilo.
A Octavio Mesa le consideraron el mejor representante de la guasca, un género musical muy popular en su Medellín natal y en todo el departamento de Antioquia. Son canciones irreverentes, que hablan con un lenguaje barriobajero, a veces de doble sentido, de los problemas cotidianos, y que se mofan de todo lo que se pone a mano.
«Vea, doctor, yo no sé por qué la gente dice que mi música es vulgar, si yo en mis canciones lo único que digo es hijueputa y malparido, ¿Y así no hablamos los antioqueños, pues?», le decía el compositor a un periodista colombiano pocos días antes de morir.
El rey de la parranda o El arriero mayor, como le apodaban, tuvo una vida muy prolífica como autor. Compuso más de 2.600 canciones en medio siglo de profesión, como Llegó berraco, El jornalero, Los relajos del arriero, Mula hijoeputa o La putería.
Aunque grabó decenas de ellas y vendió cientos de miles de discos, apenas logró sobrevivir de las ganancias que le proporcionaban porque fue uno de los cantantes más pirateados. Por esa razón, multiplicaba sus giras por los pueblos de su querida Antioquia. Además de gustarle el contacto con sus paisanos y seguidores, lo necesitaba para mantener a sus nueve hijos.
La camisa negra, uno de los éxitos más sonados de Juanes, fue escrita por éste inspirándose en Mesa, al igual que La paga. El joven cantautor de Medellín afirmó tras la muerte de Mesa, que, en las últimas semanas, cuando el maestro estaba ya ingresado en la clínica de la capital antioqueña donde fallecería, solía cantarle por teléfono las canciones del último disco que pretendía sacar al mercado el artista septuagenario.
Cuando más esperanzado estaba en que superaría su enfermedad y saldría adelante, un infarto se lo llevó a los 73 años, sin cumplir su último sueño de ver en las tiendas El último álbum.
A pesar del respaldo de Juanes y de su vuelta a las páginas de la actualidad, Mesa vivía en una casa alquilada del barrio Manrique de Medellín, con una escuálida pensión de 750,000 pesos (200 euros) que le pagaba la sociedad de autores que protege los derechos de los compositores.
A Mesa le sobreviven su viuda y nueve hijos. Uno de sus ellos, Robinson, es el guardián de su genio creador y a quien el padre señaló como su sucesor en la esfera musical.
Octavio Mesa, cantautor colombiano, nació en 1930 en Medellín, ciudad en la que falleció el 12 de marzo de 2007.