Sábado, 17 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6299.
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 OPINION
EL MUNDO QUE VIENE / J. LOZANO BARRAGAN
«Un testamento biológico que suponga la eutanasia no es aceptable desde la óptica católica»
IRENE HDEZ. VELASCO

EL MIÉRCOLES FALLECIO INMACULADA ECHEVARRIA, TRAS SERLE DESCONECTADO EL RESPIRADOR ARTIFICIAL QUE LA MANTENIA CON VIDA. ESTE CARDENAL, ALGO ASI COMO EL 'MINISTRO' DE SANIDAD DEL VATICANO, ES LA VOZ DE LA SANTA SEDE SOBRE LA EUTANASIA Y EL RECHAZO AL ENSAÑAMIENTO TERAPÉUTICO

CARGO: Presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud / EDAD: 74 años / FORMACION: Doctorado en Teología Dogmática por la Pontificia Universidad Gregoriana / AFICIONES: Leer y pasear / CREDO: Católico / SUEÑO: Un mundo que se guíe por principios morales, no por principios utilitaristas

El sida, los preservativos, la eutanasia, el fin de la vida, el destino de los embriones humanos, la fecundación asistida, el testamento biológico, las terapias genéticas, el aborto... El cardenal mexicano Javier Lozano Barragán, a todos los efectos algo así como el ministro de Sanidad del Vaticano, se ocupa desde su despacho en la Via della Conciliazione número 3 de Roma de algunas de las cuestiones más polémicas y controvertidas que desde el punto de vista ético afectan a la sociedad actual. Por eso no es de extrañar que, de entrada, su actitud inicial sea ponerse a la defensiva...

«No me parece adecuado caer en un mero moralismo en el que se presente la posición católica como una especie de tribunal negativo y medroso, que prohíbe todo aquello que posiciones científicas avanzadas presuponen y opta por replegarse en posiciones superadas que no convencen a nadie. No quiero entrar en una casuística en la que la respuesta a sus preguntas fueran solamente: esto es permitido y esto otro no», advierte con la experiencia de quien, desde su nombramiento en 1996 como presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud por parte de Juan Pablo II, ya está curtido en mil y una entrevistas. «Permítame decirle que la respuesta a la mayoría de las cuestiones que me planteará depende de la concepción que se tenga del hombre y su mundo. Yo trataré de hilvanar mis respuestas desde una visión cristiana del hombre, de su vida, de su sufrimiento, de su muerte. No es que quiera comenzar con un sermón, sino que establezco mi punto de partida».

Dicho lo cual, comenzamos...

PREGUNTA.- Esta semana ha muerto en Granada Inmaculada Echevarría, una enferma de distrofia muscular a la que las autoridades andaluzas autorizaron que le fuera desconectado el respirador que la mantenía con vida . ¿Eso es eutanasia?

RESPUESTA.- La eutanasia es toda acción u omisión perpetrada para causar directamente la muerte de una persona inocente en la última etapa de su enfermedad, con la intención de sustraerla del dolor. Esta acción, para nosotros los cristianos, se llama asesinato y nos está prohibida por el quinto mandamiento.

P.- Pero, según el Comité de Ética y el Consejo Consultivo de la Junta de Andalucía, el de Inamaculada era un caso de encarnizamiento terapéutico, no de eutanasia. ¿Qué opina la Iglesia sobre el uso de terapias médicas para alargar artificialmente la vida?

R.- La Iglesia católica recomienda los cuidados paliativos para los enfermos terminales, pero no el ensañamiento terapéutico. Los cuidados paliativos son terapias lenitivas que se aplican a los enfermos terminales; éstas no los pueden ya curar, pero les alivian el dolor. El ensañamiento terapéutico es el empleo de terapias desproporcionadas o inútiles aplicadas a un enfermo en su etapa terminal, frente a una inminente muerte, que no hacen más que prolongar una penosa agonía. Nadie está obligado al ensañamiento terapéutico. Sin embargo, hay que notar con respecto a la desproporcionalidad o inutilidad que, dado los ingentes progresos de la medicina actual, lo que ahora se pudiera calificar de desproporcionado e inútil, quizá mañana no lo será así. Hace 100 años, la penicilina era algo absolutamente desproporcionado, porque casi no existía y costaba un ojo de la cara. Hoy, sin embargo, nadie osaría decir que la penicilina es un cuidado desproporcionado o extraordinario.

P.- Pero a veces los cuidados paliativos también conllevan encarnizamiento terapéutico, ¿es aceptable en ese caso para la Iglesia rechazarlos?

R.- En cuanto a la interrupción de los cuidados paliativos, cuando éstos entran en el campo del ensañamiento terapéutico, no hay nada que objetar. Con la única precisión de que la nutrición y la hidratación no pertenecen al ensañamiento terapéutico porque no son propiamente terapias, sino medios ordinarios de vida, por lo que no es necesario el consentimiento del enfermo para aplicarlas.

P.- Pero, ¿no cree que existe una zona gris muy amplia? En el caso, por ejemplo, de Inmaculada Echevarría...

R.- No, no no. No quiero entrar a hablar de casos particulares. Si se aplican los principios que le he dicho creo que está todo muy claro.

P.- Sin embargo, el debate está ahí y muchas personas manifiestan dudas morales al respecto...

R.- Si uno tiene principios no tiene dudas. Porque tener principios es como tener un metro. ¿Pero para qué me va usted a preguntar cuanto mide esta mesa si tiene usted un metro y la puede medir sin mi ayuda? Yo le doy el metro, y usted haga el resto.

P.- Pero, por ejemplo, en algunos casos las terapias de hidratación y de la alimentación también pueden suponer encarnizamiento terapéutico...

R.- Si los métodos de administración revisten caracteres de ensañamiento terapéutico, júzguense en concordancia y punto.

P.- Y la dependencia de por vida de un respirador artificial, ¿es ensañamiento terapéutico?

R.- Ése es un aspecto muy, muy discutido... Para curar un problema de respiración hay que evitar, por un lado, llegar al ensañamiento terapéutico, y, por otro, tener en cuenta que si una persona ya está clínicamente muerta es absurdo recurrir a esa clase de mecanismos, porque ya no es ensañamiento terapéutico, sino algo absolutamente inútil.

P.- En el caso de Inmaculada Echevarría...

R.- Ya estamos otra vez con la casuística particular.... Que no, que por ahí no. Me va a perdonar porque no quiero parecer insultante, pero sus lectores tienen que tener la inteligencia suficiente como para aplicar ellos solos estos principios a los casos concretos.

P.- Según las encuestas, la mayoría de la población italiana o española está a favor de que se respete la voluntad de morir de enfermos como Pier Luigi Welby o, en el caso de España, Inmaculada Echevarría. ¿No está en ese sentido la Iglesia cada vez más alejada del sentir popular?

R.- Lo moral o no moral no se constituye por mayoría de votos. Imagínese que ahora mismo hiciéramos una votación sobre si estamos en el mes de diciembre y si es de noche, y todos votaran que sí... ¿Significaría eso que estamos en diciembre y que es de noche? ¿No, verdad? Pues eso.

P.- ¿No le parece que sería muy útil y clarificador que la Iglesia publicara un documento que estableciera con precisión cuándo está justificado que a una persona se le desconecte un aparato que la mantiene artificialmente con vida y cuándo no?

R.- Es muy posible que la Iglesia vaya a emitir un documento al respecto, que complemente la antigua instrucción sobre el respeto a la vida humana que en 1987 publicó la Congregación para la Doctrina de la Fe con el nombre de Donum vitae. No va a ser una encíclica, sino un documento que complementaría a ese otro, que ya es un poco viejo.

P.- ¿Qué opina del testamento biológico?

R.- Si quiere que se lo diga en una frase, le diré esto: un testamento biológico que suponga la eutanasia por supuesto no es aceptable de acuerdo a la óptica católica. Pero un testamento biológico que renuncie al ensañamiento terapéutico es aceptable de acuerdo a la óptica católica, aunque hay muchos puntos que hay que precisar.

P.- Por ejemplo...

R.- En primer lugar, hay que precisar la edad y el estado psicológico de la persona, que puede cambiar. No puede ser que uno firme un testamento biológico y valga para siempre, porque una persona que piensa una cosa a los 40 años quizás a los 70 piense algo muy distinto. El testamento biológico no puede ser una cosa inamovible. Y en segundo lugar, ¿quién va a ejecutar ese testamento biológico, incluyendo lo que se refiere al ensañamiento terapéutico? ¿Quién va ser el fiduciario? ¿Alguien de la familia? ¿Y quién dentro de la familia: la esposa, los hijos? ¿Y qué pasa si los hijos quieren que se muera pronto el anciano para heredar cuanto antes? Son problemas que hay que afrontar. El fiduciario tiene que ser alguien que verdaderamente tenga toda la confianza del testamentario, de manera que interprete exactamente su voluntad. Una voluntad que, repito, no es para siempre. ¿Quién debe ser? ¿El médico que le está atendiendo? ¿El Gobierno? Peor todavía: cambia el partido que gana unas elecciones, cambia el Gobierno y éste puede pensar que hay gente que no le sirve y... Estamos en una sociedad en la que la persona se mide por su eficacia y productividad, y una vez que ya no resulta tan eficaz ni productiva se piensa en tener el derecho de eliminarla, como están haciendo en Holanda. Ahí están las estadísticas: en ese país hay 30.000 muertes dulces al año. Las personas mayores en Holanda tienen mucho miedo de ir a visitar al médico, porque se preguntan si en vez de recetarles algo para la diabetes no les darán un barbitúrico o un veneno.

P.- Hablemos del preservativo. El Pontificio Consejo para la Salud que usted preside ha elaborado, a petición de Benedicto XVI, un estudio sobre el preservativo y, en concreto, sobre el uso del profiláctico como medio de prevención del contagio del sida. Ni Juan Pablo II ni Pablo VI encargaron antes un estudio similar. ¿Es posible un cambio de actitud por parte de la Iglesia respecto al condón?

R.- El Papa Benedicto XVI, cuando al inicio de su Pontificado le presenté los trabajos del Consejo que presido, me encomendó que iniciara un diálogo a propósito del preservativo con la Congregación de la Doctrina de la Fe. Comencé dicho diálogo, no con un documento a publicar, sino con un estudio interno, científico y teológico, que pertenece a los estudios previos que se suelen entregar a la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero que no constituyen estudios a publicar. Cuando la Congregación de la Doctrina de la Fe, bajo la disposición y aprobación del Papa, elabore una respuesta al respecto, según lo que el Papa disponga, esta respuesta será o no publicada. El Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud no es un órgano doctrinal de la Santa Sede, sino Pastoral. Por tanto, no me toca a mí dar ninguna directiva al respecto, sino recibir las que la Congregación para la Doctrina de la Fe elabore y el Papa apruebe, y darles el cauce conveniente. Nosotros nos hemos limitado a hacer un estudio interno, como tantos que se hacen en la Congregación.

P.- Pero ningún Papa anterior había encargado un estudio sobre el preservativo.

R.- Bueno, en tiempos de Pablo VI no existía el sida.

P.- Pero en los tiempos de Juan Pablo II sí.

R.- Juan Pablo II siempre mostró una enorme preocupación por el sida. Tanto es así que el 27% de todos los centros sanitarios dedicados a combatir este flagelo pertenece a la Iglesia católica. Este dato lo podemos apreciar comparándolo con el 44% de los centros restantes que atienden los diferentes estados en el mundo, con el 18% que atienden organismos no gubernamentales y con el 11%, a cargo de otras agrupaciones religiosas. Como una herencia, el Papa Juan Pablo II creó una Fundación que se llama El Buen Samaritano, dedicada a favorecer con medicamentos a los enfermos más desprotegidos del mundo. Y Juan Pablo II jamás, jamás habló del preservativo, ni en un sentido ni en otro. Además, en sus últimos años, el Papa Juan Pablo II era todo bondad, pero no le era casi posible expresarse. Cuando yo estaba con él me producía una angustia muy grande porque hablarle era como hablarle a la pared. A causa del Parkinson no podía demostrar ninguna emoción, tenía una máscara que no se podía quitar. Yo creo que no debemos ser tan exigentes con un Papa que en los dos o tres últimos años de su vida, cuando se intensificó el debate respecto al preservativo y el sida, estaba ya muy enfermo. Pero era un asunto que le preocupaba, vaya si le preocupaba.

P.- Y cuál es su opinión personal, ¿cree que la Iglesia debería abrirse un poco al preservativo, permitiendo al menos su uso en aquellos matrimonios en los que uno de los cónyuges padece el sida?

R.- ¿Mi opinión personal? Por el cargo que ocupo, yo soy portavoz del Papa, no puedo expresar mi opinión personal. Mi obligación es ser plenamente fiel al encargo que he recibido.

P.- Pero percibe en la Iglesia una corriente cada vez mayor apertura respecto al preservativo...

R.- Hay tantas cosas, tan difíciles... No caigamos en la simplicidad de pensar según los parámetros reduccionistas de condón sí o condón no.


«Me planteé ser cura como una ecuación, de manera cartesiana»

Si me permite la curiosidad, ¿usted por qué se hizo sacerdote?

- Porque sentí que nuestro Señor me llamaba. Aunque he de confesarle que fue algo que me planteé en términos de una ecuación. Ser sacerdote, me dije, significa esto y esto otro. Y luego me pregunté: '¿tú tienes la capacidad?' Sí. '¿Y quieres o no?' Sí, quiero. Me lo plantee así, de manera cartesiana.

En todos los años que lleva en Roma, ¿ha notado muchos cambios en la Iglesia?

- Hace casi 52 años que soy sacerdote. ¿Qué si ha habido cambios? Muchísimos. A mí me tocó, por ejemplo, una Iglesia pre Vaticano II, los tiempos de Pío XII, a quien conocí siendo estudiante en Roma. Para muchos, el Concilio Vaticano II fue percibido, si no como algo heterodoxo, sí como algo extraño. Como anécdota le diré que un profesor mío murió por el Concilio Vaticano II. Era un canónigo ya viejo y no supo asimilar el cambio. Le vino una depresión enorme y murió. Ha habido muchísimos cambios. Y los sigue habiendo. Pero lo fundamental permanece, aunque el resto se va adaptando a los tiempos.

Como mexicano, ¿qué piensa de la llamada conquista de América por parte de España?

- Fueron tremendos sus paisanos... Pero yo no me puedo quejar. Durante unos actos en conmemoración del V Centenario en Madrid me tocó representar a América Latina en un discurso. Y le puedo decir que los ponentes españoles dijeron pestes contra España. Me tocó a hablar a mí y lo primero que les dije fue que yo le estaba agradecidísimo a España de que nos hubiera llevado la fe. Y con respecto a todas las tropelías que denunciaban que se habían producido durante la conquista de América, fíjense que a lo mejor fueron ciertas, pero no las cometieron ustedes. Los que las cometieron fueron los españoles que se marcharon de España, es decir, fueron mis padres. ¿Y ustedes creen que yo voy a hablar mal de mis padres? Ni que estuviera loco...

¿Qué les diría a los que acusan a la Iglesia de entrometerse de manera inaceptable en el debate político?

- La independencia y el respeto mutuo entre la Iglesia y el Estado se imponen dada la misma naturaleza de ambas sociedades. Sin embargo, así como los miembros de la Iglesia, o de cualquier agrupación religiosa, deben someterse a las leyes civiles en cuanto ciudadanos, el Estado no puede prohibir que la Iglesia cumpla su finalidad para la que ha sido instituida, indicando qué es lícito y qué no según la propia misión que ha recibido, máxime cuando la Iglesia se refiere a quienes a ella pertenecen. La Iglesia no impone, sólo propone. Valga la comparación: porque las campanas suenan no me llevan encadenado a misa.


LA CUESTION

- ¿En qué casos considera la Iglesia que es moralmente lícito rechazar un tratamiento médico?

- Cuando el paciente o, en el caso de inconsciencia, las personas que legítimamente lo representan, se encuentran frente a terapias que puedan restituir al enfermo la salud, tienen la obligación de aceptarlas, pues el quinto mandamiento, 'no matarás', empieza por no matarse a uno mismo. Pero si no es ese el caso, pueden rehusarlas. Por parte del médico, éste siempre debe respetar la voluntad del paciente en cuanto a aceptar o no el uso de dichas terapias, tanto de las que se prevé que tengan éxito, como de las que sean meramente paliativas. Otra cosa es interrumpir una terapia curativa una vez aceptada, ello no es lícito, salvo que la pretendida terapia se encuentre ya dentro de la categoría de ensañamiento terapéutico. Finalmente, hay que dejar claro que la nutrición y la hidratación no pertenecen al ensañamiento terapéutico pues no son propiamente terapias, sino medios ordinarios de vida.

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