Domingo, 18 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6300.
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 CATALUNYA
LA TRASTIENDA
Sin argumentos, risas
ALEX SALMON

Tomarse en serio las cuestiones políticas de los otros partidos forma parte, no sólo de la decencia parlamentaria, sino de la seguridad que tenga cada uno en sus ideales o iniciativas. Algunos niños en la escuela se mofan de sus compañeros cuando no han construido su personalidad. La inseguridad y el miedo provocan en los jóvenes situaciones estridentes y de vergüenza escénica que acaban entre risas y descréditos. Lo peor es que este tipo de escenas, tan habituales en adolescentes, están faltas de argumentos.El temor a lo inseguro conduce a ello.

Todo eso se puede entender entre púberes. Qué le vamos a hacer.Ya fuimos jóvenes y sabemos de lo que estamos hablando. Pero entre parlamentarios, la cuestión es más delicada. De entre las muchas conversaciones que mantuve con diferentes líderes políticos tras la jornada de elecciones el pasado noviembre, la que establecí con Albert Rivera superó el interés medio. Se trataba del nuevo líder de una nueva formación política. Su llegada a la escena parlamentaria tenía el atractivo de la Historia.

Aquella conversación fue diferente a la del resto. Todo era virgen, por lo tanto era como adentrarse en la desconocida selvita que hay junto a Tucumán, en Argentina. Le adelanté una cuestión que parece que se está convirtiendo en la metodología a seguir por algunos partidos respecto a Ciutadans: le dije que intuía que en el Parlament los iban a tratar con mofa, utilizando la sonrisita del desconocimiento, la que te convierte en bufón porque a la corte le interesa.

Hay que recordar que hace sólo seis meses estos tres diputados eran ciudadanos normales y corrientes, De eso se trataba, aunque algún diputado de Iniciativa se haya olvidado de su pasado. Vivían sus vidas con normalidad. Uno en la Caixa, otro dando clases en un Instituto y el tercero en la Seguridad Social. Personas normales, como las que votan a los partidos homologados, que, con sus intereses y simpatías políticas, se convierten en los principales clientes de la democracia.

Por ello, cuando el único argumento que existe para debatir ideas se visualiza con el insulto de la indiferencia es que o hay temor o desvergüenza, y no creo que sea éste el caso.

Es cierto, Antonio Robles no tiene una oratoria florida, José Domingo no controla todos los temas en los que el partido ha decido figurar y Albert Rivera tiene 27 años en un espacio donde la una buena parte de la media de años en el nefasto vericueto político es de esa misma edad. Es cierto, hacen lo que pueden.Eso los convierte en presas fáciles entre tanta moqueta, palabrería, discurso tramposo y burocracia. Todo ello forma parte de la vida parlamentaria. No seré yo quien lo critique, pero tampoco puede ser utilizado en contra del nuevo partido. Formación que está más cerca de la reflexión que hace la calle de los diputados, que la que hacen éstos de sí mismos. Puede que, precisamente detrás de esa idea, exista el distanciamiento entre sociedad y políticos.

Partamos de una base. Estos tres diputados se manifiestan más orgullosos por sus cargos electos que muchos diputados, que siguen respetando la elección con profesionalidad, pero con el tiempo se olvidaron de priorizarlo.

Por ello, los 90.000 votos de Ciutadans deben ser respetados como las propuestas de otras fuerzas políticas son respetadas.Si el único debate existente es que los textos presentados tienen faltas de ortografía es que estos señores diputados no se han enterado de nada. Si el único ataque parlamentario consiste en menospreciar las palabras de otro diputado por la utilización del término senyoreta, con las risotadas insustanciales de la cámara, como ocurrió en una de las primeras intervenciones de Robles en el estrado, querrá decir que algo no está funcionando en la clase política catalana.

Sigo los debates del Parlament a través de 3/24. Todos los partidos tienen diputados que muestran poca soltura a la hora de defender una idea, ni consistencia ciudadana. Todo repleto de obviedades, de esas que gustan tanto en la vida de partido. Pero deben ser respetados porque ponen sus cinco sentido en ello. ¿Por qué no existe ese respeto hacía Ciutadans? ¿Por qué esa mofa que comenzó el primer día con el método de «a ver qué me van a explicar estos pipiolos»?

No sé cuánto durará Ciutadans, aunque una vez hecho el camino de ida, el de vuelta importa de forma relativa. Pero, evitando analizar ese aspecto todavía dudoso pero ahora mismo poco importante, Ciutadans tiene unas cuantas ideas claras. Ideas que comparte una parte de la sociedad catalana y que sólo el temor a esas ideas, que bien difundidas, sin estridencias y heroicidades, pueden hacer mucho daño, puede explicar esa obsesión que tienen algunos diputados de convertir sus argumentos en textos de opereta.

No sólo defiendo a Ciutadans. Es un apoyo a todo aquel que la única respuesta que recibe a un planteamiento, sea del tipo que sea, se reduce a una risotada o al chiste descalificante.

Tendrán que aguantar. Ellos, y el que sea. En Cataluña, defender las dos lenguas al unísono, en igualdad de condiciones, tiene una respuesta positiva del 70% de la población. Entre los políticos y la clase periodística, la cosa cambia. Pero el sentido común siempre llega.

alex.salmon@elmundo.es

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