CAROL ALVAREZ
BARCELONA.-
Esclavas sexuales, mujeres vendidas como una vulgar mercancía. Algunas no tienen más de 15 años. Nicoletta tenía esa edad justa cuando vivió un infierno similar al que llevó a lanzarse al vacío desde un undécimo piso a una compatriota.Su historia tuvo un final agridulce: sus proxenetas fueron detenidos, juzgados y condenados a más de 50 años de cárcel, pero ella no salió indemne y arrastra secuelas psicológicas que probablemente no supere nunca.
Corría el 6 se septiembre de 2002 cuando Nicoletta, 15 años cumplidos, se presentó en una comisaría. Había escapado de la explotación sexual a la que la sometían sus captores. De una situación inhumana en la que, tras teñirle el pelo, maquillarla y vestirla con ropa seductora para aparentar más edad, la habían forzado a prostituirse en los alrededores de la Avenida Diagonal y en las Ramblas. Que la habían vejado y agredido sexualmente.
Y contó en la comisaría que todo empezó el día que un tratante de blancas topó con ella en Rumanía. La misión del traficante de era «reclutar» adolescentes rumanas que aspiraban a una vida mejor, más digna y feliz, en España, y una vez aquí, venderlas a proxenetas albaneses o rumanos.
Su hermana Raluka, de 17 años, sufrió su misma suerte y fue vendida por 2.000 euros, aunque se liberó antes del asedio, cuando fue interceptada por las autoridades francesas en su viaje rumbo a París.
Nicoletta se ganó la confianza de sus captores para que bajaran la vigilancia sobre ella, y el primer día que salió sola a hacer la calle, escapó y les denunció. Acabó con una red de trata de blancas, pero aún ahora, teme por su vida y llora.
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