Domingo, 18 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6300.
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Un 'despertador' en el corazón de Africa
Odisea muestra en un documental la despreocupación de muchos africanos respecto a la transmisión del sida
E. ALVARADO

MADRID. - ¿Qué hace un blanco, puertorriqueño, portador del VIH, haciendo el pino en la República Democrática del Congo, en pleno corazón del Africa negra? Puede que se haya vuelto loco, que intente hacer reír a los niños o provocar a los adultos... pero lo cierto es que intenta despertar a los demás.

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El canal temático de televisión por cable Odisea (Ono, R, Telecable, Imagenio, Jazztelia TV y Vodafone Life) estrena esta noche (22.00 horas) Muzuzangabo, el despertador de los demás, un documental rodado durante tres años en la República Democrática del Congo como escenario natural de una tragedia imparable de proporciones bíblicas que amenaza a todo un continente: la propagación del sida.

Según datos de Naciones Unidas, en Africa hay más de 40 millones de infectados por el VIH. La FAO (Food and Agriculture Organization, de la ONU) asegura que más del 80% de las muertes por sida se producen en el continente negro.

Carlos Cordero es muzuzangabo. Portador del virus desde 1992, sobrevivir a la enfermedad fue tan difícil para él como encontrar un sentido a su vida. Su viaje al Africa negra tiene, por tanto, menos de insensato que quedarse en casa lamentándose. Protegido del avance de la enfermedad por los antirretrovirales, una alimentación equilibrada y un clarísimo objetivo vital, Carlos intenta difundir en el Congo un mensaje de esperanza: «Es posible vivir con el sida, pero tienes que hacerte el test, no propagar tu enfermedad y tomar las pastillas todos los días».

De las calles marginales de la ciudad, donde las prostitutas cobran más caro por el sexo sin protección, a los mercados, las escuelas, y los cuarteles, Carlos Cordero recorre incansable el antiguo Congo belga, se repite el test una y otra vez y trata de derrumbar uno a uno todos los falsos mitos que la superchería popular ha levantado alrededor de la enfermedad. «No vais a morir por haceros el test, yo me lo he hecho muchas veces y no he muerto»... «El sida existe, no es brujería ni es una invención: el sida existe y mata, no es un Síndrome Imaginario para Descorazonar a los Amantes»... repite de plaza en plaza.

El trabajo del muzuzangabo es incansable y, a veces, desalentador. En Africa, el sida tiene prácticamente un único vehículo de transmisión: el sexo. «Para vosotros el sexo tiene algo de violento. Os gusta el sexo seco, en el que haya fricción y la fricción provoca erosiones y heridas, y por la sangre de esas heridas va el sida. Si no os ponéis un preservativo podéis contagiaros y contagiar a los demás», dice Carlos a un grupo de soldados en un cuartel próximo a Bukavu. Pero a muchos jóvenes congoleños practicar el sexo seguro les parece tan repugnante «como comerse un caramelo envuelto en el papel».

En los 70 minutos que dura Muzuzangabo, Carlos, además de intentar sensibilizar a los ciudadanos de los peligros de vivir de espaldas a la enfermedad, también visita a comunidades de enfermos ya concien- ciados y en tratamiento con antirretrovirales, que tratan de organizarse para cuando Médicos Sin Fronteras (que les proporciona gratuitamente las pastillas) delegue en el Estado. El miedo de todos ellos es no tener entonces acceso al tratamiento ni a una alimentación sana que les proteja de otras infecciones.

Muzuzangabo tiene dos padres: Carlos Cordero y Sergi Agustí, director de la cinta. Ambos se conocieron a través de Médicos Sin Fronteras, con los que Agustí ya había rodado varias veces, una de ellas en Sierra Leona, sobre un equipo de fútbol compuesto por mutilados de guerra.

Si las palabras de Carlos y su trabajo en el Africa negra tendrán repercusión en las vidas de las personas a las que zarandeó con su experiencia, es relativamente fácil de ver: quienes despertaron a su voz puede que tengan una oportunidad de sobrevivir, los que no quisieron escuchar morirán pronto de sida y además contribuirán a que se siga extendiendo la enfermedad.

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