Domingo, 18 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6300.
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CARTA A LOS SEGUIDORES DEL CANTANTE
Celebración
Este martes sale a la calle 'Papito', el disco que Bosé ha grabado haciendo duetos con 15 cantantes (Alejandro Sanz, Alaska, Amaia Montero...), excusa para que el hijo de Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé haga balance de 30 años sobre los escenarios
MIGUEL BOSÉ

Creo tanto en los accidentes y en el valor de todo lo que se tuerce, que cuando algo empieza a pintar bien me pongo nervioso, muy nervioso y desconfío. Es más, rezo para que se frustre. Por ejemplo, una manifestación que se disuelva, pongamos que por culpa de un granizo repentino y violento y que disperse a su gente, siempre me ha traído, al reparo de sus portales, encuentros mucho más interesantes, sólidos y beneficiosos que la defensa de cualquier causa.

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Planificar no sirve de nada, es sólo un buen oficio. El arte es otra cosa. Es patrimonio de quien es capaz de improvisar y de reconducir lo adverso. Es algo incómodo que pone contra la espada y la pared y no deja más opción de salida que a través de ella. Sufrirlo es lo suyo. Quejarse o especular es de funcionarios y de fanfarrones. La sabiduría más corriente, la de a pie de calle, lo sabe y maneja un sentido muy común, muy práctico y personal que asume que la única materia real con la que se pueden construir los sueños es sólo a partir de la que hay, de lo que a cada uno le toque en suerte y punto.

Dicen, y también lo digo yo, que crecer cuesta. Pero si el hacerlo compensa más de lo que todas sus penas valen, vale la pena el hacerlo y de ello doy fe. Porque las naturalezas auténticas no maduran, dicho sea con todos mis respetos hacia los muchos puestos de trabajo que los viveros dan, sino a pesar del capricho de las estaciones. Eso es de ley, de Dios, y me consta que válido incluso para el resto del naufragio.

Confieso no ser lo que quise, pero sí más de lo que esperé y todo por accidente y gracias a una vida plagada de conjuros. Nací donde me tocó sin previa negociación, fui precoz en casi todo y sin ayudas, gocé de privilegios tempranos de los que demasiado tarde o nunca dispuse, crecí con mano dura y disciplina férrea como los niños de bien de entonces debían, y sobreviví como gato panza arriba porque en la penumbra del salón de mi casa colgaban muchos libros tan huérfanos como yo y a los que me alié sin pedirle permiso a nadie. Tuve acné a la edad que hay que tenerlo y un físico tan turbador, que de no haber estado Franco en vida, nunca hubiese desatado en el prójimo aquellos pensamientos turbios que por entonces desató, y a los que más tarde la democracia apaciguó y llamó deseos.

La Transición política fue el paisaje de fondo sobre el que empecé a ser. Y por muy tolerante que se las diese, no la recuerdo que conmigo fuese del todo lo que se dice comprensiva. De no haber entendido a tiempo que uno nace y luego se hace, hoy probablemente sería un yonqui más, hijo de.

Corrían tiempos de compromiso social y Linda no venía al caso; es más, avergonzaba. Normal. Pero desde siempre se sabe que lo que nace del instinto, en general acaba siendo futuro. Como todo lo que no tiene ni lógica ni sentido hoy, acaba por ser bandera mañana. Y eso, a quien se pare a pensarlo demasiado y no goce la vida, va y se le escapa.

Contra los gustos de una mitad, chocan las necesidades de la otra, y eso es así desde siempre. Fue ahí que me dije, si de Dominguín tengo sangre, que me aspen si no soy capaz de demostrar lo torero que soy.

Lo único que nunca traiciona es el ADN y yo sabía que el mío era de buena calidad. Lo que desconocía era cuánta era su fortaleza, cuánta su capacidad de determinación y cuán supremo el don con el que cargaba para aliarse al tiempo. Cómo se cuenta es patrimonio exclusivo de las castas de los de pura raza.

No por nacer en plena fama se crece preparado para el éxito. Cuando todo estalló, me puse a surfear sobre la cresta de la ola, consciente de que en cualquier momento podía aplastarme. Pero el olor a independencia fue, como para cualquier adolescente, la vacuna contra el vértigo. A la edad en la que uno aún se cree inmortal, me tiré al vacío. Durante y mientras fui aprendiendo las reglas del respeto que la vocación que uno elige exige, y no sé si por estrategia o por si acaso, me apliqué en todo con entusiasmo y criterio y así pasaron 10 años...

Pero en lo más alto de una carrera de lo más sólida y rentable, empezaron a retumbarme en la cabeza melodías que me quitaban el sueño, que no podía controlar y que me hicieron terriblemente infeliz. De golpe perdí las ganas por defender todo aquello en lo que hasta entonces había creído y me apagué, lleno de tristeza, sin respuestas. Y es que a mi pesar, se anunciaban tiempos de cambio...

Por accidente topé con Roberto Colombo, mi gran maestro. Hoy todavía dependo de él y no consigo deshacerme de su magia, que fue mi salvación. Fue él quien apostó por un proyecto que en la más absoluta clandestinidad fuimos construyendo y que acabó por llamarse Bandido. Tal audacia tuvo fatales consecuencias. El contrato que tenía fue cancelado y del día a la mañana, en pleno auge de carrera, me encontré en la calle.

Pero ese fue el inicio de un lenguaje en la música y de una determinación que desde entonces y hasta aquí me trae hoy. El resto, de sobra ya es sabido...

Si de algo me acuso es de divina soberbia, cualidad que sólo merece ostentar quien sin dar síntomas de quejas sobreviva a pesar de sus flaquezas. De paciencia ni hablemos, la que llega con los años por mucho que uno se empeñe en no quererla y que incomoda. No voy a decir más, ya demasiado se ha dicho. Si el río es ancho, es ruidoso y es normal que desde la otra orilla no se escuchen los gritos. A veces es mejor y más conveniente no oírlos...

Hoy toca celebrar y por Dios que voy a hacerlo. En el nombre de mi padre, clásico, tierno, formal e ingenioso, y en el de mi madre, audaz, bella, visionaria y severa, que de mí hicieron a la vez hombre y mujer de bien, doy gracias a quien jamás me cuestionó, más a todo quien decida en adelante nunca hacerlo, porque en fin de cuentas, sólo a ellos debo todo lo que fui y lo que en un futuro pueda seguir siendo. Sólo a ellos, que sois todos vosotros, mis únicos y más íntimos responsables de lo que soy, hoy más que siempre vayan mil gracias de todo corazón por estos primeros 30 años de salud y alegría, con todas sus consecuencias. Es más, nos seguimos viendo. Miguel.

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