Ganar en menos de dos minutos / EL MUNDO

PALMA.- Cuando los equipos de la Liga española de fútbol acuden a disputar competiciones europeas a los estadios de conjuntos ingleses y alemanes, el consejo de los entrenadores suele ser siempre idéntico: hay que salir al campo a aguantar como sea la embestida inicial y llegar al primer cuarto de hora sin haber recibido gol.

En la pasada eliminatoria de la Champions ante el Bayern, el Real Madrid de Capello pagó caro el estado de levitación con que sus futbolistas saltaron al césped. Y ayer, en el ONO Estadi, al Betis le ocurrió lo mismo. O, mejor dicho, le sucedió lo mismo por partida doble ya que, en apenas dos minutos de partido, Pereyra y Arago ya habían puesto en franquicia al Mallorca en el marcador con dos jugadas prácticamente calcadas: saque de esquina botado por Ibagaza, desconcierto generalizado de la zaga bética y remate a gol del conjunto local. La única diferencia residió en que la primera diana fue un cabezazo a bocajarro de Pereyra y la segunda, un remache de Arango sobre la línea tras detener Doblas un disparo de Víctor.

Con 88 minutos por delante y un 2-0 a su favor, el Mallorca se aprestó a reafirmar el cuarto triunfo consecutivo en casa ante un rival maltrecho y desconcertado que, sin embargo, no tardó mucho en dar señales de vida, aprovechando las múltiples facilidades que Varela, en una tarde especialmente aciaga, ofrecía en el flanco derecho de la zaga.

Edu dispuso de la oportunidad más clamorosa, pero Moyà tocó suavemnte y el brasileño en vez de rematar a portería acabó despejando el esférico. Entretanto, el Mallorca, pertrechado atrás para defender su cómoda ventaja, confiaba todos sus afanes ofensivos en el prodigioso talento de Ibagaza. ElCaño brilló ayer con luz propia en el ONO Estadi y demostró que es uno de los mejores cerebros del fútbol español: inteligente, clarividente, hábil y certero, el argentino se bastó para cargar sobre sus espaldas todo el juego creativo del Mallorca y traer en jaque a una defensa, la del Betis, en permanente estado de shock.

Lo peor de marcar tan pronto es que, para el espectador, el duelo se convirtió en algo sin demasiado interés. El Betis tuvo alguna que otra opción, pero nadie del ONO Estadi vio peligrar los puntos para los suyos, que fueron durmiendo el partido hasta que murió.

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