No hubo caceroladas, pero sí decenas de jóvenes vestidos de naranja guantánamo que portaron una pancarta que decía Por la paz, no a la guerra y nuevos abucheos -«Aznar, al Tribunal Penal Internacional»- a los protagonistas de la fotografía de las Azores.

Unas 400.000 personas, según los organizadores -sorprendentemente, ni la Comunidad de Madrid ni la Delegación del Gobierno hicieron sus cálculos esta vez-, exigieron a George W. Bush, a Tony Blair, a José María Aznar, a Mariano Rajoy y a todos sus «feroces seguidores» que «pidan perdón a las víctimas» de la Guerra de Irak.

El acto, organizado por el Foro Social de Madrid, tuvo el respaldo del PSOE y de IU, de los sindicatos UGT y CCOO, de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo y de más de un centenar de ONG y colectivos sociales. En otras ciudades españolas, y también en varios lugares del mundo, se repitió una marcha cuya razón de ser era protestar por un conflicto «inmoral» e «injusto» que sigue existiendo y que ya se ha cobrado la vida de más de 600.000 personas y que cada semana produce 1.000 muertos.

Pero el largo lema de la convocatoria -Por la paz, no a la guerra, no a la violencia, por el fin de la ocupación de Irak, por el cierre de Guantánamo- daba para mucho. Así, la manifestación les sirvió a los asistentes para protestar también por las tropas españolas desplegadas en Afganistán, a pesar de que el secretario de Movimientos Sociales del PSOE, Pedro Zerolo, repitió una y otra vez desde detrás de la segunda pancarta, la de los políticos, que la misión española en el país afgano «está bajo la supervisión de la ONU haciendo labores humanitarias y de reconstrucción».

«Por supuesto que el Gobierno español tiene que salir de Afganistán», opinaba la expresiva Asma, española de origen sirio de 18 años, portando una pancarta que mostraba los niños mutilados en el Líbano. «Un país no se puede meter en la política de otro», la ayudaba Sumaya, española y marroquí de 17 años. Las dos acudieron a la cita con sus amigas del barrio, todas ataviadas con chador y con muchas ganas de gritar.

Mientras, el coordinador de IU, Gaspar Llamazares, le tiraba de las orejas al Gobierno a pocos pasos de Zerolo: «En el asunto de Afganistán el PSOE está manteniendo la herencia del PP, en mi opinión equivocadamente».

Pero si había algo en lo que todos se ponían de acuerdo es en querer dejar claro que la izquierda está «en contra de cualquier tipo de violencia». «Incluida la del 11-M y la de ETA», apostillaba el candidato socialista a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Rafael Simancas.

Insistía, micrófono en mano y en el estrado, la directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regàs: «Estamos en contra de todos los terrorismos».

Pilar del Río, esposa del premio Nobel José Saramago -que no pudo asistir por encontrarse enfermo- leyó el texto que el escritor había redactado: «Cada muerto, sea en Irak, sea en Madrid, sea en Euskadi, es nuestro dolor. Se llamen Miguel Angel Blanco, Ernest Lluch, Daniel Alonso Palate, José Couso, Mohamed... Todos los nombres representan a todos nuestros muertos».

Sus palabras fueron interrumpidas por la multitud, agradecida al presidente del Gobierno por tomar la decisión de retirar las tropas españolas de Irak -«Zapatero, no estás solo», se oía- y todavía dolida con su predecesor, Aznar, al que se le llamó «asesino» en varias ocasiones.

El PP no iba a ser el blanco de esta concentración, pero fue inevitable que este partido estuviera presente en los gritos y en las pancartas. Los asistentes comentaban incluso el acto popular convocado en Pamplona. «Navarra no está en peligro de ninguna manera», sentenciaba rotundo Felipe Rey, un extremeño de 69 años, mientras se ajustaba una elegante corbata.

«Hemos venido, no nos han traído» fue la frase más coreada, en alusión a los autobuses que el principal partido de la oposición fleta en toda España cada vez que convoca una manifestación en Madrid. Se oía: «Vosotros, fascistas, sois los terroristas», «Telemadrid, manipulación» y «Juicio a Aznar».

«Dónde están, no se ven, los obispos del PP», tarareaban con sonrisa traviesa la portavoz de IU, Inés Sabanés, y la responsable de Relaciones Internacionales del PSOE, Elena Valenciano. Junto a ellas, el director Pedro Almodóvar; los actores Juan Diego Botto y Enrique Simón; la peletera Elena Benarroch; la cantante Rosa León; la directora de cine iraquí Hana Al-Bayaty; el candidato socialista a la Alcaldía de Madrid, Miguel Sebastián; y varios líderes sindicales.

Todos intentaron que la gente cantara en varias ocasiones el Himno a la Alegría, pero la idea no tuvo mucho éxito. Sí causaron sensación, en cambio, los claveles rojos que se repartieron al final del acto. Y la gratificante sensación de saber que la izquierda ha vuelto a recuperar las calles de Madrid.

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