La procesión arrancó en la catedral de Washington y rompió en la nieve acumulada ante la Casa Blanca. Fueron más de 3.000 pacifistas cristianos, algunos con sotana, armados con velas eléctricas y con la idea de rezar por los muertos de Irak. La policía deshizo a empujones la convocatoria religiosa y se llevó esposados a más de 200 por pararse ante la mansión presidencial.
Así arrancaba la jornada de protesta por el cuarto aniversario de la invasión de Irak, que ayer convocó a miles de personas al otro lado del río Potomac, ante los muros impenetrables del Pentágono, como 40 años atrás en la marcha histórica contra la Guerra del Vietnam que se cobró 600 detenidos y acabó en batalla campal. La de ayer en Washington, a los gritos de «¡Fuera de Irak!» y «¡Traed las tropas a casa!», fue la avanzadilla de un largo millar de protestas que se irá sucediendo de costa a costa hasta las madrugada del 19 al 20 de marzo, cuando se cumplan cuatro años del inicio de la guerra que no cesa.
«Estamos aquí a la sombra de la máquina de guerra», afirmaba la activista por la paz Cindy Sheehan, que perdió a un hijo en Irak. «Necesitamos cerrarla».
George W. Bush no fue testigo de las protestas de ayer ni de los arrestos entre la parroquia cristiana. Decidió refugiarse en Camp David y desde allí lanzó una severa advertencia a los demócratas: «El presupuesto para financiar la Guerra en Irak y en Afganistán debe ser aprobado sin ataduras y sin retrasos».
Con un pírrico 28% de aceptación popular y con siete de cada 10 americanos opinando que «las cosas van mal en Irak» (según el sondeo divulgado ayer por la CBS), el presidente evitó a toda costa mirar hacia atrás y centró su discurso radiofónico del sábado en la batalla del presupuesto.
Tan sólo el 22% de los estadounidenses es partidario de aumentar las tropas, frente al 56% favorable a un repliegue paulatino o a la retirada total. Aun así, Bush prometió seguir con sus planes (los refuerzos se acercan ya a los 30.000 soldados) y advirtió que fijar fecha para la retirada traería «consecuencias desastrosas».
El presidente acusó a los demócratas de «querer poner las esposas a los generales» y amenazó con vetar cualquier intentona para recortar los 95.000 millones de dólares con destino a las dos frentes.
«Señor Bush, mi hermano cristiano, no necesitamos un aumento de las tropas», replicó desde el púlpito de la catedral de Washington el pastor baptista Raphael Warnock. «Lo que necesitamos es un aumento de la conciencia, del activismo y de la verdad». El reverendo Jim Wallis, de Testigos Cristianos por la Paz de Irak, proclamó: «¡Esta guerra es una ofensa contra Dios! Esta guerra es un error moral y lo lleva siendo desde el principio».
Líderes religiosos, veteranos de guerra, familias de soldados y pacifistas de toda procedencia convergieron ayer en el mall de Washington, antes de la caminata hacia el Pentágono. Convocaba la coalición ANSWER (Actúa Ahora para Frenar la Guerra y Acabar con el Racismo), criticada a veces por dividir más que aglutinar el movimiento pacifista.
Bill Hackwell, portavoz de ANSWER, afrimó: «La gente que se opone a la guerra no sólo vota o sale a la calle, sino que participa activamente en el movimiento antibelicista».
Decenas de policías a caballo separaron la marcha de la trinchera en la que otras 2.000 personas gritaban en apoyo a Bush y portaban pancartas como: ¡Combatid a la Yihad, y no a nuestro ejército! «La Guerra del Vietnam empezamos a perderla aquí y esta vez puede ocurrir lo mismo si retiramos nuestro apoyo a los soldados», declaró el veterano Larry Stimeling, con uniforme de camuflaje.
Los Veteranos por la Paz marcaron el camino en la otra marcha. Entre ellos, el ex marine Jeff Carroll, con una pancarta que fue marcando el camino hacia el Pentágono: Orgulloso de nuestras tropas, avergonzado de nuestro presidente.
La marcha convocó a unos 50.000 manifestantes, según la policía. No hubo incidentes importantes, como la noche anterior. El frío dispersó en un par de horas a la desabrida multitud, donde no faltaron lamentos por la ausencia de líderes políticos y por la «cobardía» de los demócratas.
Horas después, los californianos se lanzaron a la calle en Los Angeles, San Francisco y Santa Bárbara. Otro veterano, Ed Ellis, encabezó una en Hollywood y vaticinó un «cambio definitivo de rumbo» en la actitud de los estadounidenses hacia la guerra.
En todo el mundo, Roma, Praga, Buenos Aires, Budapest, Atenas, Copenhague o Estambul, centenares de miles de personas se manifestaron contra la Guerra de Irak.
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