Domingo, 18 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6300.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Deportes
Cultura
Toros
Comunicación
Última
Crónica
Nueva economia
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
Que nadie le diga lo que tiene que hacer a alguien que ya ha decidido cuál debe ser su destino (Proverbio árabe)
Haz Click Aquí
 MUNDO
CUATRO AÑOS DE GUERRA DE IRAK / Un futuro incierto
La amenazante fragmentación del territorio iraquí
El país podría dividirse en zonas controladas por el Gobierno y EEUU y otras por la insurgencia
ROSA MENESES

Irak, Estado fallido. Desde que en 2003 fue derrocado el régimen de Sadam Husein, el Estado vive un auténtico colapso. Más allá de experimentar un clima de guerra civil, lo que ocurre en Irak es consecuencia del hundimiento de las instituciones. Su situación es muy similar a la que se vivía en Liberia en 1992 o a la que se enfrenta Somalia desde 1991, e incluso Afganistán desde la caída de los talibán. Irak es un Estado frágil.

Publicidad
Como recordaba James J. Hentz -que dirige el Departamento de Estudios Internacionales del Instituto Militar de Virginia- en una reciente carta al diario Financial Times, «un Estado en colapso es el que ha perdido sus prerrogativas de soberanía: ya no provee de servicios básicos a sus ciudadanos, no controla su territorio y no posee el monopolio sobre el legítimo uso de la fuerza». Y añade: «Capturar o controlar la capital no es suficiente». En el caso de Bagdad, ni siquiera eso es así: el Gobierno y las tropas estadounidenses no están seguros fuera de la Zona Verde.

El conflicto iraquí contiene varios conflictos a la vez. Señalaba el columnista de The New York Times Thomas Friedman que «Irak está tan roto que ni siquiera puede tener una guerra civil en condiciones». Hay una guerra entre las tropas de EEUU y la insurgencia iraquí. Otra entre suníes y chiíes. Otra en el seno de las facciones chiíes. Otra entre pequeñas milicias por el control de determinados barrios de Bagdad y otras ciudades. Otra entre las facciones suníes de Irak y las células controladas por Al Qaeda. Todas ellas son guerras asimétricas, en las que la desigualdad entre los contendientes es muy acusada.

Y a todo esto se añade una altísima criminalidad: secuestros, asesinatos, escuadrones de la muerte... Por eso, concluye Hentz, definir lo que ocurre en Irak como «guerra civil» es incorrecto y, en alusión a la nueva estrategia de Bush para el país árabe, «enviar 20.000 soldados más para intentar arreglar un Estado fallido no funcionará».

El think-tank International Crisis Group estimaba en su informe Qué hacer en Irak después del informe Baker-Hamilton que el Estado iraquí, «fatalmente debilitado y hundido, está en manos de las milicias armadas, las fuerzas sectarias y la clase política que, poniendo su beneficio personal en el corto plazo por encima de los intereses nacionales a largo plazo, son cómplices de la trágica destrucción de Irak». Según este texto, los líderes políticos se están convirtiendo gradualmente en señores de la guerra.

Por ahora, no existe ninguna posibilidad para Irak de reconstruir sus estructuras estatales. Las fórmulas creadas por los tecnócratas estadounidenses se basan en cotas confesionales y étnicas, lo cual ha destruido la identidad nacional iraquí. Para Awni Kalamji, portavoz del Frente Patriótico Iraquí y miembro del Mando Unificado de la resistencia iraquí, «la actual Constitución no puede ser el verdadero germen del Estado iraquí. El Estado tiene que construirse a base de los principios de ciudadanía e igualdad entre ciudadanos».

Aunque eso es lo que pretende la insurgencia, no está claro que la situación de Irak mejore con una retirada estadounidense, dado el arraigo de la inseguridad. Según el análisis de Kalamji, lo que sí puede ocurrir en el corto plazo es que «la resistencia termine controlando determinadas áreas e imponiendo su autoridad en ellas».

Así, se crearían pequeñas bolsas de territorios, diferenciados de la autoridad central, lo que acentuaría más la fragmentación y la fragilidad de Irak como país. El propio Bagdad podría quedar dividido entre barrios controlados por el Gobierno y el Ejército de EEUU, especialmente la fortificada Zona Verde, y áreas bajo la autoridad de los grupos insurgentes.

«Esas zonas liberadas por la resistencia tendrán estructuras de Gobierno e instituciones propias que luego se extenderán al resto del territorio cuando las tropas extranjeras se retiren», precisa Kalamji, que se entrevistó con EL MUNDO mientras se encontraba de visita en España invitado por la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Irak (CEOSI).

Cuando se produzca, una retirada de las fuerzas estadounidenses de Irak tiene que servir para replantear todo el erróneo sistema político que se ha construido bajo su sombra. Y esto traerá nuevos enfrentamientos. Irak necesitará líderes políticos capaces de acometer decisiones constructivas, establecer un sistema de Estado que asegure el reparto del poder y de la riqueza del petróleo e incorporar a los antiguos funcionarios -suavizando las leyes de desbaazificación- para arropar con su experiencia a un Estado sin rumbo.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad