URSULA MORENO. Especial para EL MUNDO
BERLIN.-
Las expectativas puestas en el viaje de la canciller Angela Merkel a Polonia eran imposibles de satisfacer en su totalidad, dadas las evidentes disonancias que existen entre ambos países. De «problemas de comunicación» los calificaba esta semana el embajador polaco en Berlín. Pese a todo, la mandataria alemana volvía anoche a Berlín con los deberes hechos. En primer lugar, ha logrado facilitar el diálogo con el presidente, Lech Kaczynski, ganándose a Polonia para los debates europeos. Y en segundo lugar todo apunta a que el Gobierno de Varsovia está dispuesto a incluir a la OTAN en las negociaciones sobre un escudo antimisiles estadounidense.
La vecina Polonia es uno de los Estados miembros más reticentes a la Carta Magna europea. De ahí que uno de sus principales retos de la presidenta de turno de la UE en este viaje de dos días a Polonia -acompañada de su marido, Joachim Sauer, para imprimirle un carácter más personal- era despertar el espíritu europeo de Kaczynski. Y su compromiso a firmar el próximo fin de semana la Declaración de Berlín en la capital alemana, donde se celebrarán los festejos por el cincuentenario del Tratado de Roma, es un primer paso en esta dirección.
Desplazados
En el discurso que pronunció Merkel en la Universidad de Varsovia, subrayó la importancia que Polonia tiene para Europa. Citó a poetas polacos y agradeció la labor del sindicato Solidaridad por su contribución a la reunificación de Alemania. No faltó tampoco el mea culpa que se espera de todo mandatario alemán que visita Polonia. Merkel dijo que su país es consciente del dolor y el daño causado a los polacos, ante la realidad de seis millones de polacos muertos en la II Guerra Mundial. En este sentido, y ante las cíclicas tentativas revisionistas, apuntó que nunca permitirá que se reinterprete la Historia. Y dijo que su Gobierno no respaldará las reivindicaciones patrimoniales de los alemanes desplazados después de la guerra que el Tercer Reich declaró a Polonia.
Con este discurso, Merkel no sólo se ganó a la audiencia, sino al parecer también a Kaczynski, que parece haber dado su brazo a torcer en las negociaciones sobre el escudo antimisiles que quiere instalar Estados Unidos en la República Checa y Polonia. Ayer en Varsovia Kaczynski dijo que estudiaría la propuesta de Merkel de que la OTAN no quede al margen de las negociaciones.
La preocupación queda patente en el artículo que firma hoy el ministro de Asuntos Exteriores germano, Frank-Walter Steinmeier, en el dominical Frankfurter Allgemeine Zeitung, en el que menciona el riesgo de una nueva carrera armamentística.
Steinmeier insta a los gobiernos de Washington y Moscú a no recaer en la visión de la Guerra Fría, ya que un escudo antimisiles no podría ser razón ni excusa para un nuevo rearme.
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