JACOBO GARCIA. Especial para EL MUNDO
MÉXICO DF.-
Pretendían que fuera un acto íntimo que formalizara su situación y pusiera fin a muchos años de lucha. Pero la unión entre Antonio y Jorge derivó en un histórico beso que ayer publicaban todos los periódicos de México derrumbando, de paso, uno de los mitos más arraigados del país, donde ser muy macho o tener pantalones siguen siendo valores dispuestos a celebrarse.
El enlace más esperado por miles de homosexuales y activistas mexicanos acabó convertido en una fiesta cargada de reivindicación y banderas arco iris, gracias a la entrada en vigor en México DF de la Ley de Sociedades de Convivencia (LSC), que permite desde el viernes las uniones entre personas del mismo sexo en la capital.
Ante el escándalo de la derecha, la comunidad gay celebró como una gran victoria, regada en tequila y mezcal, la entrada en vigor de la novedosa ley, impulsada por la izquierda del PRD (Partido de la Revolución Democrática). Al grito de «¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo!», habitual de los campos de fútbol, y tras cuatro años de convivencia, Antonio y Jorge fueron los primeros en decir «sí, acepto» frente a decenas de fotógrafos y activistas, ante quienes homenajearon «a las nuevas generaciones de hombres y mujeres que se encuentran con un ámbito legal más amplio».
«Sabemos que no es una boda y tampoco queremos que se haga un megashow, ni que digan que somos dos locas casándose», dijo la pareja. Su enlace, apadrinado por el Defensor del Pueblo de la ciudad, Emilio Alvarez Icaza, y la dramaturga Sabina Berman, ha estrenado una norma a la que se han acogido ya otras 580 parejas, casi todas homosexuales.
La LSC entró en vigor cuatro meses después de ser aprobada. La iglesia ha expresado su rechazo y el conservador PAN (Partido Acción Nacional), actualmente en el poder a nivel nacional aunque en la oposición en el Ayuntamiento de la capital, presentó una iniciativa para impedir que estas parejas puedan adoptar. Según aclararon las autoridades, la nueva ley no legaliza los matrimonios (que siguen teniendo más derechos) entre personas del mismo sexo, sino que «da reconocimiento legal a hogares establecidos por dos personas adultas sin discriminación de su forma de vida», lo que les garantiza la seguridad patrimonial.
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