Domingo, 18 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6300.
OPINION
 
Editorial
NAVARRA NO QUIERE SER MONEDA DE CAMBIO

Una gran bandera de Navarra precedió ayer la manifestación de casi 100.000 personas -la sexta parte de la población total-, que salieron a la calle en Pamplona para defender sus fueros y la españolidad de esta comunidad. Miguel Sanz, presidente de Navarra, flanqueado por su Gobierno y la plana mayor del PP, leyó un vibrante comunicado pactado entre UPN y CDN, los dos partidos que gobiernan en coalición.

«Navarra es una realidad política inquebrantable» que forma parte de «una gran realidad nacional que es España», afirmó Sanz, que aseguró que los navarros jamás consentirán que su comunidad se convierta «en la cuarta provincia vasca».

Sanz interpeló directamente a Zapatero, al que pidió que «no juegue» con «el destino» de su comunidad y exigió un compromiso público de que los socialistas navarros no pactaran un programa de gobierno con los nacionalistas. Igualmente se refirió a la estrategia de ETA y Batasuna para anexionarse Navarra mediante «el discurso más adecuado en cada momento» con el objetivo de avanzar «paso a paso».

Aunque Zapatero ha asegurado que respetará la voluntad de los navarros, la realidad es que la desconfianza se ha instalado desde hace muchos meses entre un amplio sector de la población. Estos ciudadanos tienen hoy la percepción de que el Gobierno de Zapatero quiere retomar una negociación en la que ETA exige la anexión de Navarra como moneda de cambio por el cese de la violencia. Ese sentimiento de inquietud quedó reflejado en la manifestación de ayer, que podría ser interpretada como un toque preventivo de atención al presidente.

ETA ya ha dejado muy claro que ese abandono de las armas tiene un precio político. Entre tanto, la banda sigue extorsionando a cientos de empresarios vascos y navarros mediante cartas, fechadas el mes pasado, en las que exige el pago de al menos 60.000 euros. La patronal vasca Confebask confirmó ayer que ETA sigue extorsionando a sus miembros y que esta vez el envío de cartas puede calificarse de «masivo».

La condescendencia del Gobierno con este chantaje, con la kale borroka y con los continuos desplantes de la izquierda abertzale ha sembrado la desconfianza entre muchos ciudadanos vascos y navarros, que temen que Zapatero no va a ser capaz de defender con la suficiente firmeza la Constitución y el actual marco jurídico frente a ETA y los nacionalistas.

La claudicación del Gobierno tras la huelga de hambre de De Juana ha dejado en evidencia una inquietante vulnerabilidad ante una banda que está dispuesta a recurrir a cualquier método para conseguir lo que quiere, como lo demuestra el envío de esas cartas que corroboran que ETA no renuncia al chantaje. Zapatero ha ido desplazando la pelota hacia adelante para ganar tiempo, pero su Gobierno se va a tener que definir dentro de un par de semanas cuando Batasuna presente sus candidaturas en Baracaldo -sea con su propio nombre o bajo una nueva marca-, como anunció ayer.

Tarde o temprano, Zapatero tendrá que optar entre defender el actual marco constitucional con mucha mayor firmeza o hacer concesiones sustantivas a las fuerzas políticas que quieren desmembrar el Estado, lo cual sería un verdadero suicidio político por su parte.

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