Aún no eran las once de la mañana cuando el presidente de CiU, Artur Mas, llegaba ayer al teatro de La Passió d'Esparreguera.Departió con los medios sobre asuntos como la crispación que reina entre el PSOE y el PP, la posibilidad de que CiU «centre a España» o la manifestación del sábado en Navarra. «Desde Cataluña tenemos que hacer lo necesario y lo posible para intentar centrar España, y quien más lo puede hacer es CiU, porque queda demostrado que al existir nosotros en Cataluña la política catalana está mucho más centrada y no está polarizada entre los dos extremos», adoctrinaba.
Hasta aquí, todo previsible en un líder político. Acto seguido, en lugar de acomodarse en la platea para seguir el espectáculo como en anteriores ediciones, Artur Mas y su esposa, Helena Rakosnik, se dirigieron a los camerinos para enfundarse los vestidos con los que iban a participar en la función como dos figurantes más del pueblo hebreo.
El líder de CiU integró el cuadro de la Entrada de Jesús a Jerusalén, una de las escenas más esperadas y multitudinarias. Isabel Fernández, responsable de vestuario del espectáculo, aclaró enseguida que no le ha quitado el puesto a nadie, que «hay vestidos para todos».Fernández estaba ayer exultante. Alcaldable de CiU en Esparreguera, se autocalifica como «culpable» de que su jefe haya accedido a subir al escenario.
Cuando Artur Mas llegó a la sala de maquillaje, ya iba ataviado con túnica, pañuelo y sandalias. Una decena de reporteros gráficos atestiguan su transformación. Su mujer, atenta, no veía claro lo de la barba postiza. «Le envejece», apuntó al verlo. Mientras, Mas insistió en señalar que en el escenario sólo iba a «hacer de bulto», y prefirió no establecer «ningún paralelismo» entre el via crucis electoral de CiU y el espectáculo religioso: «Cada uno lleva su cruz en la vida», subrayó.
El patio de butacas, mientras tanto, se llenaba. Un matrimonio joven aguarda el inicio del espectáculo entre bromas: «Sabemos que viene Mas, sí; lo que desconocemos es si tiene previsto sacar después un DVD de su actuación». Dos filas más atrás, una militante de CiU sostenía que el líder de su partido actuó en La Passió «para buscar votos en las elecciones municipales». Y otro espectador propuso, con sarcasmo, que el año próximo «participen todos los políticos a la vez, incluso los de Madrid».
Empezó el espectáculo, y en pocos minutos se producía el debut del figurante Mas. En el centro del escenario, en primera fila y cerca de Jesús, el protagonista, identificarlo entre la masa de actores aficionados resultó sencillo. Era el de la amplia sonrisa.
La fugaz actuación de Mas sobre el escenario terminó en cuatro minutos de reloj, como estaba previsto, y sin recitar una sola frase. Esta vez no le tocaba. Para no haber ensayado el papel ni una sola vez, el líder nacionalista se defendió con soltura sobre las tablas. «He actuado por imitación», confesó tras su debut.
Poco antes de despojarse del traje clásico y emprender rumbo hacia Berga para atender otro compromiso, el presidente de Convergència i Unió recalcó que su reciente experiencia ha sido «algo puntual».Al parecer, el actor secundario Mas no está abierto por el momento a escuchar más ofertas teatrales.