Borsele, una mancomunidad de 15 ayuntamientos y con 22.000 habitantes fue el municipio designado por el Gobierno para ubicar el ATC de Holanda, que se inauguró en 2003. Esta región fronteriza con Bélgica, soporta una gran actividad industrial y marítima, al canalizar el tráfico de grandes barcos hacia Amberes.
El ATC se ha instalado muy cerca de la única central nuclear del país, una térmica de carbón, una refinería, una planta de gas, un astillero de plataformas petrolíferas y una planta química.
Los vecinos de Borsele apenas se opusieron al ATC, quizá por estar ya acostumbrados al riesgo industrial y a las jugosas compensaciones que reciben por ello. Se añade que el proceso de participación fue largo, «honesto y directo», como le gusta decir al alcalde. Además, pintaron el edificio de colores.
Pese a la precisión holandesa, llama la atención que no se haya tenido en cuenta la subida del nivel del mar debida al cambio climático, en un lugar ya situado bajo este nivel. Tal situación colapsaría el funcionamiento del ATC.
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