Lunes, 19 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6301.
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 CULTURA
Y ahora... 'Eduardo Manostijeras'
Llega a Nueva York el montaje firmado por Matheew Bourne, uno de los coreógrafos británicos con mayor prestigio
JULIO VALDEON BLANCO. Especial para EL MUNDO

NUEVA YORK.- Eduardo Manostijeras, el chico triste, criatura atormentada con un polvorón de azucar en su pecho, toma Broadway. La suya es una historia para llorar a barra libre, limpia de sacarina, lejos de moralejas tontoides, un prodigio de narratividad y frescura que rompió esquemas y revigorizó los cuentos infantiles sin recurrir al sentimentalismo.

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Cimentó la fulgurante progresión de Tim Burton, antiguo dibujante de la Disney al que sus jefes miraban inquietos. En la mollera de aquel muchacho, como en la de Billy Wilder, bailaban cuchillas.

Adaptación de su obra maestra, el Eduardo... de Burton ha sido dirigida por el dramaturgo, coreógrafo y director británico Matheew Bourne. Bourne, quizá el especialista en musicales más laureado del Reino Unido (el único que ha sido agraciado con el Tony), colecciona bombazos. Bailarín durante 14 años, su adaptación del Lago de los cisnes rompió taquillas. Cuando adaptó el Cascanueces logró que fuera televisado por la BBC1: fue el primer ballet emitido por el canal en más de 20 años.

Curtido en transformar lugares comunes, dueño de un admirable sentido del ritmo, suya fue la última reencarnación de Mary Poppins, y exitazos como Cenicienta, High-land Fling, Spitfire, o The Car Man. Eduardo... fue estrenada en Londres y recaló en París y Tokio, pero faltaba el estreno neoyorquino: por tradición, y suculentos ingresos, meca absoluta del teatro musical. Sin duda, y a juzgar por las estrellas designadas para los roles principales, a nadie se le ha escapado la importancia económica que supone la Gran Manzana.

Sin duda una de las apuestas más viscerales de la producción es su ausencia de diálogo: toda la obra se desarrolla muda, y la música, compuesta por Dany Elfman (autor de las partituras de Chicago, Big fish, Dead preasidentes y Sommersby) suplanta las palabras con fórmulas que nacen de una experiencia a prueba de fracasos y experimentos: puro músculo made in Broadway para animar la más extraña, antinatural criatura representada junto al cruce de Midtown y la esquizofrénica Times Square.

La gira que llega a Nueva York alcanzó antes Los Angeles, San Francisco y otras capitales, pero tanto los productores como Bourne conocen bien la trascendencia del estreno: arrasar en Nueva York equivale a amortizar gastos: un espectáculo que triunfe en las calles adyacentes a Times Square tiene garantizada si no la inmortalidad sí la fluidez necesaria para complacer a los acreedores. A juzgar por el vertiginoso ritmo de ventas de entradas, Eduardo Manostijeras ha cumplido con su parte del trato.

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