Ya sin disimulos ni matices de ninguna clase, el líder popular confirió a la próxima cita con las urnas un alcance político equivalente al de unas elecciones primarias y se atrevió a hablar de «cambio» para adelantar a mayo el preaviso de su propia victoria en las generales. Un deseo este último que, lejos aún de ser un pronóstico, al menos, dejaba de sonar con voz impostada.

«El cambio que necesita España debe empezar en los ayuntamientos», proclamó Rajoy en un escenario copado por los 400 cabezas de lista a las capitales de provincia y ciudades españolas de más de 20.000 habitantes. Entre ellos, aún más que los propios exponentes del «cambio», como Juan Ignacio Zoido en Sevilla o Alberto Fernández en Barcelona, brillaban ayer el confiado repetidor en la alcaldía de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, o el mucho más amenazado en su precaria mayoría en Vitoria, Alfonso Alonso.

«Las elecciones municipales son una magnífica oportunidad de recuperar la cordura», dijo antes aún Rajoy para objetar a la España de Zapatero un programa colmado no tanto de medidas concretas como de «sentido común», de «seriedad» y de «sensatez».

«Porque somos gente normal», repetía ayer el presidente del PP en un pabellón de la Casa de Campo en el que se acomodaban, ordenadamente sentadas, y abanderadas de naranja, alrededor de 2.500 personas. Rajoy se atrevió también a sortear su incondicional apoyo cuando exhortó a los suyos no sólo a trabajar y a «arremangarse» sino a hacer «una campaña no sólo dirigida a los que nos van a votar sino pensando en todos» .

Y es que, según Rajoy, la aportación de los populares a los ayuntamientos es, primero, «servir a la gente». «No sé para qué estarán otros», ironizó. Y segundo, enlazando con su mensaje nacional de las recientes movilizaciones y de toda la legislatura, «recuperar» y «contagiar» el «entusiasmo por España». «Ilusión» para una «España renovada»: éste fue el mensaje de un discurso en el que también se atrevió a vender la «felicidad» de los ciudadanos.

«Quiero que nuestra nación pueda andar por el siglo XXI como merece hacerlo: segura de sí misma, con las ideas claras y unida», proclamó el líder popular en lo que vienen siendo sus exhortos más aplaudidos.

La noción de nación y las explícitas referencias a España, al día siguiente de la masiva manifestación en Navarra, plagaron no sólo el discurso de Rajoy sino el de todos los oradores, empezando por Esperanza Aguirre, quien habló en su condición de anfitriona política.

«Gran Bretaña, Italia y Francia», dijo la presidenta de Madrid, portan sus enseñas «sin problemas» y ahora, «en el caso de España», tras las recientes movilizaciones, «ya nunca se tendrá la vergüenza de utilizar la bandera española». «Esto es gracias a Mariano Rajoy y al PP», sentenció.

El líder popular no se anduvo con rodeos y dedicó las primeras palabras de su intervención a glosar el éxito de dichas manifestaciones. «Gracias por defender España», dijo ayer Rajoy a los asistentes a sendas convocatorias; gracias por defender la libertad; y gracias por decir no más cesiones a ETA».

«Muchas gracias», continuó, «por apoyar la manifestación convocada por el Gobierno de Navarra, en la que participaron miles de personas de una manera serena, cívica, democrática, que pedían respeto para sus convicciones, que no querían ser moneda de cambio de nada, que defendían su identidad, que decían que eran navarros y españoles». «Un respeto que el PP le va a dar», concluyó, antes de suplantar al propio Zapatero en el papel que precedió a su victoria electoral de 2004 en sus protestas contra la Guerra de Irak. «El Gobierno se aleja de los españoles», dijo ayer Rajoy. Hace oídos sordos a lo que le dice la calle. El Gobierno no respeta que España es lo que digan los españoles y que contra el terrorismo hay que luchar y derrotar, no hay que pactar ni negociar ni pagar ningún precio político».

Si la de Madrid fue la manifestación contra la prisión atenuada del etarra De Juana y la de Pamplona fue la advertencia contra la negociación política con ETA, la presentación electoral de Batasuna bien podría verse seguida, a pesar del cansancio entre los populares, de una tercera movilización. Rajoy, por supuesto, nada dijo sobre ello.

Pero sí hizo una advertencia pegada a la actualidad. Haciéndose eco del «gesto» que el Gobierno aguarda de Batasuna para abrirle el paso a los ayuntamientos, Rajoy enfatizó que el único «gesto» que puede tener cabida es que ETA presente un comunicado «unilateral» en el que manifieste su voluntad de disolverse, dado que «la vida y la libertad son derechos inherentes» y «no hay pagos» por ellos.