Una, con la mesa de trabajo de estilo clásico, repleta a rebosar de papeles, y otra, para reuniones, de un diseño modernísimo, con dos ordenadores portátiles. En unas amplias estanterías destaca un dibujo de la bandera de España realizado por su hijo menor. El día de la entrevista -pedida con un año de antelación- hace mucho frío y empiezan a caer grandes copos de nieve sobre el río Potomac.

Conseguir una cita con Rodrigo Rato no ha sido fácil, teniendo en cuenta que su cargo y condición llevan aparejados oficialmente el rango de jefe de Estado. Y que, además, tiene un rígido contrato que no sólo le obliga a una absoluta independencia y neutralidad política, sino que también reglamenta, por ejemplo, su integridad moral, lo que significa que no puede aceptar regalos de ningún tipo y debe cumplir puntualmente con sus obligaciones económicas, como divorciado con hijos. A cambio, claro está, recibe un suculento sueldo anual -libre de impuestos- que tendrá carácter vitalicio cuando, dentro de dos años, deje de ser uno de los hombres más influyentes del mundo.

Tal vez por eso, antes de cerrar la cita, un buen número de asesores bombardea a la periodista con los requisitos del encuentro: se debe enviar un cuestionario previo, no se aceptarán preguntas de política, la entrevista deberá ceñirse exactamente a los 60 minutos solicitados y será grabada por los responsables de prensa de la institución. Una vez superados tales obstáculos, y las impresionantes medidas de seguridad del edificio, el encuentro con el protagonista resulta fácil, casi relajado. Rodrigo Rato sigue siendo el hombre inteligente, cordial, amable y campechano de siempre, y conserva como en formol esa habilidad innata de los políticos de raza para decir entre líneas lo que desean sin que nadie les acuse de incumplir con las obligaciones del cargo. Sigue siendo genio y figura y se mueve como pez en el agua entre la élite mundial.

PREGUNTA.- Stanley Fisher, el antiguo número dos del FMI, con Bill Clinton, dijo que esto era el gran Rolls Royce de las instituciones económicas y que, si te nombran jefe, te dan las llaves de ese coche y el derecho a conducirlo. ¿Así se siente?

RESPUESTA.- Ja, ja. A mí Fisher me dijo que era un Porsche. Pero se refería a que esta institución responde a desafíos y estímulos, no porque sea lujosa, que sería el Rolls Royce, ni carrozona, sino porque es muy dinámica y con gente muy buena. Ese símil lo he recordado muchas veces, porque aquí la máquina, la gente, responde.

P.- ¿Ser director general del FMI significa hablar de tú a los jefes de Estado? ¿Cómo se siente estando al mismo nivel que George W. Bush o que el Rey?

R.- Yo no hablo de tú a los jefes de Estado. Una cosa es que a los organismos internacionales nos coloquen detrás de los jefes de Estado y delante de los primeros ministros en las ceremonias oficiales y otra que les llamemos de tú. Me entrevisto con presidentes o primeros ministros de muchos países, pero soy consciente de que lo hago como funcionario internacional, y estoy al servicio de esos países.

P.- Pero en este despacho el poder y la influencia se palpan. ¿Se cree más poderoso o más influyente?

R.- Es posible que puedas tener cierta capacidad de influencia, no lo niego, pero no es ni mucho menos una cuestión de poder. El FMI tiene una importante influencia y en él se discuten cosas relevantes para la economía mundial, pero no es el poder que tiene un ministro.

P.- ¿Qué retos tenía cuando llegó y cuáles ha visto ya cumplidos?

R.- A mí me ha tocado una pérdida importante de los programas financieros, como consecuencia de las buenas condiciones económicas mundiales. La economía mundial está en un momento muy bueno, pero seguramente las crisis financieras volverán y, cuando lo hagan, no serán ni buenas ni pequeñas.

P.- ¿Se está preparando esta institución para las vacas flacas?

R.- La institución se tiene que preparar, pero también los países. El FMI está cambiando, se está dotando de instrumentos más acordes con los mayores riesgos, las consecuencias de los mercados financieros en la economía real...

P.- ¿Cómo se siente alguien cuando se dice de él que es capaz de poner a España entre los países económicamente más poderosos de la tierra y que el actual Gobierno vive de sus rentas?

R.- No quiero hablar de política, pero tengo dos percepciones sobre esa cuestión. La primera, que resolvimos los desafíos que nos encontramos al llegar al Gobierno, y no heredamos una situación demasiado buena, lo que no quiere decir que no dejáramos cosas para el siguiente. Tengo la conciencia tranquila de que en el Gobierno de José María Aznar resolvimos los problemas más importantes de la economía española y dejamos al Gobierno socialista una buena oportunidad. La segunda, que fuimos un buen equipo de trabajo.

P.- Mucha de su gente son altos cargos, aun estando en la oposición.

R.- Estoy muy satisfecho de la gente con la que trabajé en los dos ministerios, y además noto que es mutuo, que todos creemos que se hicieron cosas importantísimas para España.

P.- Las malas lenguas dicen que José Luis Rodríguez Zapatero se hizo un favor a sí mismo apoyándole para que ocupara este cargo, porque se quitó de encima un competidor de primera magnitud...

R.- Sin comentarios.

P.- Vamos, que no echa de menos su etapa anterior.

R.- No, carpe diem. Disfruto del momento sin echar de menos etapas anteriores. Además, el yoga también lo aconseja.

P.- En resumen, que vive al día y agotará su mandato sin escuchar los cantos de sirena que le piden que vuelva como gran salvador para que el PP gane las elecciones.

R.- Claro que agotaré mi mandato, que concluye en junio de 2009.

P.- ¿Y después volverá a la política nacional? La gente de su partido le echa mucho de menos...

R.- A los que me aprecian se lo agradezco mucho, y a los que no me tienen estima tampoco les tengo demasiada manía. Es lógico que tenga buenos amigos, porque he estado muchos años metido en política, pero no es para tanto.

P.- ¿Qué opinión tiene de Mariano Rajoy? ¿Cree que su liderazgo está consolidado, o no?

R.- Rajoy no sólo es un buen líder, es el mejor que puede tener el PP, y sinceramente creo que su liderazgo está completamente consolidado. No suele venir por aquí, pero hablo con él por teléfono de vez en cuando y tenemos una magnífica relación.

P.- Y a Aznar, ¿le ve?

R.- Sí, Aznar viene por aquí de vez en cuando y le veo bastante. Lo que pasa es que muchas veces estoy de viaje cuando él viene. En realidad, más del 40% del tiempo estoy de viaje, pero sigo teniendo buena relación con mis amigos. Muy buena. Y Aznar lo es.

P.- ¿Cómo ve la economía española en estos momentos?

R.- España está en un buen momento, y tiene una buena oportunidad, aunque están creciendo algunos desequilibrios, desde el punto de vista de la competitividad y del equilibrio exterior. Si bien los últimos datos de los últimos meses indican que la inflación ha bajado, se debe seguir mirando con mucha atención esa cuestión, porque hay que ver el efecto del conjunto del año. Es verdad que la recaudación está beneficiándose mucho del crecimiento económico, pero no dejamos de ver un incremento del gasto primario que nos preocupa. España, como muchos otros países, tiene un desafío fiscal en el envejecimiento de la población.

P.- ¿Cómo se afronta que la población sea más vieja y, por tanto, menos productiva?

R.- De muchas maneras. Entre otras, teniendo dinero en el presupuesto para irte haciendo cargo de cosas que van a venir irremediablemente. Y si ahora aumentas el gasto primario a ritmos muy intensos, cuando el ciclo económico sea más bajo, habrá menos recaudación y habrá más problemas.

P.- Vamos, que las recetas son controlar la inflación y el ahorro en las cuentas públicas, ¿no?

R.- En el tema de las cuentas públicas en España hay que ser consciente de que hoy tenemos una situación con un componente cíclico muy fuerte. Hacen falta medidas estructurales y, en nuestra opinión, es más fácil tomarlas ahora que cuando el componente cíclico sea peor. Además, es necesario aumentar la competitividad de la economía. En el mundo de la globalización de mercados la competitividad es una cuestión esencial, y eso incluye mercados laborales, financieros, regulación, flexibilidad para que las empresas se abran, avancen, política impositiva... Es un conjunto de cosas, y también aspectos como la educación, la calidad de la regulación jurídica financiera... Todo eso es muy importante para un país, como España, que juega en la primera división.

P.- ¿Estamos realmente a la altura de una octava potencia o, por ideología política, el país se está alejando de los que serían nuestros socios naturales en tales circunstancias?

R.- Nosotros somos lo que somos. El octavo o noveno país del mundo, lo que hace que nuestras alternativas de competencia sean con esos países, no con el 16 o el 62. Competimos con los 10 países más importantes del mundo y eso es muy bueno, porque significa que tenemos un nivel muy alto, pero también exige que estemos muy encima de los temas a los que usted se refiere. Hay muchos países que lo están haciendo muy bien, y esto requiere un esfuerzo constante y que va mas allá de un ciclo político determinado.

P.- ¿Qué relación tiene con Pedro Solbes?

R.- Buena. Le veo periódicamente y él recibe los trabajos que hacemos para el Gobierno español, que son un chequeo de la economía española muy útil. Veo a Solbes y al secretario de Estado de vez en cuando.

P.- ¿Cómo ve los procesos de nacionalización que se están produciendo en América Latina, como lo que ha hecho Evo Morales con Repsol y otras empresas extranjeras?

R.- Desde el punto de vista del FMI, no se trata de una cuestión ideológica. Tanto si tienes compañías privadas como estatales, se trata de que estén en un mercado competitivo, porque eso beneficia a los consumidores. Y lo que beneficia a los consumidores debe ser un objetivo público. Por eso no somos partidarios de los campeones nacionales ni de esos conceptos que sacrifican al consumidor a costa de beneficiar a un grupo, por muy importante que sea. Las experiencias en el mundo indican que eso no funciona bien.

P.- Pero si se trata de petróleo o materias primas la cosa se complica.

R.- Otra idea que transmitimos a los gobiernos es que tomen decisiones sobre los sectores de materias primas no sólo a corto plazo, sino también a medio plazo. Hay que equilibrar los beneficios a corto con la necesidad de mantener los flujos de inversión. Uno de los problemas de América Latina es que no recibe la inversión internacional que debería recibir. Y para eso hay muchas explicaciones, pero una de ellas es que, si la gente tiene la impresión de que cada tres años a uno le cambian las reglas del juego, o gana mucho dinero en esos tres años o no va. Los gobiernos no pueden hacer esos juegos. Tienen que tener empresas competitivas mundialmente. Si son estatales da igual, aunque la experiencia indica que no es fácil con las empresas estatales, que suelen tender a los monopolios, y eso es malo.

P.- Pero eso será más complicado si los que gobiernan ideológicamente optan por la nacionalización a cualquier precio, ¿no?

R.- Éste es un debate muy importante. Y nos parece importante que no se retroceda en la estabilidad macroeconómica. No es una cuestión ideológica, ni partidista, ni geográfica. La estabilidad macroeconómica es lo mismo en todos los puntos de la Tierra. Si hay un problema de inflación, hay que resolverlo.

P.- ¿Prevé que se siga encareciendo el precio del dinero?

R.- Se ha encarecido el precio del dinero pero no el tipo a 10 años, que no está subiendo mucho. Mientras los mercados crean que las perspectivas de inflación son bajas, los ciudadanos tendremos tipos de interés relativamente bajos, y al contrario. Eso puede pasar por dos cuestiones: porque el crecimiento sea bajo, o porque la situación económica sea buena, y entonces se pueda crecer sin inflación. Indudablemente lo mejor es lo segundo. Pero la inflación sigue siendo un elemento clave.

P.- ¿Estamos preparados en Europa para hacer frente a dos gigantes como China y La India?

R.- Bueno, la UE también es un gigante. Es el área económica más importante del mundo en estos momentos, con casi 500 millones de personas con una renta per cápita muy alta. China tiene 1.700 dólares per cápita, es una economía emergente y muy potente en todo el sentido de la palabra. Pero todavía tiene muchos desafíos sociales que hacer.

P.- Pero tiene una mano de obra muy barata, y eso puede crear en Europa muchos quebraderos de cabeza, y también algunos complejos...

R.- Tampoco vamos tan mal. El número de empleos creados en Europa en los últimos cinco años es equivalente al de EEUU. Las reformas han funcionado, como en España e Irlanda, donde hay modelos de competitividad muy avanzados. No creo que los europeos tengamos complejos. Hemos hecho cosas espectaculares en los últimos años, como el euro.

P.- España es la octava potencia mundial, pero en el FMI figura en el puesto 16º. ¿Esto se va a arreglar?

R.- Una parte de los cambios que vamos a propiciar es darles a algunos países un peso más real que el que tienen hoy. Estamos en ello. Hay una voluntad y un reconocimiento de que eso es importante, pero los cambios en una organización de 185 países tienen que ser aceptables para todos. Los movimientos pueden parecer pequeños, pero son importantes.

P.- ¿Y cómo va a afectar a nuestra economía la inmigración? Porque en España es un fenómeno creciente y, para muchos, preocupante...

R.- La inmigración tiene muchos aspectos positivos. En EEUU, es una de las claves del dinamismo de su economía. Y las remesas de los inmigrantes se han convertido en un elemento muy importante de la economía mundial. Se trata de gente nueva que viene a trabajar y prosperar, y eso le da a la sociedad americana un dinamismo. Hay muchos aspectos positivos, aunque hay otros, que reconozco, como los temas culturales, que son más complicados. Pero vivimos en un mundo sin precedentes en los movimientos migratorios. El número de personas que se mueven de un sitio a otro es espectacular. Y eso no se puede parar. Hay que asumirlo y afrontarlo inteligentemente.

P.- En un mundo globalizado, ¿entiende este antiamericanismo latente que hay siempre en España?

R.- Las relaciones entre países se escapan de mi gestión. EEUU es una sociedad muy importante en el mundo, pero también hay otras sociedades muy importantes, como Asia, América Latina y Europa. La cooperación internacional es un elemento básico para que el mundo pueda resolver sus problemas, como los derivados de la inmigración, el cambio climático, los mercados financieros, los desequilibrios y todas esas cuestiones, que no se van a poder abordar si no es en foros internacionales y multilaterales. Todo lo que sea introducir multilateralismo en las cuestiones mundiales es un elemento de buen gobierno. Hoy vivimos en un mundo en que Europa y EEUU son lo mismo para muchas cosas. Las relaciones entre Europa y EEUU están muy trilladas, lo que no quiere decir que estén en todo de acuerdo, pero, para bien o para mal, están muy entrelazados, y no querer verlo así es un error.

P.- ¿Cree que España debe revisar su política energética y medioambiental?

R.- No es un problema español. Todos los países deben revisar su política energética y medioambiental. Hay dos fenómenos que no podemos olvidar. Primero, que el consumo energético del mundo va a más. Cada vez hay más gente consumiendo energía, por lo que es imprescindible tener una política energética de contención. Como segunda cuestión, hay un cambio climático provocado por la acción del hombre y hay que prepararse para esa cuestión.

P.- ¿Es usted partidario de abrir el debate en España sobre la energía nuclear, que tan mala prensa tiene?

R.- Tiene mala prensa en España y, aunque yo no soy un experto en energía, parece difícil plantease la política energética de un país sin tener en cuenta la energía nuclear. Éste es uno de los temas que tiene que estar en la agenda de cualquier nación en estos momentos.

P.- ¿Cree que la crispación política y el enfrentamiento pueden llegar a paralizar un país en términos económicos?

R.- No quiero entrar en política.

P.- Le pregunto esto porque supongo que tiene una opinión sobre la excarcelación de José Ignacio de Juana Chaos, que ha llevado a su partido a convocar una manifestación.

R.- Tengo opinión, ¡cómo no! Pero no voy a entrar en eso.

P.- Por último, dígame, ¿le molesta que le llamen el Javier Solana del PP? Por eso de que se ha convertido en una altísima autoridad internacional y también porque se le reclama como eterno sucesor...

R.- No, no me molesta nada. No había oído que me llamaran el Solana del PP, pero no me molesta. A Solana le conozco desde hace muchos años y es una persona que ha jugado un papel muy importante en la escena internacional, y no era fácil. Por lo tanto, que me comparen con él no es un demérito, sino un mérito. Está bien.