Lunes, 19 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6301.
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El 'burka' llega a España
Esta prenda comienza a utilizarse entre las musulmanas residentes en Madrid y Cataluña / El PP pide que se prohíba el velo islámico porque atenta contra la dignidad de las mujeres
ANA DEL BARRIO

MADRID.- Completamente tapadas pasean por el centro comercial. Apenas una rendija deja sus ojos al descubierto. Ajenas a la expectación que despiertan, contemplan los escaparates de las tiendas. Visten el burka, o más exactamente el niqab, en pleno siglo XXI, rodeadas de escaparates que les ofrecen lo contrario de lo que llevan.

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La imagen de la portada de hoy de EL MUNDO no pertenece a Afganistán, sino a la localidad madrileña de Alcobendas. El uso del burka es todavía minoritario entre las mujeres musulmanas residentes en España, pero, poco a poco, se va utilizando, especialmente en Cataluña y en Madrid. En Ciutat Vella, la Ciudad Condal, Vic (Barcelona) y en la comarca de El Vendrell (Tarragona), la estampa de mujeres con burka está dejando de ser insólita.

De hecho, el presidente del Grupo Municipal del PP en Barcelona, Alberto Fernández Díaz, ha pedido que se prohíba el uso de esta prenda en la ordenanza de civismo de la ciudad «por seguridad y dignidad de la mujer», una medida que también se está estudiando en países como Holanda.

Según las fuentes consultadas, hace 10 años apenas se veía a mujeres musulmanas con el hiyab por las calles de Cataluña, y ahora son muy numerosas las que llevan este velo.

«Creemos que el burka atenta contra la dignidad de la mujer. En una sociedad democrática consolidada no podemos consentir que a una mujer la degraden de esa manera», declara Alberto Villagrasa, concejal popular de Barcelona.

Plataforma per Catalunya también ha presentado propuestas en cuatro ayuntamientos para prohibir que las mujeres salgan a la calle con el velo islámico que les tapa la cara. En el Ayuntamiento de Vic, la moción fue rechazada por 20 votos en contra y sólo uno a favor, el del único edil de Plataforma y presidente de la formación, Josep Anglada, quien estima que el burka plantea problemas de seguridad ciudadana.

Discurso radical

La Policía ha detectado que ciertos imames están radicalizando su discurso en determinadas localidades catalanas. Su influencia se percibe enseguida, ya que mujeres que vestían a lo occidental comienzan a taparse y a cubrirse la cara.

En Madrid, son un grupo de mujeres musulmanas, procedentes de Arabia Saudí, las que tienen revolucionada a la clientela del centro comercial La Vega, en Alcobendas. Al establecimiento también asisten a menudo muchas otras mujeres con el hiyab, pero lo que nunca habían contemplado hasta ahora es a unas musulmanas cubiertas de arriba abajo por el niqab, un velo que sólo permite ver sus ojos. Al menos, es algo mejor que el burka, cuya túnica también cubre los ojos con una rejilla. «A mí me impresiona mucho verlas así. No me gusta. Creo que es una falta de respeto hacia nosotros», se queja una de las vendedoras.

Las mujeres van al centro comercial una o dos veces por semana, donde realizan la compra en el supermercado, acompañadas por sus hijos pequeños. Nunca van solas, sino en pareja, y pertenecen a una clase social acomodada, a tenor de lo que gastan. Apenas hablan español, no se relacionan con nadie y prefieren usar la caja amiga, en que el mismo cliente pasa los productos y paga, sin necesidad de que le cobre una cajera.

Es más, cuando la periodista se acerca a preguntarles que cuál es su país de origen, la miran con temor y extrañeza, salen despavoridas y se niegan a contestar. Sólo a la tercera ocasión en las que se las interroga responden en inglés y a regañadientes: «Saudi Arabia».

El anacronismo de sus prendas no está reñido con el uso de móviles. Tras ir a la tintorería, las mujeres se detienen en una tienda de telefonía, donde recargan su tarjeta. «Hablan lo mínimo, al menos con los hombres. Ni nos contestan cuando les preguntamos», explica el guardia jurado del supermercado.

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