Lleva la sonrisa tatuada en la comisura de los labios. Por allí se le desprende un deje andaluz suave, con el que se disculpa por haber llegado tarde. «Viniendo de un lugar como Cádiz, donde se puede ir a todas partes andando, Madrid se me hace grande. Casi tengo que coger un barco para ir de una punta a otra».
Ya no es esa niña que encogió el corazón de un teatro sevillano con la canción Ojos verdes, pero nadando aún en los veintitantos no ha terminado de ajustar la voz de Ana, su verdadero nombre, con la de Pasión Vega. «Aquel día en el Lope de Vega no me conocía nadie y canté Ojos verdes junto con otras canciones. Ya nunca he dejado de interpretar ese tema en ningún concierto».
Su vida iba dando brincos hacia el magisterio cuando se cruzó Pasión en su vida. «Estudié Educación Física porque me gustaba mucho, aunque ya cantaba y hacía mis conciertos. Ya entonces estaba dividida».
Su copla puede sonar a veces a balada, a swing, a fado contemporáneo, a jazz latino, a tango flamenco, a blues. «La música como idioma universal permite de forma natural mezclar culturas, idiomas, distintos tipos de instrumentos, de voces, y suena bien. El mestizaje es algo que ocurre en la sociedad, pero en la música la cosa es muchísimo más pacífica y natural que en la sociedad, donde nos pasamos el día tirándonos los trastos a la cabeza».
De disco en disco ha estado buscándose esta reina de la copla. Hasta que se topó consigo misma. La Reina del Pay Pay es su quinto trabajo y el espejo en el que ha empezado a mirarse. «Quizá esa etapa de Banderas de nadie y Flaca de amor fue una búsqueda de mí misma, de mis posibilidades, de mis virtudes y mis defectos. A partir de ahí surge una nueva Pasión, en continua evolución y comprendiendo mejor su punto de partida».
Ahora siente que tiene un público fiel al que «es difícil defraudar» y ha empezado a hacer otras cosas, aunque la discográfica Sony BMG (con la que lleva desde el año 2001) tuerza un poco el gesto. «Al principio tenía miedo, más que a defraudarme a mí misma, a que las cosas no salieran como todo el mundo esperaba. Cuando me quité ese peso de encima y empecé a trabajar un poco por mí, ya no me importó tanto arriesgar. Me meto hasta el fondo porque confío en que puede salir bien».
Sensible, perfeccionista, la crítica ha sido buena con ella: «Siempre he sido muy trabajadora, no me gusta confiarme. Me he desvelado mucho por mi música, por mi profesión».
Pasión comenzó su carrera artística con un repertorio clásico, pasando las grandes coplas por el filtro de su privilegiada garganta, lo que atrajo a un público más maduro que aún conserva. Sin embargo, ha ido incorporando otros aficionados, otros gustos, a medida que ha ido combinando su repertorio.
Este último disco incluye 12 canciones, 12 historias en las que homenajea al local Pay Pay situado en la gaditana calle Silencio: «Allí hubo muchas historias humanas. Estaban desde la descorchadora de cava hasta las mujeres de alterne, incluidos los hombres que se sentían mujeres y cantaban copla por la noche, sin censura. A la salida del local les esperaba el censor para multarles».
En un proceso de búsqueda de canciones, ha atraído a los mejores compositores hasta su órbita. En su último trabajo asoman nombres como el de Jesús Bienvenido, Rafael Pérez Botija, Javier Ruibal o José Luis Perales. «A veces se produce una conexión musical con los autores y después continúa también con una conexión personal. Retener esa amistad puede ser muy interesante porque aquellas personas son capaces de expresar, a veces, lo que yo misma no puedo».
Aparte La Reina del Pay Pay, tema central del disco, destaca el emotivo homenaje que realiza a Rocío Dúrcal en La gata bajo la lluvia. «Era una deuda que yo particularmente tenía. Veía sus películas cuando era pequeña. También me gustaba su faceta más mexicana, aquellas rancheras con Juan Gabriel y especialmente me ha gustado la canción que he incluido en el disco. Era un momento especial para poder recordarla: su música, su figura, sus maneras».
El disco también le ha dejado un dúo con Antonio Banderas (Soñando contigo). Alguien le comentó que el malagueño vería con buenos ojos que actuase en alguna de sus películas. «Tengo que llamarle y preguntarle. Estaría encantada. Yo hice Arte Dramático, lo cual no significa que me considere buena actriz. Pero hay que estar abierta a lo que la vida nos vaya proponiendo».
Sigue teniendo los mismos amigos y «ahora muchos conocidos», algunos de ellos en Madrid, que la reciben esta noche y mañana en el Teatro Nuevo Alcalá, allí resucitará el espíritu nostálgico del Pay Pay.
Hoy y mañana, a las 21.30 horas, en el Teatro Nuevo Alcalá (Jorge Juan, 62). Precio: entre 28 y 42 euros.
Pasión Vega.