ANA CONDA
Que si Pipi sale en una revista haciendo el moñas rollo peli porno serie Z en un adosado y, encima, graba un vídeo tipo Cómo se hizo... Pipi, el guarro; que si Mercedes Milá cuenta a los cuatro vientos las bondades de hacer caca en el mar cuando ¡más vale que se eche una hidratante! (porque si tiene la carita así y hace sus necesidades en cualquier sitio, reinas, me quiero morir...); que si la Campanario decide salir de la maternidad con unas botas de polipiel imitación antelina con cuarterones imitación borreguito y un vestido de licra malva; que si a Gema Ruiz todo le abandona excepto la laca Nelly...
Pero, ¿qué es esto? ¿Qué está pasando? Ya le he dicho a Mummy (a la que la tengo atada y con un bote de alpiste a su verita para que pueda alimentarse y no me dé el coñazo en medio de Anatomía de Grey y su carita de limón agrio): «Pa' que luego digas... ¡Si soy un amor y te tengo como un jaspe!». Pero ella no. Rebuscó en lo más interno de su pequeño ser (tampoco es que haya que rebuscar mucho en su 0,90 metros, talmente Salma Hayek) y me suelta: «Eres peor que Fabrizio y te gusta tanto el dorao como a Carmen Caballero».
Me puse loca. Vale que ni mentara a Mónica Pont, que me aburre soberanamente. Pero, ¿qué tengo yo que ver con Carmen Caballero? Vale que parece una cacatúa en Bijoux Brigitte y yo adore el oro golfi, pero toreritas atigradas con multicremallera no han entrado jamás en mi fondo de armario. Eso sí, para defender a Lola Flores ahí estamos como dos ardillas. En cambio, lo de Fabrizio, fíjate, me lo tomé mejor. Como Vilallonga. La verdad es que da gusto tener un padrastro así. Te casas en pareo. Le sacas las perras. Te divorcias. Le sacas las perras. Vives como una Pepa, sacándole las perras. Se pone malito. Ahí te quedas con tu ibuprofeno, vejestorio. Y encima, te adora. ¡Con ese pelo!
Yo jamás adoraría a un hijo mío con ese pelo. Yo, no. Ni con el de Fernando Alonso. Qué cabeza... Y si dijeras que tanto armazón sirve para algo... Mira la madre de Sonia Arenas, que ambas van serviditas de cabeza y complementos (dientes, arrugas nasofaciales, orejas... ¡Qué lobulillos!). Pues ahí la tienes (presuntamente, claro): presunta integrante de una mafia. Que te cogía la tarjeta de crédito por un lado y un bote de Fairy por el otro, te hacía unas réplicas flipantes y te pelaba viva. Por Dios, si servidora hubiera aprovechado un poquito más las clases de Pretecnología... Ahora me explico la ortodoncia de la niña. Con unos platitos Arcopal le ha dejado unos piños reflectantes. Eso es una madre. Por cierto, Belenchy (Esteban), bonita, ¿qué quieres que le regale a Andreíta para la comunión? Llámame, cari.
Invítame a tu fiesta a través del correo electrónico
anaconda@elmundo.es
|