Es cortante, firme, inteligente. Habla con una seguridad aplastante, incluso con altivez, como si en lugar de ser ministra de Exteriores de un país pequeño lo fuera de una primera potencia. María Fernanda Espinosa, 43 años, está tan convencida de que Ecuador merece que «le extiendan la alfombra roja» en Washington por su contribución eficaz y generosa al combate contra el narcotráfico y a la defensa de los Derechos Humanos, como de pertenecer al gobierno que reformará Ecuador.
Piensa que ese esfuerzo de renovación que ha emprendido Rafael Correa es apreciado fuera de sus fronteras y que, por esa razón, la actual crisis política no ahonda la imagen de nación inestable que ha tenido en la última década.
«Lo que vemos es que la comunidad internacional puede hacer la separación clara de lo que es el liderazgo del presidente Correa y lo que son sus intenciones de transformación. Más bien la percepción es que es un hombre joven, comprometido, ético, inteligente y con un liderazgo no sólo en el Ecuador, sino a nivel regional. En todo proceso de transformación tiene que haber unos reajustes institucionales, que es lo que está ocurriendo», explica a EL MUNDO en su despacho del Ministerio de Asuntos Exteriores en Quito.
Piensa, además, que pronto superarán el conflicto político que les ha dejado dos semanas sin Parlamento. «Somos optimistas en que este impasse entre el Tribunal Supremo Electoral y el Congreso llegará a feliz término, respetando el Estado de Derecho. Lo que ha hecho el presidente Correa es convocar a la concordia y a la paz, pero los partidos de la vieja política no logran adaptarse al proceso de cambio que está viviendo Ecuador. Es una revolución ciudadana».
Defiende la Constituyente como el motor del cambio y, al igual que hace el jefe del Ejecutivo, critica con dureza todo lo que representa la dirigencia tradicional y alaba lo hecho desde que asumieron el poder el 15 de enero pasado. «Es lamentable lo que ha ocurrido entre las dos instituciones, pero el país sigue caminando. Continuamos trabajando de sol a sol, avanzando en lo económico, en las relaciones exteriores, en los campos productivos. En dos meses ha habido cambios revolucionarios: programa de micro crédito, campaña de reconstrucción de escuelas, emergencia nacional en materia de salud, acceso a medicina gratuita».
Las advertencias del presidente Rafael Correa de revisar los contratos petroleros o de dejar de pagar la llamada deuda «ilegítima» no ahuyentan la inversión extranjera, a juicio de Espinosa, una mujer que ha dedicado los 10 últimos años de su vida profesional a defender políticas de desarrollo sostenible.
«La inversión extranjera es bienvenida si cumple la legislación laboral y medioambiental que tiene Ecuador. Obviamente, privilegiando los intereses nacionales. En los contratos petroleros del pasado las empresas tenían el 80% de beneficios y nosotros el 20%, y todos los gastos. Son casos donde no sólo la matemática no da, sino tampoco la soberanía y la dignidad del Ecuador».
Cuando se le pregunta sobre las dificultades que genera en su gestión internacional el carácter impulsivo del presidente Correa, que un día critica las monarquías europeas y otro la política de George W. Bush, interrumpe y dice que «no» es cierto que sea «impulsivo» sino un hombre «apasionado, comprometido, que dice lo que piensa y eso no es muy común.
Según la jefa de la diplomacia ecuatoriana, el presidente es «respetuoso con los regímenes de los otros países y está profundamente agradecido con la Familia Real española por toda la solidaridad demostrada con Ecuador».
Desdeña que se alinee a Correa con Hugo Chávez y que eso le pueda costar represalias en la Casa Blanca. «Ecuador merece que le pongan la alfombra roja. Este régimen ha declarado la lucha abierta contra la corrupción, está haciendo la estrategia mayor de prevenir el narcotráfico: combatir la pobreza y la exclusión, y está buscando una estabilidad interna en el país. Ser una nación rica en tejido social tiene un costo, pero es consustancial a los regímenes democráticos. Ha habido cambios de presidente por la fuerza que tienen los movimientos sociales, pero sin derramar una gota de sangre. A veces la gente se asusta porque aquí no hay un orden cartesiano, pero éste es un país democrático, vital, productivo, humanitario. Hay que ver las cosas de forma más equilibrada».
Le pregunto, para terminar, si no sería bueno que Ecuador fuera menos dinámico y que algún presidente pudiera terminar su mandato. La ministra responde con firmeza: «Yo estoy segura que este Gobierno va a durar cuatro años, va a hacer unos ajustes de orden constitucional, va a poner las cosas en orden. Hay un liderazgo indiscutible del presidente Correa. Sus índices de popularidad del 90% no tiene precedentes en nuestra historia».