Lunes, 19 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6301.
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Impresiones
España no debe permitir que haya mujeres sin rostro

La fotografía que hoy publicamos de dos mujeres cubiertas de pies a cabeza mientras hacen la compra en Alcobendas es lo suficientemente impactante como para abrir un debate social que los españoles hemos ido aplazando durante demasiado tiempo: el viejo dilema entre milticulturalismo y asimilación, entre el permisivo modelo británico y el restrictivo modelo francés, entre el respeto a la diferencia y la salvaguarda de los derechos humanos. Las protagonistas de la imagen de hoy visten el niqab, una túnica propia de algunos países islámicos que sólo deja al descubierto una rendija a la altura de los ojos. No llega a los extremos del burka afgano -que cubre los ojos con una rejilla-, pero igual que él oculta el rostro de quien lo lleva y en lo esencial es muy similar. Hasta ahora era habitual ver en España mujeres con el hiyab, un pañuelo que apenas tapa la cabeza y los hombros, pero en ningún caso niqabs o burkas. Desde hace un tiempo, sin embargo, este tipo de prenda empieza a hacerse familiar en localidades catalanas como Vic y en la periferia de Madrid y Barcelona. Los partidos deben dejar de dar la espalda a esta realidad y terminar con el vacío legal que hay en torno a ella. Una sociedad abierta como la española puede aceptar el uso del hiyab en centros educativos y ámbitos privados, pero en ningún caso debe permitir prendas como el niqab o el burka, que pueden incluso provocar problemas de seguridad al ocultar el rostro de quien las lleva y que, desde luego, son contrarias a los derechos humanos y a nuestras reglas de convivencia. En los últimos meses, el debate se ha recrudecido en países como Italia, el Reino Unido y Holanda. El PP ya ha solicitado que se se prohíba el niqab en Barcelona. Sería bueno que los grandes partidos aparcaran sus diferencias y consensuaran una ley estatal que dejara claros cuáles son los límites.

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