Cinco toros de María José Barral terciados y sospechosos de pitones. Nobles. El tercero fue un sobrero de Montalvo que se lesionó en el ruedo.

Jesulín de Ubrique: dos orejas y oreja tras aviso. Rivera Ordóñez: oreja en ambos. Cayetano: silencio y saludos.

Plaza de toros de Castellón, lleno.

CASTELLON.- Cayetano era la gran expectación del día. Al margen de otras consideraciones extrataurinas, éste era el primer compromiso importante del diestro tras su alternativa, por lo que la afición tenía curiosidad por comprobar su evolución y cuáles son sus posibilidades de cara a la temporada.

No tuvo suerte en el tercero, pues por dos veces se le lesionaron los toros. El titular de Barral se partió la pata y el sobrero llegó derrengado al segundo tercio. Sin embargo, algo ya no funcionaba bien cuando el matador, ante dos toros sin peligro, había perdido el capote hasta en tres ocasiones. Tras tres pinchazos y descabello hubo una leve petición de oreja.

El griterío que acompañó la salida de Cayetano en el sexto vino acompañado por una par de verónicas de buen trazo y una media para la fotografía. Ante un toro que exigía, ante todo dominio, estuvo a merced de su enemigo, que de haber sido más ofensivo le hubiera podido hacer daño.

El primer toro desarrolló una nobleza extrema por ambos pitones, lo que permitió a Jesulín mostrar toda su peculiar Tauromaquia: pases despegados, siempre rematados por alto al hilo de las tablas. El jesulitismo sonó como una verdadera sinfonía enmarcada en un inicio de festejo con los tendidos en plena ebullición: temple sin agobiar al toro, faena extensa y estocada efectiva.

El cuarto fue a más a lo largo del trasteo, hasta el punto que incluso logró que Jesulín diera una serie de redondos como mandan los cánones. El resto, pases y más pases que hacían suspirar por la muleta de cualquier otro matador que pudiera aprovechar las embestidas interminables de la res.

Rivera Ordóñez se ha pasado a la fe fandilista, hasta el punto que ya le imita, definitivamente, hasta en el tercio de banderillas, con el par al violín incluido. En sus dos toros, Rivera fue directo al grano tras comprobar el silencio que acompañó a sus series fundamentales: circulares, rodillazos, pases mirando al tendido.

Vistalegre.

Festejo matinal en la madrileña plaza de Vistalegre. Se lidiaron astados de Montalvo. David Luguillano, silencio y dos orejas. Antón Cortés, ovación y oreja. Alvaro Justo, ovación y dos orejas.