Cuando juega, apuesta fuerte y echa el resto. Y ahora la partida de Juan Echanove se disputa, noche a noche, sobre el escenario de Plataforma, la adaptación teatral que Calixto Bieito ha realizado sobre la novela de Michel Houellebecq. «Es el papel más difícil de mi vida. A escasos centímetros de los de El cerdo y Como canta una ciudad de noviembre a noviembre», reconoce el actor, que encarna a un hombre que ha perdido toda esperanza en la vida y las relaciones y se refugia de su dolor en la pornografía.
Pregunta.- ¿Por qué le interesó el proyecto? ¿Por la novela?
Respuesta.- Cuando Calixto Bieito me pidió que trabajáramos juntos ni siquiera sabía qué íbamos a hacer. Le dije que sí porque pensé que era el momento, porque necesitaba trabajar con un director que me produjera vértigo, que el trabajo no fuera previsible. Fue luego cuando me dijo que haríamos Plataforma y leí la novela. Al principio la tuve que dejar porque pensé que no quería que Houellebecq me amargara la existencia. Luego, me convencí de que aquel sentimiento sólo tenía que ver con mis prejuicios, la volví a leer, la entendí y me cagué de miedo.
P.- ¿Cómo fue el trabajo con Bieito?
R.- La adaptación se hizo durante los ensayos y, aunque al empezar no me hubiera jugado nada a que lo consiguiéramos, la verdad es que nunca he llegado a un estreno tan tranquilo como al del Festival de Edimburgo.
P.- ¿Qué armas usó para enfrentarse a un personaje tan difícil?
R.- Empecé por el final de la novela, con el atentado que le convierte en víctima del terrorismo. Nunca he sentido tanta tristeza y tanto dolor como con ese monólogo; el dolor de una persona que sufre un atentado, sobrevive sin un rasguño y es consciente de que esa bomba se ha llevado todo con ella. Profundizar en el dolor ha sido un viaje alucinante.
P.- ¿Se ha fijado más en ese dolor que en el que acompaña al personaje toda la obra, ése que sólo puede combatir con pornografía?
R.- No hay pornografía explícita en el montaje más allá de la que se ve en las pantallas. Y de este personaje me duele todo, pero desde antes de salir necesito crear el flujo de energía que me exigirá al final cuando se reconoce acabado con una sinceridad que es como la sordera que causa una explosión.
P.- Usted como director trabaja de forma muy distinta a la de Bieito.
R.- Cada uno cuenta el cuento a su manera y la mía es el naturalismo, aunque quizás se pierda con el tiempo.
P.- ¿Por qué dice que con el tiempo pasará?
R.- Porque la apuesta por el naturalismo tiene que ver con el miedo a saltar al vacío. Y seguramente yo un día haré puenting.
P.- ¿Cómo se enfrenta a un texto como director?
R.- Borges para escribir necesitaba saber el principio y el final; hay directores que necesitan un título; yo, en cambio, he de encontrar un tempo. En Visitando al señor Green era el swing, era Count Basie.
P.- ¿Volverá a dirigir?
R.- Sí. Seguramente será De ratones y hombres, una adaptación de la novela de Steinbeck que sonará a blues, a Besie Smith y a rag. Me gusta esta novela porque, mientras que Miller habla de los que en la crisis de los 30 se tienen que tirar por el balcón, Steinbeck lo hace de quienes ni siquiera tienen balcón para tirarse.
P.- ¿Piensa dirigir en catalán?
R.- Quizás, pero no actuar.
