ANTONIO FÉLIX
SEVILLA.-
Una situación esperpéntica para ponerle fin al espanto. No podía ser de otra manera. Betis y Sevilla dirimen hoy el último semifinalista de la Copa del Rey. Disputan los 33 minutos que le restaban a la eliminatoria cuando fue suspendida, el pasado 28 de febrero con ventaja del Sevilla por 0-1. Este resultado, unido al empate a cero de la ida, obliga al Betis a marcar dos tantos. El técnico sevillista Juande Ramos había recibido un botellazo lanzado desde la grada del Ruiz de Lopera que le dejó inconsciente. La sangre fue consecuencia de un cúmulo de irresponsabilidades y quedó como el estigma de un derbi salvaje que manchó una vez más la imagen de la ciudad y los clubes sevillanos.
Tras otra marejada de decisiones controvertidas y alucinógenas, finalmente se ordenó que los 33 dichosos minutos se disputaran esta noche en Getafe, a puerta cerrada. En el Coliseum Alfonso Pérez los únicos espectadores serán los directivos de uno y otro equipo. Es de suponer que, en estas circunstancias, no la líen todavía más.
Salvo la inquietud por el comportamiento de estos personajes, alguno de los cuales ha alcanzado un grado de fanatismo realmente enfermizo, no se prevén más incidentes. Pese a las facilidades para el desplazamiento, no hay indicios de que vayan a ir radicales de uno y otro bando a la localidad madrileña de Getafe. Los foros están tranquilos y los ánimos calmados. Parece que incluso los más brutos han entendido que este derbi ya ha sobrepasado cualquier dosis razonable de ignominia y estupidez.
Definido.
Tampoco se espera mucha historia deportiva, pese a que el Betis pretende lanzarse a lo bravo desde el momento en que el espléndido árbitro Undiano Mallenco reemprenda el encuentro. Tras el 0-0 de la ida, un gol de Kanouté puso al Sevilla en clara ventaja en el Ruiz de Lopera. De inmediato llegó el botellazo y el drama. Los verdiblancos deberían, pues, marcar dos tantos para lograr un machada en la que no cree casi nadie, comenzando por su presidente, Pepe León, que considera el choque como «un mero trámite»; o su entrenador, Luis Fernández, que le ha dado permiso a Ilic para que anticipe su marcha con la selección de Eslovenia.
El conjunto verdiblanco tampoco podrá contar con Sobis -esguince del ligamento lateral interno de su rodilla derecha- y Pancraté -rotura del cóndilo externo y esguince del lateral interno de su rodilla derecha-, lesionados en Mallorca y que dicen prácticamente adiós a la temporada, dado que a ambos les quedan por delante más de dos meses para su plena recuperación. Menos potencia de fuego, pues, para un equipo al que le cuesta ver puerta. Hoy, el Betis tratará de hacer en 33 minutos lo que no ha logrado en los últimos 630. O sea, en los últimos siete partidos. La rentabilidad que ha sacado a sus últimos dos goles ha sido máxima. Pero hoy se premia otra cosa, y el fútbol y los milagros parecen pasar por otra esquina de la ciudad. Exactamente en el barrio de Nervión, donde vive el colíder de la Liga y cuartofinalista de la UEFA y la Copa del Rey.
Para alcanzar la semifinal, Juande Ramos duda en forzar a los tocados Kanouté y Palop, por lo que Pablo Vargas, portero del filial de Segunda B, ha sido incluido en la expedición que se desplazará a Madrid. «Si metemos otro gol, nos olvidamos. En 30 minutos pueden pasar muchas cosas y es un tiempo suficiente como para jugar sin pensar en lo que falta», dice el técnico manchego, quien ha decidido también llamar al defensa alemán Andreas Hinkel, pese a que no podrá participar en la reanudación al haber sido sustituido en el descanso del partido.
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