A Juan Martínez Galdeano «se le dio el trato más exquisito que se pudo; lo que tratamos era de que no dañase a terceros y protegernos, porque también nosotros tenemos derecho a la vida y a la integridad física». Así resumió José Manuel Rivas, el teniente al mando del acuartelamiento de Roquetas de Mar (Almería) la intervención policial que se saldó con la muerte del agricultor. «Los agentes que actuaron lo hicieron con la mayor profesionalidad», insistió.
Ayer arrancó en la Audiencia Provincial de Almería el juicio por el caso Roquetas. En la primera sesión se llamó a declarar a los nueve agentes imputados por los hechos.
Rivas se limitó a declarar lo ya expuesto en su día ante la juez titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Roquetas, Estefanía López.
No faltaron ni la tensión ni el nerviosismo, sobre todo cuando el fiscal preguntó al teniente cuándo utilizó las porras extensible y eléctrica, armas no reglamentarias, y cuando quiso saber la identidad de los agentes que participaron en las distintas acciones registradas por el circuito cerrado de televisión del acuartelamiento.
El teniente Rivas reconoció que, cuando bajó al patio, «porque la agente María José estaba sangrando abundantemente», portaba en su mano derecha «la porra extensible que cogí en mi casa» y, en la izquierda, la porra eléctrica. «La vi por una ventana cuando bajaba al patio y la cogí», explicó.
Es más, de no haber sido estas armas, explicó que habría «cogido cualquier objeto que me hubiera permitido controlar la situación».
El fiscal detectó ciertas contradicciones entre lo declarado en primera instancia por Rivas y lo dicho ayer. Mientras en el juzgado de Roquetas manifestó que la porra eléctrica funcionaba mal, ayer aseguró que la utilizó con el único fin de «asustar» y «tener reducido a Galdeano para que no se autolesionase y para ponerlo a disposición de la autoridad competente». «Nosotros tuvimos una actitud defensiva», insistió. Y añadió: «Un herido en una pelea de discoteca presenta heridas más graves que Galdeano».
Ni bebido ni drogado
Como Galdeano, tumbado boca arriba en el suelo con las esposas puestos en las manos, «se estaba erosionando la espalda y golpeándose la nuca contra el suelo», el teniente decidió que lo mejor era reducirle boca abajo.
«Le di puntos de apoyo para que se girara», explicó. El teniente aseguró que, «en ningún momento» pensó que «hubiera riesgo de muerte» cuando ordenó dar la vuelta a Galdeano. Entre otras cosas, porque el teniente sostuvo que no supuso «que fuera bebido o drogado», a diferencia de otro de los agentes, el que se encontraba en la puerta, que declaró que el agricultor aseguró «ir puesto de todo tipo de drogas».
Rivas no aclaró qué ocurrió durante los minutos que quedaron fuera del objetivo de las cámaras del cuartel, pero sí dejó clara una cosa: «Bajo ningún concepto pretendimos darle muerte a esta persona».
«Desconozco las veces que le di»
Fiscal.- La primera vez que bajó al patio, ¿llevaba usted la porra eléctrica?
Teniente.- No lo recuerdo.
F.- ¿Lo que llevaba usted en la mano no era la porra eléctrica?
T.- No puedo dar explicación de lo que llevaba. No lo recuerdo.
F.- Si no era la porra, ¿qué portaba usted en su mano? En el vídeo se ve que usted lleva algo en su mano.
T.- Puede ser que lo que llevaba fuera un transistor, una radio o una defensa eléctrica.
F.- Cuando bajó la segunda vez al patio llevaba usted dos armas no permitidas: una porra extensible y otra eléctrica. ¿Por qué motivo decidió utilizar estas armas?
T.- Esa persona estaba neutralizando a varios de mis agentes. Me decidí apoyar en medios auxiliares de defensa para emplearlos de forma intimidatoria. Iba a tener capacidad de persuasión con las armas de apoyo.
F.- Siendo el mando del cuartel, ¿no cree que era un mal ejemplo para sus subordinados el uso de estas armas?
T.- Entendí que había un riesgo manifiesto para su integridad física y para sus vidas.
F.- ¿Cuántas veces le pegó con ellas?
T.- Desconozco las veces que le di. Con la extensible eran toques de tanteo, y con la eléctrica la intención era exhibirla para asustar.