Martes, 20 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6302.
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CUATRO AÑOS DE GUERRA EN IRAK / El presidente dice que una retirada sería «devastadora» para la seguridad de EEUU / Una macroencuesta revela que sólo el 18% de la población del país árabe confía en el Ejército norteamericano
Bush pide paciencia; a los iraquíes no les queda
CARLOS FRESNEDA. Corresponsal

NUEVA YORK.- Bush advirtió ayer de que una retirada de Irak tendría «consecuencias devastadoras» para la seguridad norteamericana y crearía «una espiral de violencia» en todo el país y en la región del Golfo. En un breve discurso de apenas 15 minutos, en anticipo del cuarto aniversario de las operaciones militares, Bush afirmó que se han producido «buenos progresos» en las última semanas y vaticinó que la guerra «se puede ganar».

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La demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Represetantes, replicó alegando que los estadounidenses «han perdido la confianza en los planes de Bush para Irak» y anticipó que su «estrategia fallida» será rechazada por el Congreso.

Un sondeo conjunto de las cadenas ABC y BBC y del diario USA Today revelaba entre tanto el pesimismo y la desesperación crecientes entre la población iraquí. Seis de cada 10 opinan que sus vidas están yendo «mal» y sólo un tercio confía en que las cosas mejoren. La mayoría de la población de Bagdad admite que no tiene servicios mínimos y que no acude al trabajo ni manda a sus hijos a la escuela por temor a la violencia que sacude la capital. Sólo el 18% de iraquíes manifiesta confianza en el Ejército estadounidense y más de la mitad justifica como «aceptables» los ataques contra las fuerzas de ocupación. Un 86% manifiesta tener miedo a ser víctima de la violencia.

«La nueva estrategia necesitará más tiempo para surtir efecto y no será cuestión de días ni de semanas, sino de meses», afirmó Bush. «Todavía queda mucho por hacer, y los líderes iraquíes deben continuar trabajando para alcanzar los retos que se han marcado. Habrá días buenos y días malos, según se vaya desplegando el plan de seguridad».

«Puede resultar tentador mirar a los retos de Irak y concluir que lo mejor es hacer las maletas y volver a casa», advirtió el presidente, en una referencia directa al plan de los demócratas para forzar el repliegue en el año 2008.

Violencia «contagiosa»

«Esa opción puede parecer satisfactoria a corto plazo, pero yo creo que las consecuencias para la seguridad de América serían devastadoras», añadió Bush. «Si las fuerzas norteamericanas se retiran de Bagdad, antes de garantizar la seguridad en la ciudad, la violencia se podría contagiar como una espiral a lo largo del país y extenderse a la región».

Bush instó a la mayoría demócrata a que apruebe esta semana el nuevo presupuesto de guerra de 124.000 millones de dólares (unos 93.000 millones de euros) «sin recortes y sin retraso». El presidente previno a los demócratas contra la tentación de desviar fondos destinados a las tropas para fines exclusivamente personales y políticos.

Bush leyó de corrido el discurso en el salón Roosevelt de la Casa Blanca y sólo hizo una leve pausa para rendir tributo a los más 3.200 soldados caídos desde el comienzo de la guerra. «Estoy agradecido a nuestros hombres y mujeres de uniforme por todo lo que han hecho».

Antes de comparecer ante las cámaras con tono grave y severo, en contraste con el triunfalismo exhibido en pasados aniversarios, Bush despachó por teleconferencia con el primer ministro iraqui, Nuri al Maliki, y el general David Petraeus, máximo responsable de las tropas en Irak, para recibir las últimas noticias sobre el terreno.

Miedo y malestar

El sondeo realizado con encuestas personales entre 2.212 iraquíes y difundido ayer por el diario USA Today, detecta el miedo y el malestar creciente entre la población, en contraste con una encuesta similar en noviembre de 2005, cuando el 71% de iraquíes aseguraba vivir «bien».

Los kurdos, que suponen algo más del 15% de la población y viven con gran autonomía en el norte, son el único grupo que reconoce algunos progresos en el último año. Los suníes, en torno al 60%, reprimidos brutalmente por el régimen de Sadam Husein y representados ahora en el Gobierno, admiten sus penurias pero aseguran no haber perdido la esperanza. La minoría suní, especialmente en Bagdad, equipara la invasión con el infierno.

Aun así, el 43% de la población prefiere vivir en esta situación, frente al 36% que asegura que se estaba mejor con Sadam en el poder. Más de dos tercios de los encuestados reconoce que no expresa su opinión por temor y más del 50% afirma que evita a diario los mercados y edificios públicos por temor atentados. El 100% de habitantes de Bagdad asegura no salir de casa o no ir al trabajo por miedo. El 95% no envía a los niños a la escuela y la gran mayoría dice carecer de agua, electricidad o servicios básicos.

Con las imágenes humeantes de los últimos atentados en segundo plano y con la soga del cuarto aniversario de la guerra sobre la Admnistración Bush, la mayoría demócrata prometió plantar batalla cuando comience esta semana el debate sobre el nuevo presupuesto de guerra.

Los demócratas, según la legislación introducida la semana pasada a nivel de comité en la Cámara de Representantes, pretenden condicionar la aprobación del presupuesto al calendario para el repliegue de las tropas en el año 2008. Los congresistas demócratas aspiran a aprobar también enmiendas para desviar algunas de las partidas a otros gastos.

Los republicanos han anunciado que se opondrán en bloque. «Nuestros soldados no nos dejarán y nosotros no los dejaremos a ellos», dijo el portavoz republicano en la Cámara de Representantes John Boehner. El presidente Bush ha acusado a los demócratas de «querer ponerles las esposas a los generales» y ha anunciado que vetará cualquier intento de retocar su presupuesto de guerra.

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