¿Cómo comenzó la pelea?

Hay que remontarse al 15 de enero. El recién posesionado presidente Rafael Correa, cumpliendo una promesa de campaña, emitió el decreto 02 ordenando al Tribunal Supremo Electoral (TSE) la convocatoria de una consulta popular para votar por una Asamblea Constituyente. El Congreso, donde Correa no tiene representantes, reclama su derecho a intervenir en reformas constitucionales y exige que el TSE no decida a sus espaldas. Correa apostaba por derrotar la vieja guardia política con la elección de una Constituyente -donde tenga mayoría- que redacte una nueva Carta Magna. Pretende introducir normas que despoliticen los organismos de control y la Justicia.

El TSE desentierra el hacha de guerra...

La Corte electoral, presidida por Jorge Acosta, un masón que defendió gratis a Lucio Gutiérrez en 12 procesos penales por ser miembro de la misma logia, convoca la consulta para el 15 de abril, de acuerdo con el Congreso. Pero, más tarde, en una maniobra que aún nadie logra entender, aprueba el Estatuto para la conformación de la Asamblea, sin pasarlo por la Cámara. El ex presidente Gutiérrez y su partido montan en cólera. Consideran una traición que el personaje a quien ellos encumbraron a la Presidencia del TSE se ponga de parte del Gobierno. Le secundan las demás formaciones opositoras: los socialcristianos y el Prian de Alvaro Noboa.

...Y el Parlamento desenfunda sus armas.

El 6 de marzo, una mayoría de 52 diputados destituye al presidente del TSE y a los tres vocales que lo secundaron, por pasarles por encima. Varias voces se levantan advirtiendo la inconstitucionalidad de la medida.

El Tribunal responde de forma más drástica.

No contentos con lo anterior, al día siguiente, los congresistas anuncian la apertura de un juicio político a los vocales del TSE -de partidos que respaldan a Correa-, convencidos de haber matado dos pájaros de un tiro: acaban con un TSE que ya no pueden manipular e inflingen una derrota al gobierno. En el frente contrario la respuesta es contundente: por la tarde de esa misma jornada, el TSE expulsa a los congresistas aduciendo que intentaron bloquear el proceso electoral de la consulta. Los mismos constitucionalistas que criticaron al Congreso indican que esa otra decisión viola la Carta Magna. Más tarde, echan a otros cinco diputados por apelar al Tribunal Constitucional. Son ya 57 los destituidos. El Gobierno se frota las manos. Su denostado legislativo, que se opone a sus políticas, queda en una posición de debilidad absoluta.

¿Por qué la violencia callejera?

En medio de una hoguera que todas las partes alimentan, los diputados expulsados acuden a una sesión ordinaria del Congreso, el 8 de marzo, convocada por su presidente, Cevallos. La policía, que acordona el edificio, les impide el ingreso. Los diputados forcejean y aparece una turba violenta que arremete contra ellos. Para evitar que los linchen, Cevallos ordena que les dejen pasar, pero no les permite acceder a la sesión. Sin ellos, no logra el quórum. El Congreso deja de funcionar. Al igual que en el pasado, la oposición más radical utiliza una muchedumbre enardecida para lograr sus objetivos.

¿Qué se mueve tras bambalinas?

La oposición ve lo ocurrido como un pulso a Correa. Son conscientes de que la salida a la crisis sólo puede ser política, puesto que Congreso y TSE violaron las normas constitucionales. El Gobierno intenta llevarse a los suplentes a su terreno para que tomen posesión, lo que significa enfrentarlos a sus partidos. Los expulsados reclaman, conforme a la ley, que les devuelvan su escaño. Pero nadie se atreve a darles la razón sabiendo que hay una turba acechando.

¿Quién ganará la pelea?

Seguramente, ningún bando, aunque todos clamarán victoria. Lo indica el ex presidente Fabián Alarcón: «El anhelo popular de cambio es incontenible. La Constituyente es una oportunidad de hacerlo, pero puede ir deslegitimándose si no se buscan consensos. Y, mientras no haya consensos, no hay salida a la crisis».