Martes, 20 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6302.
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Coartadas a la carta
Un italiano afincado en Rumanía ofrece subterfugios creíbles y documentados a quienes quieren escapar de sus obligaciones
IRENE HDEZ. VELASCO. Corresponsal

ROMA.- Hay quien se gana la vida vendiendo enciclopedias a plazos o pólizas contra incendios. Piero Lombardo, sin embargo, comercia con algo mucho más etéreo: coartadas. Este italiano, afincado desde hace 11 años en Rumanía, está al frente de un próspero servicio especializado en proporcionar subterfugios creíbles y documentados a todas aquellas personas que necesitan de un buen pretexto que les permita escapar algunos días de sus obligaciones profesionales o familiares.

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Imaginemos, por ejemplo, que usted quisiera disfrutar de un romántico fin de semana en Viena en compañía de su amante sin que su cónyuge sospeche nada al respecto. Si es así, Piero Lombardo es su hombre. «¿Quiere pasar unos días solo, o con alguna amiga o amigo, o divertirse en un país extranjero, y no sabe qué excusa contarle a su familia? ¡¡¡Nosotros tenemos la solución!!!», se lee en www.babalucio.ro, la página web en la que este siciliano de 45 años ofrece su servicio de coartadas.

«Le proporcionaremos un e-mail requiriendo su participación en un congreso, en una reunión de trabajo, en una importante cita de negocios, en una partida de caza o en un concurso en el país que decidamos. Le proporcionaremos material del lugar en el que supuestamente ha estado trabajando: certificados, documentos, posavasos, agendas, camisetas... Y, por supuesto, todo esto lo sabremos solamente tú y nuestra agencia, pues ninguno conocerá nunca la verdad».

A Lombardo se le ocurrió la idea de vender coartadas y excusas después de que un día, hace ya varios años, un compatriota italiano que había acudido a Bucarest para participar en una feria le echara una mano para poder volver a desplazarse a Rumanía. «Yo le mandé un e-mail en el que me hacía pasar por un mayorista interesado en adquirir sus productos. El hombre le enseñó el e-mail a su mujer, explicándole que se veía obligado a regresar», afirma Lombardo a la agencia Ansa.

Las tarifas para adquirir falsas pruebas que permitan simular una coartada creíble comienzan en 30 euros. El paquete completo -el certificado de asistencia, por ejemplo, a un ficticio congreso de odontología en Estonia, algunas cajas de cerillas con el nombre del hotel en el que teóricamente el cliente se ha alojado y un pequeño souvenir local con el que agasajar al cónyuge a su regreso- sale por entre 600 y 1.000 euros. Además, se pueden contratar extras, como un teléfono que supuestamente es el de la organización del congreso pero que, sin embargo, conecta con las oficinas de Babalucio en Bucarest.

Los cuatro empleados que trabajan en este negocio de coartadas son capaces de fabricar una coartada creíble en 24 horas. Siempre, con la máxima discreción. «A nosotros no nos interesa el nombre de nuestro cliente o su número de teléfono. Trabajamos inicialmente a través de e-mails y con una cuenta corriente, y a partir de ahí construimos la coartada», explica Lombardo.

Buena prueba de su efectividad son los numerosos casos difíciles que han logrado solucionar. Como el de aquel caballero que deseaba pasar el Fin de Año en Rumanía y no sabía qué inventarse para justificar su ausencia de casa en tan señalada fecha. «Hicimos todo lo necesario para organizarle un congreso entre Navidades y Fin de Año. Después nos inventamos que, por desgracia, el día que debía regresar a su casa había caído una copiosísima nevada en Bucarest que había obligado a cerrar el aeropuerto y cancelar los vuelos. Llamamos a su mujer haciéndonos pasar por miembros de la organización del congreso, le contamos la milonga y nos creyó. Nuestro cliente regresó el día después de Año Nuevo», cuenta orgulloso Lombardo.

Por no hablar de aquella otra memorable ocasión en la que Babalucio se inventó que uno de sus clientes iba a ausentarse unos días de su domicilio para participar en un inexistente maratón. El tipo teóricamente acabó la carrera en el tercer puesto. Además, volvió a su casa con un pequeño trofeo que así lo acreditaba y también con varios recortes de periódicos locales informando de la noticia.

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