MADRID. - Dos sueldos en casa para que sigan mandando ellos... incluso si ganan menos. Revolución a medias, dinero de dos géneros pero con dominio masculino. El mapa de puertas adentro en España es muy parecido al de hace medio siglo, por mucho que la mujer arañe cuotas de poder. Lo dice Sandra Dema, autora de Una pareja, dos salarios, el primer estudio sobre relaciones de poder en las parejas de doble ingreso y que fue presentado ayer con los bombos y platillos del CIS y de la Secretaría de Igualdad del Gobierno.
Pregunta.- Empecemos por el final. ¿Qué conclusión sacó de su investigación?
Respuesta.- Hay tres modelos. En el tradicional, la mujer sigue ocupándose de las tareas domésticas, asume un papel secundario en la toma de decisiones y trata de que los gastos familiares estén cubiertos antes que los suyos. El segundo modelo es el que aspira a la simetría pero no lo consigue. Es el mayoritario. Y el tercer modelo es el que logra la igualdad.
P.- ¿Qué significa que el varón pase de proveedor a coproveedor?
R.- En las parejas tradicionales, nada. El salario de la mujer se ve como un complemento, aunque gane lo mismo. En el modelo igualitario, las decisiones se toman a medias, se negocia, se gasta el dinero de forma más individual. En el modelo intermedio hay de todo. Pero pesa más la idea del varón como principal proveedor. En las parejas donde ellas ganan menos, la mujer decide menos, y en las que ganan más, la pareja trata de ocultar que el hombre gana menos. Buscan estrategias.
P.- ¿Por ejemplo?
R.- Algunos gastos del varón se presentan como inversiones: el ordenador, ir a un curso... Si esos gastos los hace la mujer se consideran personales, y si los hace el hombre, inversiones de futuro. O se trata de demostrar que la diferencia de ingresos no es para tanto.
P.- Da la impresión de que cuando la mujer gana más es como si pidiera perdón...
R.- Sí, sí. Ya se detectó en Suecia y en EEUU. Lo estamos investigando. Es la tendencia que vemos. Parece que se excusan.
P.- ¿El dinero sigue siendo un referente de masculinidad?
R.- Sí, se ve en el libro. Para los hombres, el dinero es un instrumento de poder, y para las mujeres eso no está tan claro. Cuando la mujer gana más que el varón no usa el dinero para imponer sus decisiones en la pareja, sino para lograr una relación más igualitaria. En el hombre, el dinero es masculinidad, pero en la mujer no es feminidad. El dinero no está vinculado a la feminidad.
P.- ¿El dinero mata la desigualdad?
R.- Automáticamente, no. Es un primer paso para la autonomía, pero no siempre garantiza un modelo igualitario de relación. Hace 20 años, cuando la mujer empezó a incorporarse al mercado de trabajo, hubiéramos pensado que sí, pero aún hay mucha desigualdad.
P.- ¿En qué gastan el dinero ellos y en qué ellas?
R.- En el modelo tradicional, ellos lo usan como gasto personal y lo justifican en que andan más por fuera. No aparecen los gastos masculinos clásicos; el coche, por ejemplo. Ellas dicen gastar en ellas. Pero al analizar, ves que los gastos en ellas son menores que los de ellos. Los varones gastan para ellos y las mujeres para la familia, sobre todo si hay hijos.