ANTONIO SANCHIDRIAN
Hace años que Joaquín Cortés se mueve en el ajetreo de la aldea global con modos de estrella interplanetaria. Ascendió a los cielos donde habitan Armani, Gaultier y sus amigos, se emborrachó con los aplausos de los públicos más diversos y se dejó fotografiar por infinitos objetivos que le convirtieron en un icono del baile moderno. Así ha ido pasando el tiempo y lentamente Cortés se fue distanciando del Madrid de los teatros y los tablaos, que es donde comenzó a esculpir su figura. El hijo pródigo regresa a un recinto de formato pequeño para quedarse quince días: el bailaor de Lavapiés llega al Teatro Gran Vía, donde interpretará Mi soledad del 28 de marzo al 15 de abril.
Como si estuviera de luto riguroso, de negro total, llegó tan campante Gran Vía abajo, fue tostado a flashazos por los reporteros gráficos y después se brindó a los plumillas sin el burladero de la inmensa mesa dispuesta para su intervención: decidió torear con la prensa a cuerpo, como si fuera un cantaor flamenco más que un bailaor de masas.
«Me apetecía volver a un teatro de Madrid para actuar ante mis amigos, mis familiares y mi público madrileño fiel», sentenció Cortés ayer ante la prensa. «Hace 5 años que bailé por última vez en un teatro: fue en el Apolo. Después presenté la coreografía Amor y odio, pero sin salir al escenario», recordó. Conviene aclarar que no es la primera vez que Cortés presenta Mi soledad en Madrid. El pasado año, en estas misma fechas, este espectáculo se presentó en el Palacio Vistalegre en formato grandilocuente: «Aquello estuvo bien, pero la plaza tiene muchos problemas de sonido», explicó. «Volver a un teatro como el Gran Vía es como retornar al tablao Zambra de la calle Velázquez, que es donde están mis orígenes».
Mi soledad tiene a Joaquín Cortés como único bailaor en escena. El montaje se estructura en dos partes. En la primera, un hombre se enfrenta a la soledad de su habitación y reflexiona sobre la inseguridad, el amor, el odio, el desamor.... En la segunda, hay un colofón de fiesta gitana. Jean Paul Gaultier ha creado el vestuario y la música viene con la firma del propio Cortés en colaboración con Antonio y Pepe Carbonell.
A este espectáculo le resta larga vida: hasta finales de 2008. Después de Madrid, la compañía de Cortés tiene previsto visitar Inglaterra, Portugal, Alemania, Estados Unidos y Latinoamérica. Es por éstos y por aquellos mundos por donde el bailaor proclama su reciente condición de embajador del Pueblo Romaní, nombrado por el Parlamento Europeo. «Lo más importante es dar otra imagen del pueblo gitano». El 10 por ciento de lo que se recaude en taquilla estará destinado al pueblo gitano de Kosovo.
Mi soledad
. Del 28 de marzo al 15 de abril en el teatro Gran Vía (Gran Vía, 66). Venta de localidades en el teléfono 902 40 02 22.
|