Miércoles, 21 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6303.
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 MADRID
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Los puentes de la capital, al descubierto
Las obras de soterramiento de la M-30 han sacado a la luz la antigua pasarela de Segovia, de 1345, y han reforzado los pilares de la de Toledo, de hierro, masa y madera
CARMEN SERNA

Dicen que las catedrales que lucirán en el siglo XXI serán los centros comerciales. Las calzadas, las nuevas carreteras. Las pasarelas, los túneles.... La ingeniería civil se ha convertido así en una parte importante de la nueva arquitectura. Una opción de futuro pero sin olvidar el pasado. Y es muchas veces, una excavación con los instrumentos más modernos del mundo, la que saca a la luz el principio, por ejemplo, de un Madrid incipiente, que empezaba a mirar a un revoltoso río, y que se hacía como ciudad.

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El soterramiento de la M-30 en el sureste de la ciudad ha encontrado ya más de un tesoro enterrado a su paso. Restos paleontológicos, vasijas romanas, antiguos lavaderos... El más grande de los descubrimientos: los dos laterales y alguna pila del antiguo puente de Segovia, levantado en 1345. Según los documentos de la época, el primero del que se tiene noticias que fue construido en piedra.

Cuentan que los madrileños en la Edad Media solían cruzar el río por pequeñas pasarelas de madera, que cada dos por tres eran arrancadas por las crecidas del Manzanares, y vueltas a construir. Sólo un puente tenía el empaque suficiente como para permitir la entrada a la ciudad sobre arcos de piedra. Su construcción se realizó durante el reinado de Alfonso XI y su ubicación original ni siquiera era la misma que la que ocupa ahora su hermano más moderno.

«No se tenía conocimiento de cómo era este puente. Se sabía el aspecto del puente del siglo XVI, que fue mandado a levantar por el monarca Felipe II, pero no del medieval. Lo único que había documentado en la época es que una ciudadana legó en su testamento una cantidad importante para la construcción de la pasarela medieval», explica el director general de Desarrollo de Infraestructuras, José María Ortega.

El puente de Segovia de 1345 se ha encontrado, de hecho, unos 100 metros al norte (aguas arriba) del que ahora ocupa su nombre. «El puente de Segovia que vemos ni siquiera es original. Durante la Guerra Civil se voló la pila 3 y se rehizo con materiales modernos. El que estaba antes era de 1580. En el siglo XVI ya se había abandonado la pasarela antigua. Se abrió la nueva Avenida Real, que iba hacia el Palacio, y se construyó un puente nuevo. El medieval se abandonó y acabó cubierto por la topografía. Por eso, ni siquiera sabíamos que ahí nos íbamos a encontrar estos restos», añade el subdirector de Proyectos y Tecnología del Area de Urbanismo, Juan de las Heras.

Cuando los obreros de la M-30 hallaron la primera piedra de silex con mortero ya habían superado el puente de Segovia que conocemos. Pero estaban seguros de que lo que ahí había era un resto arqueológico importante: «En ese momento entran a trabajar los arqueólogos, con sus propios obreros, y la Dirección General de Patrimonio, que son los que deciden cómo se tratan y qué se hace con ellos», insiste Ortega.

Rescatar la vieja pasarela medieval ha costado hasta dos meses de trabajo. Se han sacado casi íntegramente una pila y el desembarco del puente de salida de la ciudad, aunque había restos en ambas márgenes. «Todo lo hallado se ha trasladado a la Escuela de Cantería del Ayuntamiento de Madrid donde se está conservando hasta que Patrimonio decida qué hacer».

La propuesta del Ayuntamiento, que está estudiando la Dirección General de Patrimonio, es devolver el puente medieval a su lugar. El proyecto Río permitirá a los madrileños pasear por debajo de los ojos de los puentes de Segovia y de Toledo y recuperar en forma de paseo las orillas hasta hace nada ocupadas por los coches. Por eso, se podrían devolver los restos de la pasarela medieval a su origen, protegiéndolos con una cobertura transparente que permitiera el disfrute de cualquier transeúnte.

De hecho, en el tramo del puente de Segovia, se va a mantener la zona de embarcadero que tiene ya el río y que podría convertirse en una zona de playa para Madrid, al estilo del Sena de París. «El margen izquierdo del río lo permitiría», aclaran fuentes de Urbanismo.

Pero el paso de la M-30 por sus fondos no ha dejado indiferente al puente de Segovia más moderno. En este caso, los técnicos no han podido hacer pasar los carriles soterrados por los ojos del puente (son más pequeños que los del puente de Toledo), y han aprovechado que pasaban por debajo de los cimientos para envolver las sujeciones de los arcos, que están en perfectas condiciones ya que se reconstruyó después de la Guerra Civil, y se amplió en su dimensiones, pasando de ocho a 20 metros.

Donde sí han sido más importantes los trabajos de cimentación con el soterramiento de la M-30 ha sido en el puente de Toledo. «Hemos pasado los coches por cada ojo del puente, que permitía el paso de los cinco carriles, pero reforzando los cimientos de la pasarela de 1720 o 1730, que no estaban en muy buen estado», explican fuentes de Urbanismo.

En este tramo también se han encontrado algunos restos de la antigua pasarela, «pero no sabemos en qué época se construyó». Según los historiadores se levantaron varios puentes de Toledo y en diferentes fecha: desde 1650, «el de Gómez de Mora que se llevó una riada hasta el de Pedro Ribera en 1720-30», aclara el profesor universitario José María Ruiz, que participó en los trabajos.

En este caso, Patrimonio no ha considerado que los restos sean de mucha importancia y ha pedido al Ayuntamiento que los dejen en su sitio. «Se han fechado, localizado y analizado, pero no los hemos extraído», aseguran. Según los expertos, esta pasarela «ni siquiera estaba orientada igual que el puente de Toledo, porque el curso del Manzanares ha ido cambiando con el tiempo, se ha ido encajando».

Los cimientos del de Toledo se realizaron a principios del siglo XVIII, es decir, se trata de pilotes con estacas de madera de unos 5,5 metros de largo. «La documentación de la época dice que estaban terminados en un púa de hierro, como una protección que se le ponía para garantizar mejor su anclaje», aclara Ruiz.

Según la explicación de este profesor universitario, el techo del túnel de la M-30 soterrada, sobre la que se apoya ahora parte de la pasarela, ha conseguido «garantizar la vida del puente durante siglos. Es casi imposible que se hunda ahora». La técnica que ha utilizado para el refuerzo es la de micropilotes.

Cuando se retiren las máquinas de este espacio, a partir del mes de abril, los ciudadanos podrán comprobar que, además de reforzar el puente, las obras de restauración sobrevenidas por la M-30 le han devuelto un poco más de altura y de empaque al puente de Toledo, que se habían ido perdiendo con la acumulación de sedimentos del río. «El Manzanares es muy desagradecido porque lo mismo lleva agua que va seco y eso hace mucho daño a los cimientos».

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