IRENE HDEZ. VELASCO. Corresponsal
ROMA.-
¿Es lícito que un país que tiene desplegados en Afganistán 1.900 soldados en misión de paz acceda a dejar en libertad a cinco terroristas a fin de que los talibán suelten a un compatriota que tienen secuestrado? Ésa es la pregunta que en las últimas horas se hace Italia. Porque después de la explosión de entusiasmo colectivo desatada tras la liberación el lunes de Daniele Mastrogiacomo, el periodista del diario La Repubblica que hace dos semanas fue secuestrado en el sur de Afganistán por un comando talibán, ahora se juzga si no se habrá pagado un precio excesivamente elevado por su puesta en libertad.
El Gobierno italiano guarda por ahora silencio, aunque está previsto que hoy a las 10.00 horas informe al Senado al respecto. Pero los medios de comunicación afganos, así como Emergency (la organización humanitaria liderada por el médico Gino Strada que ha actuado como intermediaria en las negociaciones entre Italia y el grupo de secuestradores) dan por descontado que cinco terroristas talibán habrían sido excarcelados a cambio de que Mastrogiacomo fuera dejado libre. Y también lo confirmaba exultante el mulá Dudallah, líder de los fundamentalistas afganos: «Obtener la liberación de cinco líderes talibán a cambio de un periodista italiano es una victoria para todos los talibán», proclamaba a través de su portavoz, Shahabuddin Atal. Según las filtraciones recogidas por la prensa, se especula con la posibilidad de que Prodi hubiera llamado varias veces por teléfono al presidente afgano, Hamid Karzai, para lograr la puesta en libertad de los cinco terroristas encarcelados (en un principio se hablaba sólo de tres, pero parece ser que en el último momento los secuestradores decidieron elevar su precio).
Fondos de la misión
Nadie pone en duda el trasfondo en clave de política interior que hay detrás de todo esto. El próximo martes está previsto que el Senado italiano vote la refinanciación de la misión en Afganistán, una de las cuestiones que más ampollas levanta dentro de la coalición de centro-izquierda que tiene las riendas del Gobierno. No en vano el pasado 21 de febrero fue la política exterior la que se llevó por delante al Ejecutivo de Prodi, al perder el Gobierno en el Senado una votación sobre esa materia y verse Il Professore forzado a dimitir.
En las filas del Gobierno se respira una atmósfera de fuerte tensión a la vista de la trascendental votación sobre Afganistán del martes, y ante la posibilidad de que vuelva a repetirse lo sucedido y el Ejecutivo caiga nuevamente. Una posibilidad que de seguir Mastrogiacomo secuestrado (o, lo que es peor, si hubiera sido asesinado de no haber aceptado el Gobierno italiano las exigencias de sus captores) habría puesto las cosas infinitamente más difíciles al Gobierno de Prodi.
La canciller alemana, Angela Merkel, que el lunes visitó la capital italiana en un viaje relámpago en conmemoración de los 50 años de la Firma del Tratado de Roma (el documento fundacional de la UE), lo decía delante de Prodi: «Nosotros no tenemos la más mínima intención de dejarnos chantajear por gente deshumanizada», respondía tajante en la rueda de prensa que ofrecía junto al primer ministro italiano, tras ser preguntada sobre la posibilidad de negociar con los terroristas iraquíes que mantienen secuestrados a dos ciudadanos alemanes. Y lo decía nada más terminar las negociaciones para liberar a los periodistas.
«Si realmente ha sido así, ¿se da cuenta el Gobierno de que han sido liberados criminales o terroristas y que, quizá, ha habido personas que han sacrificado su propia vida para hacerles arrestar y meterlos en prisión para que no pudieran hacer mal a nadie, despreciando de esa manera su sacrificio?», se pregunta ayer en voz alta Roberto Calderoli, miembro de la Liga Norte y ex ministro de Justicia del Gobierno de Silvio Berlusconi.
Sin embargo, la oposición que lidera Il Cavaliere tampoco puede mesarse los cabellos porque Prodi haya decidido aceptar las condiciones de los secuestradores de Mastrogicomo. El Ejecutivo de Berlusconi ya fue acusado de pagar los rescates económicos exigidos para la liberación de dos trabajadoras sociales y de un periodista secuestrados en Irak.
|