DANIEL UTRILLA. Corresponsal
MOSCU.-
Mientras el macabro recuento de mineros fallecidos por una explosión de grisú superaba en la madrugada de ayer el centenar en la región siberiana de Kémerovo, en el pueblecito Kamishevadskaya de la región meridional rusa de Kuban un incendio fortuito consumía la vida de 63 pacientes de un asilo, muchos de ellos ancianos impedidos, que apenas pudieron mover un dedo para escapar de las llamas.
La tardía reacción de los responsables del local, la insuficiencia de funcionarios -tres ayudantes y una enfermera que también murió- para cuidar a los 93 pacientes y los 50 kilómetros que separan el asilo del centro de bomberos más cercano se combinaron fatalmente para avivar los efectos de la tragedia. Los expertos sospechan que se produjeron violaciones de las normas antiincendios. Cuando llegaron los bomberos, el edificio de ladrillo había sido consumido completamente por las llamas. Al menos 35 personas lograron escapar con vida, una de ellas arrojándose desde el segundo piso.
El presidente ruso, Vladimir Putin, pidió ayer que se guardara un minuto de silencio en su reunión ministerial en recuerdo de las más de 170 víctimas de los últimos días, incluidos los seis fallecidos a bordo de un avión Tupolev-134 que el pasado sábado realizó un aterrizaje forzoso y golpeó la pista con un ala cuando tomaba tierra en el aeropuerto de Samara, junto al Volga.
En la región siberiana de Kémerovo, 3.500 kilómetros al este de Moscú, se ha decretado tres días de luto por la muerte de al menos 104 mineros, incluida casi toda la plana mayor de la mina Ulianovskaya y un experto británico de la auditora IMC en la peor tragedia minera registrada en Rusia en los últimos 60 años.
Veinte miembros de la dirección de la mina se encontraban junto con los mineros a 270 metros de profundidad con motivo de la inauguración de un moderno sistema de detección de gases de fabricación inglesa que, precisamente, acababa de entrar en funcionamiento cuando sobrevino la tragedia. La potente explosión mató al instante a la mayoría de las víctimas. Al menos 93 mineros fueron rescatados con vida y se desconoce la suerte de cuatro personas, incluido el traductor del especialista británico. Ayer fue rescatado un minero con vida y los equipos de rescate no descartan recurrir a buzos, ya que muchas galerías se encuentran inundadas. El director de la moderna mina, inaugurada en 2002 coincidiendo con el 50º cumpleaños de Putin, disfrutaba de unos días libres y no se encontraba bajo tierra en el momento del accidente.
Aunque el terrorismo prochecheno con mayúsculas haya desaparecido en los últimos tres años de la faz de Rusia, y pese a la bonanza económica generada por la exportación a espuertas de gas y petróleo, la plaga de la tragedia inesperada sigue formando parte del paisaje informativo ruso. En muchos casos, los incendios y derrumbes -como el del mercado moscovita Baumanski en 2006- se deben al obsoleto estado de las instalaciones, de origen soviético.
En abril de 2003, la escuela de madera que se quemó en un pueblo de Yakutia y causó la muerte a 21 niños había sido construida en 1927. Cuando en agosto de 2000 se incendió en Moscú la torre de televisión Ostankino, el presidente Putin reconoció el mal estado en que se encontraban las infraestructuras del país y afirmó que «sólo el desarrollo económico del país permitirá evitar con antelación estos cataclismos».
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