VIRGINIA CASADO
BARCELONA.-
Los últimos coletazos del temporal de frío azotan la península mientras que en Cataluña sigue sin llover. Con el fin de evitar fatídicas consecuencias por la escasez de agua en las cuencas catalanas, el consejo de Administración de la Agència Catalana de l'Aigua (ACA) aprobó ayer el nuevo proyecto de decreto de sequía. Pendiente de su aprobación por parte de la Generalitat para el 3 de abril, el decreto servirá de adelanto para lo que amenaza con ser un mes nefasto para las reservas de agua catalana. Desde la ACA prevén un posible estado de alerta por sequía.
La situación no se plantea fácil para la conselleria de Medi Ambient i Habitatge. Las cuencas internas del territorio catalán están muy por debajo de la mitad de sus posibilidades, exactamente a un 41,6%. Los embalses se encuentran a menos de 30 puntos con respecto a las cifras del año pasado que marcaban un porcentaje superior al 72% de capacidad máxima. Si la situación continúa, el sistema Ter-Llobregat podría entrar en estado de alerta 1 a mediados de abril. «Las previsiones futuras son pesimistas», aseguró el conseller Francesc Baltasar, e incluso «es posible que en septiembre pueda llegarse al nivel de alerta 2». Esta fuente de abastecimiento, una de las principales en términos de población, está en déficit estructural, un hecho que, según Gabriel Borràs director de planificación de la ACA, la convierte en «muy vulnerable» durante episodios de sequía.
Entre las actuaciones previstas por el Govern destaca poner en marcha la potabilizadora de Abrera, la desalinizadora del Llobregat o la conexión de los depósitos de Fontsanta y Trinitat. Proyectos que según Baltasar, aportarán nuevos recursos hoy no disponibles en Cataluña. A la espera de que se logren dichas expectativas, la sequía provocará una intensificación de las medidas de ahorro en las redes de abastecimiento y obligará a imponer mayores restricciones en el uso agrícola y ambiental.
Sin embargo, las previsiones ominosas no se quedan ahí. Según los datos que baraja ACA, de una probabilidad del 5%, Cataluña podría entrar en fase de emergencia en septiembre. En este caso, las restricciones serían muy superiores y afectarían en gran medida al abastecimiento de agua de boca, es decir, aquella dirigida al consumo de los ciudadanos. Baltasar aseguró que hay un 95% de posibilidades de que «no se entre en esa fase» aunque también admitió que el comportamiento pluviométrico de los últimos meses obliga a no descartar cualquier eventualidad.
En otro sentido, el Ayuntamiento de Barcelona impulsará una serie de medidas de ahorro de agua para anticiparse a una posible sequía.Si se mantienen la disminución de las reservas, se utilizará aguas freáticas para el baldeo de calles y otras limpiezas, se reducirá un 50% el riego de los parques y jardines de la ciudad; y se disminuirán las horas de funcionamiento de las fuentes ornamentales con recirculación de agua. Aquellas que no tengan este sistema serán clausuradas.
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